Bernard Plossu (Vietnam, 1945) tiene una vocación viajera. Y fotográfica. Aunque nació en el continente asiático pronto viajó a París. Allí bebió mucho de la cultura francesa, por eso su fotografía “es hija de ese cine de la Nouvelle Vague que se hacía durante los años 50 y 60 del siglo pasado. Un cine que era una manera de caminar con una cámara a la espalda y sin saber dónde estaba la magia. Porque una foto es una foto y no hay truco”, según afirma el propio fotógrafo.
México, Estados Unidos, Grecia, España… Plossu ha recorrido toda la geografía del planeta para ofrecer una mayor amplitud de su trabajo fotográfico. Su último trabajo se titula La hora inmóvil (volumen editado por La Fábrica) rastrea la metafísica del Mediterráneo que el fotógrafo ha sostenido durante los últimos 30 años. La presentación del volumen viene acompañado de una exposición que puede visitarse hasta el 31 de julio en el Real Jardín Botánico, dentro de la XIX edición de PHotoEspaña.
La hora inmóvil recoge un total de 100 fotografías en blanco y negro que han sido tomadas en España, Francia, Italia y Grecia. Según añade Ricardo Vázquez en el prólogo del volumen, Plossu fotografía esos momentos “de espera, aquellos que se sitúan entre dos acciones, dos lugares, dos tiempos; esos instantes de transición que a veces se convierten en paisajes entre dos mundos, dos conciencias”.
Así, el libro muestra imágenes de paisajes desiertos, reales o imaginados, misteriosos por su ausencia de sonido, de bullicio. “Construcciones, tiendas, carreteras, zaguanes, vagones de tren, fábricas, orillas de mar o bordillos de acera se convierten en puertas que nos permiten pasar al otro lado del espejo”.
La hora inmóvil viaja “mentalmente hacia Marsella y otras ciudades del Midi francés, hacia Italia, hacia Grecia, hacia Andalucía y otras regiones de España. Mediterráneas, rubendarianas. Tierras solares, sí, tierras de la cal y del sol, tierras de los cactus y de las cigarras, tierras de ese sole a pisco que, con ilustraciones lineales de Morandi, cantaba en 1929 Vincenzo Cardarelli. El Sur: patria ideal, metafísica, abstracta, de este poeta de la cámara”, según afirma Juan Manuel Bonet.
