Lucas Benet

Acontecimiento y Verdad

Alain Badiou tiene una consideración de los únicos cuatro acontecimientos que son verdaderos. El amor, la ciencia, el arte y la política son el único marco de posibilidad en que ocurren acontecimientos. El saber sólo puede ser simbolizado, sino no cuenta como tal. Para Badiou estos cuatro acontecimientos son el embudo del saber. De lo que tratará este blog será de los acontecimientos verdaderos (desde mis más modestas fuerzas) que acontezcan y su actualidad en el panorama de la cultura humana y mundial. 

 

Lucas Benet (Madrid, 1991) es posgraduado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid. Sus intereses están en el ensayo, el relato y la estampa literaria. Es cinéfilo desde una temprana edad y aprendiz de diversas técnicas artísticas como son el grabado y la escultura. Actualmente investiga sobre la performatividad (el acto de decir transformando o asentando una realidad) y sobre la posible combinación del pensamiento fenomenológico (Husserl y otros) con la Teoría de Sistemas de Ludvig Von Bertalanffy.

cerrar

En la espiral de la vivencia (II)

TAGS Filosofía
Pensémonos pues como trozos de un Universo que se despliega en espiral y que nos acompaña toda nuestra vida hasta que nos separamos de él y retornamos descompuestos a él, sin consciencia ni remordimiento.

Lee aquí la primera parte del artículo.

 

El inmaterial dasein planetario

 

El dasein de Martin Heidegger consiste en la pregunta por el Ser. Y es en este pensar cuando somos una diferencia ontológica: la definición de Hombre cuando esa misma definición nos vive y nos razona dentro y fuera de nuestra corporalidad. Estamos sujetos a algo que piensa en pensarse mientras se vive. Esto es el Hombre: una condición de posibilidad del Ser.

 

Bien, pensemos así el Universo: la cerrazón conceptual del Ser en un mismo sistema. El sistema conceptual del cuál partimos consiste en un pensarse el Universo, siempre desde el ser humano, como vida entre las vidas que nace, se alimenta, se reproduce y muere tal como lo hacen y lo viven las plantas y los animales.

 

Pero ellos no se piensan a sí mismos, son tan sólo reacciones químicas. Las reacciones químicas que ellos viven son tan sólo interacciones con el medio. Pero el privilegio de la pregunta por la interacción y la existencia se da tan sólo en la conciencia humana auto-concebida objetivamente, momento retroactivo sobre el instinto.

 

Este pensamiento es exclusivo de la mente humana, incluso de la enfermada. Pero lo que no está manifestado es que también pertenece a la conciencia democrática. Es el pueblo y la democracia el que tiene el turno de decidir epocalmente qué quiere para su porvenir desde el ahora pluridimensional. El trabajo en equipo, la sutentación del ente social en una misma solidificación intersubjetiva es el momento en que la sustancia social se cierra y permite expresarse dentro de sí misma y por sí misma, desvelando qué cambia en la naturaleza humana desde la congelación de su apariencia. Es en la apariencia aparentemente congelada, quieta y petrificada donde se puede desprender el espacio de pensamiento crítico sobre sí mismo. Es la serenidad lo que excluye la rapidez y la premura para pensar el tiempo que nos atraviesa como entidades excluidas del afuera unidimensional y de adentrarse en las diferentes versiones que este único uni-verso permite dibujar.

