Caja de las Letras

Albergando el tiempo

José Emilio Pacheco guarda sus "tesoros" en la Caja de las Letras

José Emilio Pacheco guarda sus "tesoros" en la Caja de las Letras

Instituto Cervantes

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Desde hace casi una década, el Instituto Cervantes alberga en su Caja de las Letras, antigua cámara acorazada de un banco, los legados de distintas personalidades el mundo de la cultura, convirtiéndolos en pequeñas cápsulas de tiempo.

Dejar de almacenar dinero para salvaguardar el tiempo. No puede ser más poético; sustituir los billetes por poemas o las piedras preciosas por máquinas de escribir. Esa es la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, en la que ayer Fernando del Paso, que próximamente recibirá de manos de los reyes el Premio Cervantes, depositó su legado, secreto hasta el año 2116 en el que podrá ser descubierto.

 

Fue a partir del año 2006 cuando el Instituto se decidió por la guarda de objetos culturales, coincidiendo con el desembarco de la institución en su actual sede, conocida como el “edificio de las cariátides”. Este emblemático edificio madrileño, construido en 1918 por Miguel Palacio y Joaquín Otamendi, fue levantado para albergar el Banco Español del Río de la Plata. La Cámara de las Letras era su cámara acorazada, “una capilla, no del dinero, sino de la cultura”, dijo en su día el director del Instituto en aquellos años, César Antonio Molina. De hecho, al irse el banco del edificio, algunos de sus clientes nunca reclamaron sus cajas y el hubo que forzarlas.

 

 

En las aproximadamente 1.700 cajas que contenía la cámara, el Instituto, en el año 2008, invitó a escritores y personalidades de la cultura a que depositaran en ellas algún tipo de legado, no necesariamente literario. Cuando un personaje es invitado a dejar algo en la Cámara, decide libremente qué dejará y cuándo se abrirá. Simbólicamente, el director del Instituto le entrega al final del acto una llavecita de oro como prueba de que esa caja sólo se abrirá en la fecha designada por el legatario.

 

Más de una veintena de personalidades han ido resguardando entre las gruesas paredes del acorazado lugar un pedacito de su tiempo, de su vida, de sus ilusiones, de su trabajo, un pedacito, en definitiva, de la cultura de su tiempo. Legados que, en la mayor parte de los casos, permanece secreto y permanecerá así hasta que se cumpla la fecha que el legatario haya marcado para que pueda abrirse su caja. Sin embargo, hay personalidades cuyos legados ya son conocidos por hacerlos públicos ellos mismos. Así, es conocido que Ana María Matute depositó un ejemplar de la primera edición de Olvidado Rey Gudú, el bailarín Víctor Ullate hizo lo propio guardando en la caja el chaleco con el que interpretó El Madrid de Chueca en 1982 con el Ballet Nacional, un reloj de su abuelo y un anillo de su padre, Nicanor Parra, a través de su nieto, dejó a resguardo la máquina de escribir que le acompañó toda su vida y un poema inédito. Quizá el legado más conocido que alcanza las cotas de poética más altas sea el de Luis de Pablo, que legó una partitura inédita para que fuera interpretada tras su fallecimiento.

 

El ministro de Cultura, Méndez de Vigo, junto a Fernando del Paso

 

En la actualidad hay 26 legados, de los cuales, 12 pertenecen a los galardonados con el Premio de Literatura Miguel de Cervantes (Francisco Ayala, Antonio Gamoneda, Juan Gelman, Juan Marsé, José Emilio Pacheco, Ana María Matute, Nicanor Parra y José Manuel Caballero Bonald).

 

La primera apertura ha sido la del legado de Carmen Balcells, agente literaria que dejó su legado a la Caja de las Letras durante un año. Y la siguiente apertura, previsata para el 11 de noviembre de 2017, será la del actor Manuel Alexandre, aunque su contenido no es misterio ya que en su día se supo que depositó el TP de Oro honorífico.

A. Petit

A. Petit

Álvaro Petit Zarzalejos, es periodista y escritor. Fundador y editor de Ritmos 21, ha entrevistado a algunas de las personalidades más relevantes de la cultura española de los últimos años. Como escritor, ha publicado el poemario Once Noches y Nueve Besos (Ediciones Carena 2012) y Cuando los labios fueron alas (Ediciones Vitruvio).

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