Fernando Alonso Barahona

Razones para el Siglo XXI

Fernando Alonso Barahona (Madrid, noviembre 1961). Abogado y escritor. Jurado de premios nacionales de literatura y teatro. Colaborador en numerosas revistas de cine y pensamiento así como en obras colectivas. Ha publicado 40 libros. Biografías de cine (Charlton Heston, John Wayne, Cecil B De Mille, Anthony Mann, Rafael Gil...) , ensayos (Antropología del cine, Historia del terror a través del cine, Políticamente incorrecto...) historia (Perón o el espíritu del pueblo, McCarthy o la historia ignorada del cine, La derecha del siglo XXI...), novela (La restauración, Círculo de mujeres, Retrato de ella...) poesía (El rapto de la diosa) y teatro (Tres poemas de mujer).

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Bienvenido Mr. Heston

Charlton Heston en El Cid

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Charlton Heston es recordado con cariño y nostalgia por todos los que le conocieron en España. Su paso por Torrelobatón, Colmenar, Manzanares el Real o Peñíscola ha dejado una estela de bonhomía, de calidad humana y de respeto artístico.

El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana…

 Al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga…

 

Castilla, Manuel Machado.

 

El Festival de Cine de Madrid-PNR ha seleccionado el largometraje documental Bienvenido Mr. Heston en su 25ª edición para la Sección Oficial Largometrajes PNR. Esta selección supone el estreno en Madrid y opta al Premio del Público. Pero esta película de Pedro Estepa Menéndez, licenciado en Comunicación Audiovisual, y Elena Ferrándiz Sanz, licenciada en Comunicación Audiovisual y Técnico Superior en Realización de Audiovisuales y Espectáculos ya tiene un largo recorrido tras su rodaje en 2014. Así, el documental fue seleccionado para competir en la Sección Oficial del Festival de Rhode Island (USA) por el Gran Premio a la Mejor Película Documental. Posteriormente se exhibió en Seminci de Valladolid y su peregrinaje cultural le ha llevado ciudades como Alicante, León, Medina del Campo o Santander.

 

Bienvenido Mr. Heston es un esfuerzo personal de su autores, enamorados del cine y cautivados por esta obra maestra que en 1961 se rodó en España fascinando a cuantos tuvieron la fortuna de asistir a su rodaje. El documental ha contado con un presupuesto de apenas 22.000 euros pagados de su propio bolsillo y se ha rodado durante el tiempo libre de sus creadores.

 

Fruto de dos años de un intenso trabajo tras las huellas de El Cid encarnado por Charlton Heston, para Estepa y Ferrándiz ha sido desde el principio «un sueño casi inalcanzable que se está haciendo realidad». Su objetivo era que lo viese el mayor número de personas posible» así como «poner en valor la riqueza cultural, paisajística e histórica de nuestro país.

 

 

Torrelobatón es la localidad vallisoletana donde se rodaron las primeras secuencias de la película de Anthony Mann: el momento en que los moros prisioneros entraron en Valladolid y Rodrigo Díaz de Vivar pregunta a su padre qué hacer con ellos. El padre le replica que son sus prisioneros y él debe decidir. Entonces Rodrigo, desafiando las costumbres de guerra, decide liberar a sus prisioneros haciéndoles antes prometer que no volverán a combatir contra el rey Fernando.  

 

El hilo conductor de todo esta amalgama de contrastes, que supone el glamour de Hollywood traído a España por Samuel Bronston y un pueblo del interior en la España de 1961, es la crónica de El Norte de Castilla firmada por Antonio Hernández Higuera y publicada el 23 de abril de 1961. El actor Emilio Gutiérrez Caba es el encargado de poner voz al documental.

 

En Bienvenido Mr Heston escuchamos a vecinos del lugar que aún recuerdan de forma nítida el rodaje, el despliegue de medios y la presencia carismática de Charlton Heston. Junto a ellos colaboran el director artístico Gil Parrondo (ganador de dos Óscar por Patton y Nicolás y Alejandra), quien definió sus años junto a Samuel Bronston como «los mejores de mi vida». Precisamente a él se debe que el productor estadounidense eligiera Torrelobatón, localidad que conocía de sus meses de servicio militar en Valladolid.