 

El nacimiento de la enfermedad mental suele originarse desde la violencia y la vida no vivida. Desde la animalidad que retorna a su expansividad y excluye de su criterio existencial cualquier lógica programática con esperanza de futuro tanto en el organismo como en el espíritu. La mente puede ser un espacio de operatividad donde lo que acontece como ahora es un sucederse de vivencias barradas. Bien, será en el lenguaje nuestro punto de inflexión para la elaboración de un plan curativo de la cultura de masas para transformarla en la cultura del arraigamiento individuado y en un racimo de comunidades. Bien, así se instaura un nuevo pensar, incluso un nuevo poetizar: cada individuo tendrá su propia estructura común y compartida de la realidad en un nuevo versar de su conciencia dentro de los límites culturales del lenguaje articulado y argumentativo. Es en las ciencias del lenguaje donde se puede encontrar cómo podemos encontrarnos narrando nuestra dimensión ontológica para acercarnos a la dolencia psíquica. Esto es hacer de la enfermedad lo ente y el pensamiento una ontología que la registra. Es Heidegger de nuevo quien nos ayuda aquí: será el pensamiento y distanciamiento con la enfermedad mental lo que nos hará pensarla como obstáculo hacia el disfrute.

 

Esta auto-impulsión de la subjetividad herida que se resiste a su enfermedad es algo que bien puede compararse con la cultura como ente social sustantivado. Esto es, hacer de la cultura un organismo auto-regulado cuya inercia es su propia actividad refulgente del espíritu sobre sí mismo, en un absoluto totalizante.

 

A distancia puede verse evidentemente que algo falla en el sistema cultural. La cosa es saber no tanto qué se ve sino cómo se ve: es en la forma la manera en que encontramos el saber metódico, no en la congelación estética de la esencia. Es por tanto el existencialismo un dispositivo cojo si no se aplica a la fluidez de la vida. La vida por tanto exige una comprensión expansiva, tal como es el tiempo que la vive, hacia la comprensión óntica de la misma. Pero claro, dado que la vida no termina sino en la muerte, y dado que la muerte no tiene significado, tan sólo cabe especular sobre el Universo y cómo es posible que la fuerza gravitatoria que nos somete a nuestro propio peso, se da en unas condiciones formales y no modulables. La cuestión será ahora partir del "qué" de las condiciones existenciales del ser humano para dirigirse a la comprensión óntica de su ser, y así comprenderá la verdad y el tiempo en que se desarrolla. Lo que cambia y a la vez no cambia en la Naturaleza serán los principios que Hegel llamó lo lógico: aquello que trasciende cambiando de contenido pero no de forma. La espiral de la existencia, perdida en la proporción aurea, será el modo de comprensión del ser humano en tanto que tentativa o intentiva a comprenderse en su lugar cósmico. Esto es, la vida en tanto que círculos ascendentes hacia el ideal, atravesado por el lenguaje y la mortalidad, para dar con aquello que es efímero y a la vez irradiante, áureo, estructurado, narrable y dispersor...

 

 

O tal y como dijo R. María Rilke en uno de sus poemas:

 

“Vivo la vida en círculos crecientes/ que pasan por las cosas./ El último quizás no lo complete,/ pero lo he de intentar”.

(Trad. Jaime Ferreiro Alemparte)

 

Sólo llegas a donde ya estabas: pero todo está en ese ir llegando. Si esta imagen la multiplicamos en infinitas posibles imágenes nos da como resultado la siguiente:

 

 

Pensémonos pues como trozos de un Universo que se despliega en espiral y que nos acompaña toda nuestra vida hasta que nos separamos de él y retornamos descompuestos a él, sin consciencia ni remordimiento. Es así como se vive hacia la retirada de la enajenación y la espiritualización de la mente consciente de sus limitaciones psíquicas.

 

No tratemos de demostrar al otro que estamos enfermos, tratemos de demostrarnos que aquello que vivimos es irrepetible, irremediable y transitorio. No deberíamos obedecer a ninguna opinión que trate de corregir nuestra vida, ni siquiera la nuestra. Tan sólo hay que vivirse como entidad finita que se define en la muerte, y no antes. Ahora es cuando comenzamos a demostrar que la cura es común, no parcelaria.

 

Por lo tanto no justifiquemos nuestra enfermedad cultural como algo irremplazable, sino como un tránsito por el que estamos pasando y por el que el Ser se transforma en organismo consciente que se decide o ejecuta en un pensamiento.

