Fernando Alonso Barahona

Razones para el Siglo XXI

Fernando Alonso Barahona (Madrid, noviembre 1961). Abogado y escritor. Jurado de premios nacionales de literatura y teatro. Colaborador en numerosas revistas de cine y pensamiento así como en obras colectivas. Ha publicado 40 libros. Biografías de cine (Charlton Heston, John Wayne, Cecil B De Mille, Anthony Mann, Rafael Gil...) , ensayos (Antropología del cine, Historia del terror a través del cine, Políticamente incorrecto...) historia (Perón o el espíritu del pueblo, McCarthy o la historia ignorada del cine, La derecha del siglo XXI...), novela (La restauración, Círculo de mujeres, Retrato de ella...) poesía (El rapto de la diosa) y teatro (Tres poemas de mujer).

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La escritura recordada de José María Pemán

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Pemán exhibió siempre bonhomía y talante liberal sin importarle la procedencia del escritor o el artista que acudía a cobijarse en su sombra.

El sectarismo de la llamada memoria histórica y el afán revanchista de algunos escritores de segunda y tercera fila continúan en su afán de modelar la historia y expulsar del Olimpo de lo convencional a todo aquel que se salga de la norma, o mejor dicho de “su norma”. Pero la obra es tozuda y su conexión con el tiempo y la gente no depende de las obligaciones o de las listas oficiales, tampoco de la vida personal del autor. Por ello se puede navegar en obras maestras sin la obligación de comulgar con sus ideas y sin la devoción de borrar aquello que pueda no gustar en un momento determinado. Se trate de Eisenstein o Alberti, De Mille, Visconti o John Ford, Lope o Calderón, Eugenio D, Ors o Salvador Dalí, Umbral o Manuel Machado. También, por supuesto, José María Pemán, cuyo valor no depende del juicio que emitan políticos interinos o historiadores convencionales.

 

Yo te siento en la rosa.
Tanto más grande siento yo mi alma,
cuanto son más pequeñas
las cosas que la mueven.

¡Ay esas almas lentas
como animales hartos,
que van a Ti pisando mansamente
sobre el fango sonoro y necesitan
para reconocerte
la voz de la tormenta o la engolada
frase inmensa y solemne!

Señor:
Yo te siento en la rosa
y en la nieve
y en la rama sin flores
y en el plátano verde
que sombras, en el centro
de la plaza, la fuente.

 

Jose María Pemán nació el 8 de mayo de 1897 en Cádiz. Murió el 19 de julio de 1981 después de una vida larga y fecunda en la que llegó a codearse con las primeras figuras de la sociedad española, desde el propio Franco hasta Don Juan de Borbón, a cuyo Consejo Privado perteneció durante décadas. En 1944, a la muerte de Rodríguez Marín, Pemán es nombrado presidente de la Real Academia, pero en diciembre de 1947 renuncia voluntariamente a tal cargo para que le fuera otorgado el honor a Ramón Menéndez Pidal.

 

La obra de Pemán es diversa y variada. El autor se consideraba a sí mismo sobre todo poeta y dramaturgo, pero también ha cultivado la novela y el relato corto, el ensayo filosófico y político y, por supuesto  el periodismo (son clásicas sus famosas Terceras en el diario ABC).

 

Luis María Anson recordaba recientemente las palabras de Umbral de que “Pemán es el mejor articulista de la historia del Periodismo español por encima de Larra y Cavia". "Fue también el autor de Las soledades del Rey un orador excepcional, un dramaturgo sobresaliente, un ensayista destacado, un poeta estimable y un discreto novelista", escribe Anson.

 

Francisco Umbral, artista de la palabra y diseccionador de casi todos los escritores del siglo XX dejó escritas bellas palabras acerca de Pemán:

 

Había leído tanto sus terceras de Abc que me fui a Jerez para conocerlo, para hacerle una entrevista, allí, en su salsa de caballos y veleros, de limpiabotas y campesinos redichos que habían leído a Pemán. Sobre la mesa del despacho tenía un crucifijo y una foto dedicada de Jean Cocteau. Eso era Pemán. Un cruce de esnobismo francés y catolicismo provinciano, de vanguardia parisién y Rocío.
(….)
Es curioso cómo en la literatura se puede tener amistad a distancia con un maestro sin aceptar nada de su magisterio. A mí, de Pemán, lo que me interesaba eran los resortes de su articulismo, el minué entre ingenio y trascendencia, entre gracia y pensamiento, mixtura de donde siempre sale un lírico civilizadísimo, un ácrata correctísimo, que es lo único que se puede ser en este mundo de barbarie digital.

