Reseña literaria

Balada en la muerte de la poesía, de Luis García Montero

Después de cuatro años de silencio poético y pendiente de publicar en 2017 Puerta cerradaLuis García Montero vuelve a los anaqueles con Balada en la muerte de la poesía, veintidós poemas en prosa que se gestan en un encuentro en Lampedusa (Italia) sobre la situación actual de la poesía y en los que, entrevenando versos emboscados y narraciones, dan cuenta  del fallecimiento del género y sus consecuencias, casi como si se tratase de la muerte de un viejo amigo.
 
Foto: Visor Libros
Como un epitafio desolador, García Montero nos presenta el relato de un poeta que por primera vez se asoma a la certeza de que la poesía ha muerto. Este mundo no está hecho para la poesía o la poesía no está hecha para este mundo cínico, acelerado y codicioso en que vivimos. Lo mismo da. Al morir se ha llevado algo de todas las personas, dejando “rostros que se han quedado en blanco, cuerpos sin rostro y sin papel. Todos detrás de todo, camino de la nada” o quizás sea esta misma  procesión desalmada hacia el vacío lo que ha matado la poesía. Lo mismo da: la poesía ha muerto
 
Por las páginas del libro desfilan los maestros, desde Manrique hasta Anna Ajmátova, que quieren contribuir con su lamento a llorar esta muerte. Pero sus voces se pierden en el contestador del poeta que no sabe como responder. También reclaman su hueco entre el llanto, los tópicos literarios que han quedado mudos para siempre, y esas personificciones cotidianos, ahora huérfanas, de la soledad, el hambre, el tormento o la nostalgia, cuya hermosura residía toda en manos de la poesía.
 
García Montero describe con pesar y lucidez lo que ha sido del mundo tras esta muerte. La realidad ya es solo realidad y ha perdido todos sus otros sentidos sin dejar esperanza para encontrar algo más allá. Ahora “digo nubes y son la consecuencia de la evaporación. Digo mar y es agua salada”,  y para desgracia, compartida con Espronceda, “los piratas no son más que piratas”. Y la ciudad, tan poderosamente presente en la obra de Montero, también ha quedado desnuda e irreconocible, enlutada en su camino al entierro de la poesía.
 
Su estilo en prosa, con ecos abigarrados de Baudelaire, navega entre el coloquialismo y la solemnidad en una narración que nace del verso, que se reconoce en él. Como en el lamento del séptimo poema: "Estás muerto, Lucrecio, amigo mío, ya no sirve tu meditación y la nada vuelve hoy a su vertedero, y los peces muerden ciegos el cuerpo del ahogado”. Montero, con las costuras empapadas de nostalgia, invoca al poeta latino, a su De rerum natura, que es quizás el arma para luchar contra los periódicos, la radio y la televisión, que difunden la necrológica que ha privado a las cosas de su sentido poético.
 
El libro se completa con las ilustraciones de Juan Vida, que logran una exquisita simbiosis de originalidad y sencillez desgarrada que, aunque no siempre sea clara la relación entre éstas y el poema, logran algo más que amenizar el poema; lo completa, formando un único relato, un único llanto; la poesía ha muerto.  

Balada en la muerte de la poesía
Luis García Montero
Visor, 2016
Santiago Taus

Santiago Taus

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