 

Aquí está el paralelismo entre la enfermedad mental y la cultural: ambas son finitas, ambas están condicionadas por los genes y los memes (luego las dos se retroalimentan). Habrá que salir de la atmósfera de miedo y desilusión para adentrarse en la histeria, para posteriormente conocer las vías por las que podemos embarcarnos y decidirnos a atravesar realidades que nos aseguren una vivencia autentificada, sin miedo del recorrido que dejamos atrás ni del proyecto curativo que nos propongamos. Pues si lo primero es trabajo subjetivo, lo segundo es trabajo objetivo: pero los dos polos se transforman entre sí y se desarrollan mutuamente en una dialéctica simétrica de creación y transformación del Ser.

 

Ahora bien, nuestra comprensión del cosmos es limitada. Nuestra ambición es la de alcanzar a comprenderle dominándolo. El Universo sólo tiene una versión de si mismo en tanto que acaece en el ahora, pero pueden ser otros olvidados o no-experienciados que se retrotraen a un origen sistémico, adyacente a su tiempo y dimensión, que no sea otra cosa que el lugar del tiempo en el sistema, y no el sistema en el tiempo. Sin duda el pensamiento dialéctico es importante en este concepto, pues tenemos que considerar el sistema no sólo como condición del tiempo, sino también como negación de la diferencia entre los conceptos de tiempo absoluto y tiempo relativo.

 

El ahora se puede programar si se dispone de la ingeniería suficiente como para controlar los aspectos interesantes del sistema que afectan positivamente a la conciencia humana. La técnica a emplear sería una mega-máquina al servicio de lo local, un sueño de la tecnología democrática que actualmente está abierta contaminando el planeta entero. Si se lograse cerrar, haciendo de la apertura contaminante una cerrazón sistémica en el que la entropía del sistema se recuperase en la actividad del cierre, ello sería una apertura de posibilidades para encontrar una vida mucho más auténtica en tanto que control de lo global desde el momento local e histérico del dolor sistémico. Así, el individuo histérico es el síntoma del dolor sistémico.

 

La actual concepción del tiempo puede disparar nuestro intelecto hacia una nueva manera de entendernos: seres biológicos mortales dentro de un cosmos de infinitas temporalidades y configuraciones tanto materiales como mentales. Esto nos da un uso de la racionalidad hacia el Ser que se puede tornar en tanto que sistema regulado por una consciencia democrática. Así, la consciencia democrática efectúa la sucesión de consciencias sabias y dominadoras de la técnica del tiempo sistémico en un oscilar de las eras democráticas: desde la izquierda a la derecha con tal de que la respuesta consciente y democrática se ejecute en orden a un programa democrático comunitario. Pero atención aquí, el pre-programa consciente de la técnica siempre es negado por la realidad: habrá de ser la consciencia democrática más elaborada la que ejecute una toma de decisiones satisfactoria para todos aquellos interesados en el devenir sistémico de la consciencia democrática temporal y gradual. Esto es lo que nos diferencia de los animales: que tendemos al entendimiento por encima de la diferencia.

 

Interferencias conscientes entre los sistemas: del animal al humano

 

 

La interferencia entre los sistemas se da cuando la dinámica de uno no se corresponde con la del otro. Esto significa que el sistema de la consciencia humana no siempre responde a la totalidad del Ser. Esta diferencia entre sistemas hace del ser humano un ser que se resiste a ciertas dinámicas sistémicas, pero en caso de que las conozca puede controlarlas con tecnología suficientemente adecuada. Esta diferencia ontológica de los sistemas que es el humano en tanto que interferencia o punto de conexión entre sistemas adversos y excluyentes puede ser la llave de acceso a la hora de comprender la conciencia. Así entendida la conciencia, podríamos ilustrarlo fácilmente con complejas dinámicas totalizadas que consisten en la interconexión presente de sus elementos para el propio funcionamiento. Esto genera la oportunidad no sólo de comprender la conciencia, sino de expandirla y de darle un uso democrático en tanto que sistema auto-regulado en el que no sólo intervendrían las opiniones de cualquier ciudadano, sino también el circuito vital de cualquier planta o animal, siendo esto el resultado de una compleja dinamización del tiempo en tanto que vacío llenado de existencia sistémica y dinámica que complejiza las relaciones eco-dependientes e inter-dependientes de todos los seres vivos. Dicho esto, se llega al punto de poder extender la conciencia a todo el sistema, como si de un cubo de rubik se tratara, para poder conectar todo el Ser a la autoconsciencia, con tal de que momentáneamente y en un acto relampagueante se tratara, podamos inducir el comportamiento sistémico y expansivo del Ser en tanto que alineación de sí para su uso y control humano. Y esto sería posible según una mimetización con el comportamiento natural del Ser (biomímesis).

