La intención de este artículo es sacudir conciencias. Sobre todo las unidimensionales. La manera más sencilla es diciendo la verdad, pero eso no es suficiente para persuadir. Lo apropiado entonces es camuflarla en ficción. Entonces, ¿cómo decir algo sin decirlo? La Nada ocurre a cada momento, la presente propuesta es acontecer la decisión de decidirse en el momento de apuntalar la incertidumbre, que consiste en definir la Nada que está a punto de des-hacerse.
Esta decisión es la utilización del útil a la mano. Desde el neolítico hasta el mes de agosto de 2016 ha habido útiles a la mano y su debido refinamiento técnico. Pero la intención a lo largo del tiempo ha cambiado. Mientras el sujeto del neolítico admiraba los fenómenos de la naturaleza y trataba de domeñarlos con ingenio y astucia, el sujeto del año 2016 de nuestro Señor ha cambiado radicalmente. La raíz del asunto es que se ha dejado de producir útiles a la mano individuados para pasar a producirse masificados. Desde la producción de puntas de flecha con lascas de sílex o desde el pulimiento de un bloque diorita para la obtención de una cabeza de hacha se ha llegado a la consecución de un fin para un medio, y no a la inversa. Si antes se razonaba mediante el intelecto teleológicamente, ahora se razona con fin en sí mismo para producir medios.
Me explico: si el sujeto individuado del neolítico produjo puntas de flecha era para cazar y alimentarse. Sin embargo, ahora en el 2016 d.C. se piensa en los medios antes que en los fines a la hora de producir productos: el sujeto masificado ya no obedece al prehistórico razonamiento teleológico sino que se deja utilizar como medio por los fines de sujetos con subjetividades aún más elaboradas. Ello significa que sólo unos pocos han quedado por encima de la masa, controlando su porvenir eidético con el fin de que se obedezca por obedecer, y no ya para la satisfactoria auto-realización personal.
Pokemon Go es el ejemplo más claro de la racionalidad instrumental del ser humano del 2016: se crea o se persiste en el control masificado de los individuos para que obedezcan a fines privados y posmodernos: el uso de la racionalidad hueca, sin núcleo natural y espontáneo; tan sólo con un núcleo maquinal y sobre-controlado por el mero hecho de dominar.
La modernidad se distingue así de la prehistoria no sólo por la dominación de la naturaleza, sino también por la dominación del hombre por el hombre con el fin de tratarlo como materia prima. ¡Pero esta dinámica no acaba! El espíritu turbo-capitalista eyecta al individuo masificado a una obediencia de la racionalidad posmoderna sin un objetivo claro, pero sí con la intención de acabar siendo dominado por la cosificación de la persona. Ello supone un problema mayor a la hora de pensarnos como sustancia social. No somos vehículos mercantiles, más bien somos organismos vivos que conforman la vida biosférica en la Tierra, junto con infinitos elementos vivos o por vivir. Si no se autocritica el sujeto masificado podríamos estar cayendo dentro de lo que es el miedo de Marcuse: la totalización de la sociedad en una única y misma arruga unidimensional que nos arrastre a posibles escenarios científicos (concebidos por la dinámica de sistemas del MIT para los diferentes informes al Club de Roma que ha habido) de mucho sufrimiento masivo, genocidios y eco-fascismos. Y esto no se debe a otra cosa que al hecho de ir deslizándose poco a poco al sueño húmedo de la tecnociencia de que el futuro en el Planeta Tierra estará protagonizado por viajes interestelares y por estaciones exo-planetarias. Si tuviese delante a un usuario del videojuego Pokemon Go le gritaría: "¡No te rías, snob, es teoría especulativa, pero al menos es racionalidad auténtica y proyectiva! Ojalá te salves, joven o viejo, de lo que está por venir, porque ninguna recompensa vital se desprenderá de haber cazado a todos aquellos pokemon legendarios”.
En fin, tan sólo pido un poco de cordura y de transparencia mental a la hora de ver al Otro jugando a ser uno más del corpus social por el mero hecho de descargarse aplicaciones para móvil inspiradas en un archivo cultural del 2016 dañado y desnutrido y temporalmente circular, y en nada evolutivo ni revolucionario. ¿Existirán aplicaciones para móvil con capacidad para reaccionar de la inminente crisis sistémica del siglo XXI (el Siglo de la Gran Prueba, según Jorge Riechmann)?