Fernando Alonso Barahona

Razones para el Siglo XXI

Fernando Alonso Barahona (Madrid, noviembre 1961). Abogado y escritor. Jurado de premios nacionales de literatura y teatro. Colaborador en numerosas revistas de cine y pensamiento así como en obras colectivas. Ha publicado 40 libros. Biografías de cine (Charlton Heston, John Wayne, Cecil B De Mille, Anthony Mann, Rafael Gil...) , ensayos (Antropología del cine, Historia del terror a través del cine, Políticamente incorrecto...) historia (Perón o el espíritu del pueblo, McCarthy o la historia ignorada del cine, La derecha del siglo XXI...), novela (La restauración, Círculo de mujeres, Retrato de ella...) poesía (El rapto de la diosa) y teatro (Tres poemas de mujer).

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Leonora Carrington y Remedios Varo, el hilo invisible

Obra de Leonora Carrington.

Ambas se incardinaron en el surrealismo, el movimiento libre en el que Salvador Dalí alcanzaría las mayores cotas creativas del siglo-.

Ábrete, ábrete pequeña hoja verde;
ábrete, ábrete gran puerta de piedra.

Leonora Carrington

 

En 2017 celebraremos el centenario del nacimiento Leonora Carrington (1917-2011), una de las personalidades femeninas más fascinantes del arte contemporáneo. La figura de Leonora va ligada en si intima vena artística a la de Remedios Varo (1908-1963), otra pintora genial con la que compartió amistad, creación y arte. Ambas se incardinaron en el surrealismo, el movimiento libre en el que Salvador Dalí alcanzaría las mayores cotas creativas del siglo-.

 

Aunque provenientes de dos naciones, pero unidas por el surrealismo y los sueños, las dos pintoras crean un universo peculiar lleno de sombras y color, de pasión y fuerza a la vez que misterio, ensoñación, incluso –se dijo– ocultismo y magia. En 2016, la autora Estela Leñera Franco estrenó su obra Remedios para Leonora en la que recreaba esta formidable relación humana y artística que solo la prematura muerte de Remedios pudo truncar. La pieza teatral comienza en el instante en el que Leonora, nonagenaria, se siente morir y busca entre sueños a la que fue su gran amiga.

 

Y es que aunque Leonora nacida en Inglaterra y nueve años menor que Remedios, nacida en España, compartieron una amistad que iba desde las experiencias del exilio –que las hizo llegar a México– al surrealismo, e incluso el estudio de doctrinas esotéricas como la alquimia, el tarot y la cábala.

 

 

Remedios Varó, la futura pintora, había crecido en un ambiente lleno de contradicciones. Su padre era un ingeniero hidráulico, detalle que influiría en su obra, en la que continuamente aparecen artefactos mecánicos, mientras que su madre era una mujer muy religiosa que no dudó en matricular a su hija en un prestigioso internado regido por monjas. Remedios creció y viajó a París, allí conoció a la que se convertiría en su gran amiga y alma gemela, Leonora Carrington. En aquel nuevo escenario inició su carrera artística exponiendo en varias galerías, pero sus cuadros todavía no mostraban las peculiares características que desarrollarían años más tarde.

 

La invasión nazi acabo con la tranquilidad bohemia de París, Remedios Varo  –acompañada de su marido– emigró en 1941 a México. Los parajes de aquella tierra inspiraron nuevas obras y trajeron relaciones nuevas con personalidades como Luis Buñuel, así como el reencuentro con Leonora Carrington. Desde entonces la cultura mexicana influiría notablemente en la obra de la pintora.

Leonora Carrington.

Leonora Carrington fue en su juventud una rica heredera, hija de un magnate de la industria textil, pero el arte cambió su vida y tras conocer en París a Dalí y a Duchamp se enamoró de forma ávida de Max Ernst con quien vivió hasta después del término de la Segunda Guerra Mundial. La familia desheredó a Leonora que hubo de aprender a sobrevivir. Fueron años duros, hasta que en México la amistad con Remedios Varó y el reconocimiento de sus obras mostraron que la espera no había sido en vano.

 

Las dos artistas compartieron además su forma independiente de vida en total la libertad creativa y personal, que rompieron con convencionalismos sociales para dar espacio a la imaginación y plasmarlo en obras de arte.

 

Ninguna de ellas quiso adoptar el papel secundario que les ofrecían los movimientos artísticos de la época, incluso el surrealismo. Las dos se negaron a convertirse en musas de los artistas para crear su propio arte dando antes vida a sus musas intimas. Leonora llegó a decir: “Valoraba demasiado mi tiempo y tenía demasiado trabajo intentando ser artista y rebelándome contra mi familia como para hacerle de musa a nadie”. (…)  “Una vez Joan Miró me mandó a buscarle cigarrillos y tuve que decirle que podía írselos a buscar él mismo, no me amedrentaban”.

 

En los paisajes serenos de México, transidos de belleza, calor y “sandunga”, las dos mujeres se convirtieron en inseparables. Y sus obras tan diferentes comulgaron en una inspiración común, el círculo de mujeres había crecido con una energía íntima más allá de toda descripción, fuerte y poderosa. Las dos mujeres hundían sus manos en la tierra, se dejaban acariciar por la luz cálida del sol y se perdían con los lugareños en los rincones típicos, aquellos que expresaban las formas de vida puras y primitivas. De aquellas experiencias habrían de nacer poemas y cuadros. Imágenes personales pero enraizadas en un núcleo auténtico.

Visita inesperada. Remedios Varo

Las dos artistas se veían a diario, escribían, recordaban sus avatares personales, les encantaba contarse chistes y pasaban mucho tiempo en la cocina imaginando recetas llenas de encanto y misterio.

 

Cuando Leonora Carrington fallece el 25 de mayo de 2011 a los 94 años de edad sus pinturas dibujaron la eternidad. No en vano el Premio Nobel Octavio Paz había escrito de ella: "Un personaje delirante, maravilloso. Un poema que camina, que sonríe, que de repente abre una sombrilla que se convierte en un pájaro que se convierte después en pescado y desaparece".

 

En mi novela Retrato de ella (2013) aparecen recreadas Leonora Carrington y Remedios Varo como personajes colaterales de una historia de amor, creación y arte en la que la protagonista, Ïrene Valdés, aparece involucrada también con las estrellas de cine Jeanette MacDonald y Nelson Eddy y el siempre genial Salvador Dalí.