 

El vacío de la experiencia del ahora tiene una relevancia en el ser humano por encima de otros seres vivos. Se trata de una experiencia nunca llenada o siempre carente. Es un momento del Ser que se torsiona sobre sí mismo, como si de una dobladura de un plano se tratara, durante el cuál se apunta hacia nuevas experiencias o vivencias siempre vividas en un presente hacia el que estamos empujados. Bien, esta torsión del Ser es la autoconciencia humana y esa disparidad de planos de tiempo es sencillamente una separación o interdicción entre sistemas temporales y retroalimentados que interaccionan y colisionan.

 

Esta conciencia humana concebida como interferencia des-sincronizada de los sistemas en tanto que disparidad de elementos en temporal interacción, no hace otra cosa que devenir en una relación desintegradora. Esta relación por desintegrar es una constante pugna contra la desaparición. Esta afirmatividad del ser humano sobre el vacío de su subjetividad es un planteamiento fichteano en primer lugar, y hegeliano en segundo lugar, con el que se trata de confrontar el invasivo Ser hacia una ordenación consciente y nunca totalitaria de su devenir hacia la conversión material de la idea.

 

Cual planta que crece abonada por una organicidad química autoconsciente, la conciencia humana puede alterar dentro del "Antropoceno beato" la realidad hacia una afirmación democrática del pueblo y de los animales vivos como un buen encaje en los ecosistemas que se despliega naturalmente desde el brote histérico hacia la Nada por des-nadear, y así vivir en el sentido más pleno y originario. Esta vida supone una afirmación brote hacia la Nada por des-nad vivir en el sentido más pleno. Esta vida supone una afirmaci el brote hacia la Nada por des-nadón de la mega-máquina de la existencia hacia un arrastre consciente de la materia para su mecanización técnica que llena la Nada técnica y ontológica contra el invasivo Ser (con invasivo Ser me refiero a, por ejemplo, el derretimiento de la tundra debido a la contaminación y su consiguiente liberación del gas metano y enfermedades) que no puede ser domeñado, sino tan sólo dirigido hacia la consciencia humana de un presente futuro por clarificar y por vivir en el ahora, ordenado bajo un concepto técnico ramificado hacia todo el Ser.

 

Coda: linaje intencional

 

La sociedad es un conjunto de sistemas subjetivos que se eyectan uno sobre otro por el camino del sentido y del placer, no del dolor y la desazón.

 

La intencionalidad en Husserl puede aplicarse tanto al arte como a la ciencia. La técnica es lo común y filosófico del aspecto. Y es de lo que nos adueñamos en este escrito.

 

Quien quede fuera de la dinámica del placer es un estorbo para la evolución de la especie. Es importante disfrutarse, nacerse, precipitarse sobre el goce y reestructurar las coordenadas simbólicas que nos mantenían suspensos y tambaleantes.

 

¡Jocosos del mundo, unámonos una vez más por aclararnos!

 

Fuera trabas burocráticas, fuera herencia económica: escribamos las leyes del ser por dentro, y no dejemos que ellas se interpongan en el envío del individuo hacia su programa existencial.

Comentarios