L. Torres

Colaboradora

L. Torres es periodista y colaboradora de Ritmos 21.

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Cultura de mínimos

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En su Programa para el Gobierno de España, el PP ha vuelto a mostrar y demostrar su claudicación política en materia cultural. Tan asumido tiene que “la cultura es cosa del PSOE” (sic), que intenta pasar por ella de puntillas, rechazando todo intento de promover un discurso artístico e intelectual que sea distinto al que los socialistas llevan construyendo desde los años 80 y que tanta fuerza cobró, sobre todo, en los últimos años de Aznar en el Gobierno y en los primeros de Zapatero como presidente. Un discurso a veces tan liviano, otras tan pesado, y en todas procazmente atravesado por la ideología que ha instaurado una dictadura: la de lo políticamente correcto. Y como el PP ha asumido tales hechos como si fuesen verdades de fe, el documento que ha elaborado para las negociaciones es, en el fondo y en materia cultural, un camino abierto al PSOE. Es tan de mínimos lo que plantean, olvidándose de temas como el de los toros, por ejemplo, que los socialistas podrán, otra vez, tomarle los pulsos a la cultura y plasmar en ese campo todo su programa electoral.

           

Siempre podrá alegarse que la cultura “no es ni de izquierdas ni de derechas, sino de todos”, lo que no dejaría de ser acudir a un mantra de bonita factura, progresista sonoridad y poco más. Si hay un ministerio en el que se despliegan los intereses partidistas, ése es el de Cultura. Sin embargo, el mantra no está exento de razón en su totalidad. Es cierto que la cultura carece de rango ideológico. Pero obviar que desde el poder pueden promoverse ciertos postulados intelectuales y estéticos –o ético-estéticos –, sería obviar lo evidente, como lo sería creen la cultura no es permeable al exhibicionismo ideológico.

           

Por ello, resulta decepcionante que el primer partido de España haya renunciado a la cultura –ideas, arte, identidad… futuro–, haya renunciado a romper con lo establecido (por su dejadez), y a construir otro discurso cultural, a promover una pluralidad en el supuesto feudo de la socialdemocracia española.