Fernando Alonso Barahona

Razones para el Siglo XXI

Fernando Alonso Barahona (Madrid, noviembre 1961). Abogado y escritor. Jurado de premios nacionales de literatura y teatro. Colaborador en numerosas revistas de cine y pensamiento así como en obras colectivas. Ha publicado 40 libros. Biografías de cine (Charlton Heston, John Wayne, Cecil B De Mille, Anthony Mann, Rafael Gil...) , ensayos (Antropología del cine, Historia del terror a través del cine, Políticamente incorrecto...) historia (Perón o el espíritu del pueblo, McCarthy o la historia ignorada del cine, La derecha del siglo XXI...), novela (La restauración, Círculo de mujeres, Retrato de ella...) poesía (El rapto de la diosa) y teatro (Tres poemas de mujer).

cerrar

Davy Crockett: mito y leyenda

TAGS HollywoodPelículas
Dijo John Ford que “cuando la historia se convierte en leyenda” es mejor contar la leyenda. Pero a veces la leyenda es también historia.

Davy Crockett (1786–1836) es uno de los grandes héroes populares de la historia de Estados Unidos. Aventurero, luchó al lado del general Jackson contra los ingleses, diputado del Congreso por el Estado de Tennesee, su fama se extendió por toda América durante años. Luchó en la Independencia de Texas y murió a los 49 años de edad en la mítica Batalla de El Álamo. A partir de entonces se convirtió en leyenda.

 

El cine se ha ocupado con frecuencia de las hazañas de Crockett, desde la serie de películas producidas por la Disney y protagonizadas por Fess Parker en los años cincuenta, hasta la última y desangelada versión de El Alamo, dirigida por John Lee Hancock en 2003. Pero la mejor encarnación del personaje y del mito es sin duda la del gran John Wayne que en 1960 presentó la gran obra de su vida: la película en la que estuvo inmerso durante diez años y que produjo y dirigió personalmente, titulada El Alamo (The Alamo). La película, con la inolvidable banda sonora de Dimitri Tiomkin, es una obra maestra y hoy se ha convertido en un film de culto.

 

El 9 de septiembre de 1959 un sacerdote católico bendecía en Brackettville (Texas) el inicio del rodaje de El Alamo, la película producida por la Batjac Company (John Wayne, 1907-1979), bajo la dirección del propio Wayne que a su vez encarnaría al legendario Davy Crockett. Completaban el reparto Richard Widmark en el papel de Jim Bowie, Laurence Harvey dando vida al coronel Travis, Richard Boone como Sam Houston, la bella Linda Cristal (Flaca), Frankie Avalon (el muchacho Smitty), Chill Wills, Joan O, Brien, Patrick Wayne, Veda Ann Borg, Jack Pennick… En la fotografía William H. Clothier, y la música estaría a cargo del gran Dimitri Tiomkin. El guión –por último– se debe al buen amigo de Wayne, James Edward Grant. Pero el sacrificio de 185 tejanos en marzo de 1836, masacrados en las ruinas de la antigua misión española de El Alamo (San Antonio de Béjar) por el general y presidente de México, Santa Anna, bullía en la mente de John Wayne desde 1945. El actor encontraba en este episodio de la historia americana enseñado en todas las escuelas e incorporado a la mitología de la nación, un escenario adecuado para ofrecer su visión del mundo a sus contemporáneos. La defensa de la libertad, la trascendencia, el coraje para defender las propias ideas en un mundo asediado por los totalitarismos… Wayne empezó a trabajar en su proyecto, primero en el seno de la Republic Pictures, productora de varios de sus films. A su presidente Herbert Yates le había parecido interesante. A partir de 1948 Wayne crea su propia empresa, la Banjac que asociada con Warner o United Artists comienza a producir títulos interesantes (Hondo, de John Farrow, por ejemplo). El proyecto va creciendo y John Wayne decide lanzarse personalmente a la producción total de la película. Rompe con Republic y se hace cargo de la financiación que compartirá con la distribuidora, United Artists y las aportaciones de diversos empresarios tejanos enamorados de la idea.

 

Finalmente se logran los más de diez millones de dólares precisos para que The Alamo vea la luz (una cifra astronómica para 1959; pensemos que Los Diez Mandamientos de Cecil B. De Mille, filmada en 1955, había costado 12 millones). Inicialmente Wayne pensaba interpretar tan solo a Sam Houston como colaboración especial, pero la distribuidora le presionó para que fuera él mismo el protagonista por lo que tuvo que aceptar.

 

 

Tras el estreno John Wayne que había puesto dinero de su bolsillo amen de hipotecar casi todas sus posesiones, se vio obligado a ceder a United Artists los derechos de la película. La distribuidora exigió recortar el metraje y cerca de media hora fue cortada. Se creía irremisiblemente perdida hasta que en 1991, en Toronto, fue encontrada una copia íntegra que permitió disfrutar de escenas intensas como el cumpleaños de la hija del capitán Dickinson (interpretada por la propia hija de John Wayne, Aissa) o la muerte del predicador Parsons.

 

El buen aficionado puede disfrutar o descubrir esta obra maestra asaeteada de escenas míticas: la primera aparición de Crockett, los diálogos entre Graciela y Crockett frente al gran árbol –símbolo de la vida-, los defensores del fuerte cruzando la línea que Travis ha trazado y aceptando su sacrificio, el general Sam Houston al conocer que no podrá llegar a tiempo para ayudarlos: “Confío que Texas lo recuerde”, o todo el asalto final, una cumbre del cine épico.