 

Y continuaba Umbral su reflexión que debiera ser leída y comprendida -¿tal vez sea pedir demasiado?- por los partisanos de la memoria histórica:

 

Pemán es la memoria olvidada del franquismo, cuando en realidad era un ingenio volteriano de derechas con mucha cultura y mucha gracia, un De Maistre o un Claudel o un Montherlant, uno de esos grandes derechistas franceses a quien todo el mundo reconoce el talento, aunque nadie vaya a misa. Pemán, bien leído, está mucho más cerca de Voltaire que de las monjas Oblatas. Quiso hacer un volterianismo de derechas, como d’Ors, pero no le entendieron. A mí, ya digo, me enseñó los resortes más profundos del artículo, ese ir y venir de las ideas que al final da una obra maestra. Una pequeña obra. No hay mucha gente que haya escrito como Pemán en España.

 

Su primer libro, La vida sencilla, tuvo una acogida fervorosa; se agotó inmediatamente y la crítica, al referirse a él, consideró que se trataba de la revelación de una nueva voz poética con singulares valores. Manuel Machado apuntó con acierto el estilo lírico del autor gaditano: "...en la búsqueda de sí mismo que todo artista emprende de muchacho, Pemán se dice influido por cierto linaje de poetas y de poesía inmediatamente anterior a su hora: la castellanidad pegujalera de Gabriel y Galán y el dramatismo castúo de Chamizo, Medina, Sotomayor..., y aun declara deber su primer gran triunfo a una composición, titulada El Viático, y que, en efecto, recuerda mucho a El embargo, de Gabriel y Galán. También nos habla de sus coqueteos con la Musa nueva, a través, principalmente, de Rubén Darío”.

 

Su cuento El fantasma y doña Juanita fue llevado al cine en 1944 por Rafael Gil que extrajo la poesía, la sencillez y el romanticismo de sus páginas y logró una de sus obras maestras, una película a redescubrir y admirar.

  

Pemán cultivó la amistad de muchos intelectuales de su tiempo, exhibió siempre bonhomía y talante liberal sin importarle la procedencia del escritor o el artista que acudía a cobijarse en su sombra. El fugaz Pemán político de la anteguerra se ha difuminado y lo que aparecen en el recuerdo es la gracia de sus versos, la hondura de piezas teatrales como El divino impaciente o la brillantez habitual de sus artículos periodísticos.

 

Es cierto que no rehuyó en los tiempos bélicos la poesía épica (como hicieron otros eximios poetas): El Poema de la Bestia y el Angel se publicó por primero vez en 1938 en Ediciones Jerarquía. Es uno de los libros más representativos de la literatura exaltadora del bando nacional: primitivismo, antimaquinismo, un nuevo amanecer, la pérdida de las glorias imperiales… Es un poemario a disfrutar si no se tienen prejuicios.

 

La cultura se sitúa por encima de los avatares temporales y la obra permanece –cuando emociona– en el sentimiento. Como su famosa Soledad:

 

Soledad sabe una copla
que tiene su mismo nombre:
Soledad.

Tres renglones nada más:
tres arroyos de agua amarga,
que van, cantando, a la mar.
Copla tronchada, tu verso
primero, ¿dónde estará?

¿Qué jardinero loco,
con sus tijeras de plata
le cortó al ciprés la punta,
Soledad?

¿Qué ventolera de polvo
se te llevó la veleta,
Soledad?

¿O es que, por llegar más pronto
te viniste sin sombrero,
Soledad?

Y total:
¿qué mas da?
Tres versos: ¿para qué más?
Si con tres sílabas basta
para decir el vacío
del alma que está sin alma:
¡Soledad!