Análisis del crítico Adrian Martin

Eugène Green, un cineasta fuera de la realidad

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El cine de Eugène Green es muy meticuloso. Comparado con las raíces estadounidenses que sustentaron las bases de su trayectoria profesional, sus películas han gozado de escasa presencia americana. Su peculiar forma de hacer séptimo arte comenzó en los años 50 después de trabajar en la música barroca, el teatro y la escritura.

 

A final de la década de los 60, Green viajó a territorio europeo –concretamente Francia- para abandonar su “cultura bárbara” y beber de otras costumbres como la europea. “Hay que volver a encontrar nuestro camino trayendo el pasado al mundo moderno”, señala el crítico cinematográfico Adrian Martin en referencia al cine del director estadounidense, quien destaca que no rechazó las tendencias modernas aunque fuera muy crítico con ellas.

 

“A menudo no estoy en la esfera de la realidad”, afirmaba en algún momento el propio director. Esto se debía a que sus proyectos cinematográficos “tejen un mundo de imaginación poética”, mezclando culturas pasadas con las modernas, recuerda el crítico en los cursos de verano de la Universidad Complutense. Aunque realmente siempre contaba las mismas historias, utilizando el mismo equipo técnico y artístico.

 

 

Un cine enérgico

 

Eugène Green utilizaba el cine para captar la energía que percibía en los objetos, en el ambiente o en las personas. Sus películas narraban las historias de aquellas personas que habían perdido ese nexo con la energía y que, de alguna manera, tenían que volver a recuperarla.

 

Esta energía se plasma en sus trabajos y en “la existencia de fantasmas que se quedan en la tierra y que frecuentan nuestras vidas, porque tienen asuntos pendientes entre los vivos que deben ser resueltos. Estos fantasmas no son sólo símbolos y metáforas, sino personas”, destaca Martin.

 

El crítico de cine recuerda la similitud del cine de Green con el del director francés Robert Bresson. Ambos directos exigían a sus actores que no exhibieran ni una pizca de emoción, sino que se limitaran a decir todas las líneas del argumento de forma sosegada y con claridad. Además, los dos “comparten un fuerte sentimiento por el mundo natural, por los animales, por la música y por la belleza”.

Redacción

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