  

Algunos mitos han circulado sobre la película. Uno de ellos su supuesto desastre comercial. En absoluto es cierto. The Alamo recaudó más de 12 millones de euros tras su estreno mundial, cifra brillante que la colocó entre las diez más comerciales del año. Lo que sí es cierto es que para recuperar las inversiones que Wayne realizó en la película de forma rápida, ésta debía haber recaudado cifras similares a Lo que el viento se llevó, Los Diez Mandamientos o Ben Hur. Por ello su autor cedió los derechos a United Artists que a partir de 1961 fue la que se benefició de las sustanciales recaudaciones de todos los años posteriores (The Alamo se repuso con honores de estreno en 1967, 1972 y 1981 en todo el mundo).

 

Como con otros personajes heroicos (El Cid en España, sin ir más lejos), a partir del final de la década de los cincuenta se detectaron diversos movimientos de desmitificación.

 

Hasta entonces nadie había puesto en duda la narración de los últimos momentos de Davy. No hubo supervivientes en el bando tejano, exceptuando una mujer, un esclavo y un niño, que no combatieron. El testimonio de los soldados del ejército mexicano y de los historiadores del combate es que Crockett murió luchando, seguramente de herida de bala y muy al final de la batalla. John Wayne recoge básicamente esta descripción en su película; Crockett muere casi al final acuchillado por un soldado mejicano y antes de morir vuela los depósitos de pólvora para que no caigan en manos del general Santa Anna.

 

Es cierto que siempre hubo leyendas fantasiosas y algunas de ellas dieron a Crockett como superviviente. Ya en el periódico Boston Evening Transcript (3 de mayo de 1836) apareció un artículo contando que el coronel Crockett fue dado por muerto por los mejicanos, pero logró recuperarse de sus heridas y huir. Nunca hubo la menor prueba, sin embargo abundaron las aventuras atribuidas al mítico héroe, en una de ellas, Crockett viajaba a la Luna en artefacto al estilo de los imaginados por Julio Verne.

 

En 1955 (publicado en español por el anticuario mejicano Jesús Sánchez Garza) y en 1975 (en traducción inglesa) apareció un escrito de un presunto testigo de la matanza. Se trata del oficial del ejército mejicano que sirvió a las órdenes de Santa Anna, José Enrique de la Peña. En sus diarios cuenta que tras la sangrienta batalla hubo seis supervivientes, entre los que se encontraba probablemente Crockett. Peña escribió que el general Manuel Fernández Castrillón tomó en El Álamo a muchos prisioneros que fueron ejecutados por órdenes del general y presidente mexicano Antonio López de Santa Anna. Crockett, de acuerdo con el testimonio de Peña, fue identificado ante Santa Anna por Castrillón. Se pidió clemencia para él pero Santa Anna rechazó su petición y ordenó que todos los supervivientes fuesen ejecutados. Es raro que el documento permaneciera oculto durante más de un siglo pero aún siendo auténtico, se trataría de un testimonio más que en todo caso debe contrastarse con el resto de documentación disponible.

 

El estudio del historiador Bill Groneman, Defense of a Legend: Crockett and De la Peña Diary, desmonta la verosimilitud del diario y prueba la verdad de la historia tradicional, la narrada por sus contemporáneos y la recogida por John Wayne en su película.

Las críticas al testimonio de De la Peña se fundan en dos puntos claves: en primer término, no hay ningún otro testimonio que asegure que Crockett sobreviviese a la batalla, ni documentación alguna en los archivos del gobierno mexicano. Ninguno de los registros personales de cualquier otra persona presente en la Batalla de El Álamo aporta indicio alguno de que hubiera supervivientes entre los defensores de El Álamo. En segundo lugar, se ha cuestionado si el diario de Peña puede ser una falsificación deliberada con la intención de presentar a Santa Anna con una personalidad aún más perversa que la habitual de los historiadores norteamericanos.

 

De la Peña no podía imaginar que su escrito pudiera servir, más de cien años después, para atacar o menospreciar a Davy Crockett. En realidad tampoco es tan importante el detalle del instante final del héroe, el oficial mejicano simplemente revela que un grupo de hombres fue ejecutado sin piedad por orden del general Santa Anna tras varias horas de duro combate. Lo realmente negativo es que siglo y medio después, algunos hayan intentado desmitificar al héroe manipulando materiales e información.

 

Lo más probable es que Crockett falleciera en los últimos minutos del asedio, habiéndose retirado desde El Álamo a los barracones con una docena de sus compañeros de Tennesee. Dos testigos – finalmente – confirmaron que Crockett murió en combate: Susanna Dickinson, esposa de un oficial (el capitán Dickinson, lugarteniente de Travis) dijo que Crockett murió en el asalto y que vio su cuerpo entre los barracones y la capilla. Igual testimonio declara el esclavo liberado poco antes del asalto, Joe, que vio a Crockett muerto entre cuerpos de soldados mexicanos.

 

Dijo John Ford en El hombre que mató a Liberty Valance, que “cuando la historia se convierte en leyenda” es mejor contar la leyenda. Pero a veces, como en El Alamo -una de las películas favoritas del propio Ford- la leyenda es también historia.