Libro de la Semana

Arde el mar, de Pere Gimferrer

El autor, a través de diferentes máscaras, revela el poliedro de su personalidad con una estética muy cuidada.
Acabo de terminar de leer un libro de poesía. No recuerdo cómo se llama el autor. Me quedo un rato sentado en el sofá, mirando hacia ninguna parte, con la cabeza saturada de imágenes surrealistas, un tornado alegórico que no sé qué representa. Todo un libro me está palpitando por dentro y no comprendo que ha sucedido en mí. Hay ciertas obras que con una primera lectura no basta, hace falta sumergirse de nuevo. Un libro, si no merece la pena leerlo cien veces, no merece la pena leerlo nunca. 

Por encima del gusto personal, “Arde el mar” de Pere Gimferrer, es una obra que no puede dejarte indiferente. De corte vanguardista, sería poco decir que se trata de una obra surrealista. Gimferrer bebe directamente de sus fuentes, sus influencias a las que acude explícitamente para revelarnos el tono característico de cada poema, unas veces tirando hacia el cine, otras hacia la cultura clásica o las artes plásticas. La obra carece de sentido unitario, más bien es un gran collage donde ciertos elementos se van repitiendo, principalmente la pregunta retórica acerca de si mismo. El autor, a través de diferentes máscaras, revela el poliedro de su personalidad, con una estética muy cuidada, y un remarcado gusto por el culteranismo. 

Arde el mar ganó el Premio Nacional de Poesía, cuando Gimferrer apenas contaba con 21 años. Sorprende ver reflexiones acerca del recuerdo, el paso del tiempo, o la creación artísticas de semejante longitud en un poeta de tan escasa edad. Gimferrer puede considerarse uno de nuestros grandes poetas en castellano de la segunda mitad del XX. 
Álvaro Arias

Álvaro Arias

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