Ayer conocimos la noticia: Juan Goytisolo ha sido galardonado con el Premio Cervantes 2014. Un galardón, sin duda, merecido para un escritor que ha hecho del compromiso y de la libertad su bandera.
Nacido en la Barcelona en el año 1931, Goytisolo sufrió, tan solo ocho años más tarde, uno de los hechos que más hondamente le ha marcado: la muerte de su madre en 1938 por un bombardeo sobre la ciudad condal efectuado por la aviación del bando nacional. Un suceso que, sin duda, entronca con su apatía hacia las posiciones tradicionalistas y conservadoras. Lógicamente, como muchos otros, tuvo que ir al exilio. También como tantos otros, uno de sus refugios fue París, en donde empezó a trabajar para la editorial Gallimard como asesor literario. Esta posición le sirvió, por su valía personal y literaria, para ser uno de los intelectuales españoles más destacados del panorama internacional. También ejerció la docencia en universidades norteamericanas y, la que quizá sea una de sus mayores contribuciones a la literatura, el periodismo, tanto de opinión – sobre todo en el diario El País – como informativo, siendo el corresponsal del diario de PRISA en conflictos como Chechenia o Bosnia. Esta es, a grandes rasgos, su biografía. Y de ella se desprenden algunas de sus actitudes. Goytisolo es, y así lo ha hecho constar en su inconmensurable obra ensayística, un crítico de la sociedad occidental y lo es porque la conoce: Chechenia, Bosnia y tantos otros conflictos otorgan a la mirada una eléctrica capacidad para diseccionar las raíces profundas de lo hechos, de la situación establecida.
Con Juegos de Manos (1955), Goytisolo inicia su trayectoria literaria. Una trayectoria que en sus inicios, impregnada de lirismo y poética visión, alza hasta el mito la infancia y la adolescencia (esas dos etapas de la vida que el autor vivió atravesado por una Guerra Civil y por una dictadura). La infancia y la adolescencia son para él, el camino por andar; son las etapas de la vida en las que el hombre no ha de cargar con su propia historia, sino que ha de empezar a hacer la historia. También plantea la vida adulta y la plantea enfrentándola a la juventud y a la infancia.
Sin embargo, con llegada El Circo (1957), la primera novela de la trilogía El mañana efímero, Goytisolo rompe con ese mundo mitificado; rompe también con la dicotomía juventud-vejez. Se abre un nuevo período en su obra, caracterizado por un abandono del lirismo y una asunción del enfoque critico-social, partiendo desde posiciones ideológicas subjetivistas. El enfoque de quien ve su país a través de una cadena montañosa que marca la frontera, de quien ha visto caer bombas sobre las aceras.
Y romperá con todo. Romperá Goytisolo con las técnicas tradicionales de la narración y con entusiasmo y genialidad, hará suyas las estéticas y técnicas del experimentalismo que en los sesenta sobrevino a España. Será ahora cuando eclosione la maestría del escritor, cuando se enfrente cara a cara con la realidad de España. Y la analizará y la criticará desde todas las perspectivas: religión, cultura, política… Ahí quedan, para los lectores y para la historia, novelas como Señas de identidad o Reivindicación del conde don Julián.
Las letras que Goytisolo ha ido tejiendo en todos estos años no son sólo letras de novela o de viajes o de ensayo. Son letras que dentro de su estética, encierran la denuncia; consignan las crónicas amargas de un tiempo; contienen el pensamiento valiente de un hombre cuerdo.
