Crónica del concierto

La armonía noise de los Pains Of Being Pure At Heart

La banda neoyorquina presentó a la escena madrileña su tercer álbum, "Days of Abandon". Un nuevo trabajo que recoge bien el espíritu noise pop a pesar de los cambios de la formación del grupo.
The Pains Of Being Pure At Heart, en un momento del concierto en la sala T Club.

The Pains Of Being Pure At Heart, en un momento del concierto en la sala T Club.

Con la excusa perfecta de la presentación de su nuevo álbum Days of Abandon, los neoyorquinos The Pains Of Being Pure At Heart volvían a la escena madrileña tras tres años de ausencia. Una espera que fue resuelta ayer con ciertos aires de la revancha en la sala madrileña Tclub.

El grupo neoyorkino no tuvo teloneros y en el tiempo de espera entre la apertura de puertas y el comienzo del concierto los dueños de la sala nos pusieron canciones indies tranquilas para ir abriendo boca. 20 minutos más tarde de lo que se esperaba, aparece en el escenario el frontman de la banda, Kip Berman. Abre la velada con la primera canción de su nuevo disco, Art Smock. El público empezó a callarse, pero entre la presencia única del cantante y la pasimonia de esa canción aún se podía ver a gente despistada que no se levantaba del asiento para ver mejor a su grupo favorito.

Con la siguiente canción, Until de Sun Explodes, ya aparecieron todos los componentes del grupo para dar más energía al espectáculo ante un tímido público que aún no conoce bien las canciones de su nuevo trabajo.

La sala estaba llena de gente apasionada del indie-pop proveniente del grupo estadounidense. Veinteañeros que aprovechaban la excusa del concierto para tomarse el jueves como un juernes de fiesta y treinteañeros que iban directos al concierto desde el trabajo. Todos unidos por una causa: el sonido ecléctico y ruidoso de los Pains. Con la tercera canción, la famosa Heart in your heartbreak, el grupo puso ese toque ruidoso que le faltaba al concierto para captar del todo a todos los espectadores. A partir de entonces el resto de canciones míticas de la banda y las nuevas como Simple and Sure, Life after lifey Eurydice fueron bailadas y coreadas por los asistentes. Kelly, también del tercer disco, fue cantado por la teclista desconocida –solo queda Berman de la formación original- con mucha pasión y dulzura.

Tras un bis bien aclamado por el grupo, la banda estadounidense se despedía de la mejor forma que podía hacerlo: con ruido. Hasta la próxima.
Mumi

Mumi

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