La Feria del Libro de Madrid cierra su con optimismo. La 75ª edición de la feria literaria más importante de la capital ha cosechado buenos datos de público y de ventas. La feria calcula la valoración de las ventas en 8,2 millones de euros, un aumento del 3,5% respecto al año pasado.
Cierre de librerías, menos ventas de libros, caída de la facturación… la crisis económica se llevó por delante a una buena parte del tejido empresarial editorial. Pero aquellos años ya han pasado. Las actuales cifras, aunque muestran cierto optimismo, todavía son frágiles y la industria exhibe cierta prudencia. Los números “representan un optimismo moderado”, afirma Teodoro Sacristán, director del evento literario.
Señores, ¡que ustedes lo pasen bien! Y recuerden que las librerías están abiertas todo el año pic.twitter.com/AudhNsPjis
— Feria Libro Madrid (@FLMadrid) 12 de junio de 2016
La principal preocupación de la industria es que el aumento de las ventas estacionales –como Navidad, la Feria del Libro o el Día del Libro- no vengan acompañadas de un incremento en el resto del año.
Mensaje al Gobierno
Sacristán ha aprovechado la ocasión para pedir al Gobierno su implicación en el fomento de la lectura. “No basta con decir las bondades de leer, si esto no está arropado por el Gobierno y las instituciones con un gran proyecto educacional” señala el director de la Feria del Libro, quien recuerda que “la lectura no es un hecho aislado”.
Foto: José Pérez (@joperamos)
La única área del sector del libro que subió su facturación fueron las exportaciones. En concreto, uno de cada cinco euros de la industria viene de fuera de España. Los datos definitivos de 2015 se conocerán a final de junio.
Los números no importan
Pero la Feria del Libro no valora el éxito de esta edición por las ventas y la asistencia de público. Para ello, se hace eco de unas declaraciones tomadas del editor Miguel Ángel Serna en esta feria: “No importa cuánto inviertan algunos en tratar de convencernos de que los libros y la literatura han de ser cosas útiles: no son bienes de uso; no son herramientas cuyos fines se hallan fuera de sí mismas. Pertenecen a esa otra esquiva categoría de cosas extrañas que ni se comen ni se usan: son mirabilia, maravillas, y en la naturaleza de la maravilla está el escapar al agotamiento, porque pertenece al juego del sentido, a ese juego en el que nada se cierra nunca por completo, ese juego que consiste en una perenne apertura, una grieta por la que se cuelan y se escapan al mismo tiempo todos los sentidos posibles. Una grieta a la que podemos llamar lectura”.