Emotivas son las entrevistas con Andrea Bronston (hija de Samuel) y Fraser Heston, que acompañó a sus padres Charlton y Lydia Clarke, durante todo el rodaje de El Cid, y quien según varios vecinos, solía vestir de vaquero en el set. Fraser contaba apenas seis años cuando Anthony Mann rodaba El Cid.

 

La película, estrenada en noviembre de 1961 -y de la que he hablado ampliamente en mis libros: Charlton Heston (Cileh, 1992), Charlton Heston, la épica de un héroe (Eiunsa, 1999) y Anthony Mann (Film Ideal, 1997)-, supuso el mayor éxito artístico y comercial de la empresa Bronston. Rodada de forma majestuosa por Mann, sabe combinar el intimismo de las secuencias entre Heston y Jimena (bellísima Sofía Loren) con la épica de las batallas hasta alcanzar ese inolvidable desenlace de la batalla ganada después de muerto, sin duda uno de los instantes más memorables de la historia del cine. Y El Cid está repleto de estos momentos mágicos que asaetean literalmente toda la película (el duelo de Calahorra, la reconciliación y la despedida de Rodrigo y Jimena, la jura de Santa Gadea y, por supuesto, la toma de Valencia con la llegada final del rey Alfonso al lecho del Cid, herido de muerte).

 

Charlton Heston (1923-2008) es recordado con cariño y nostalgia por todos los que le conocieron en España. Su paso por Torrelobatón, Colmenar, Manzanares el Real o Peñíscola (donde se rodó la última parte de la batalla de Valencia) ha dejado una estela de bonhomía, de calidad humana y de respeto artístico.

 

Heston es una leyenda del cine con un puñado de obras maestras en su haber que han pasado a la historia del Séptimo Arte, leyenda, icono de varias generaciones y un actor de cine y teatro extraordinario. Como bien supo ver su admirado Orson Welles que un día le proclamó capacidad para convertirse en el mejor actor americano de la segunda mitad del siglo XX. Destacó en melodramas como Pasión bajo la niebla (Ruby Gentry, 1952) del gran King Vidor, westerns como Pony Express, de George Marshall, u Hoguera de odios (Arrowhead), de Charles M. Warren, amen de ese clásico del cine de aventuras que es Cuando ruge la marabunta (The naced jungla, 1953), de Byron Haskin. Pero tal vez nunca hubiera logrado el máximo estrellato de no ser por el mítico Cecil B. de Mille que le seleccionó siendo apenas conocido en 1952 para El mayor espectáculo del mundo (The greatest show on Herat) –Oscar a la mejor película– y en 1955 para la monumental Los Diez Mandamientos (The Ten Commandments). Su papel de Moisés en esta gigantesca obra maestra estrenada en 1956, que ha cruzado épocas y generaciones sin perder un ápice de su atractivo le hubiera garantizado por sí mismo un lugar en la historia.

 

Pero la carrera de Charlton Heston acababa de entrar en su período de gloria: Horizontes de grandeza (The Big Country, 1957), de William Wyler; Sed de mal (Touch of evil, 1958), la obra maestra de Orson Welles que pudo filmarse gracias al empeño personal del actor; y el punto culminante, la colosal Ben Hur, de William Wyler, galardonada con once Oscar en 1959 (entre ellos el del propio Heston) y que es junto a Los Diez Mandamientos y El Cid una de las mejores películas jamás filmadas.

 

Sam Bronston le llamó para la mencionada y fabulosa El Cid (1961) a la que siguió 55 días en Pekín (55 days at Peking) de Nicholas Ray. Con su rostro pétreo, su mirada penetrante y un carisma a flor de piel, Heston –modelado en el teatro de Shakespeare y en los grandes clásicos a los que volvía de vez en cuando sobre las tablas– era el intérprete ideal para el cine épico. Y junto a su galería de Moisés, Judah ben Hur o Rodrigo Díaz de Vivar, compuso excelentes creaciones de Miguel Angel: El tormento y el éxtasis (The agony and the ecstasy 1965) de Carol Reed, Juan Bautista, La historia más grandes jamás contada (The greatest store ever told, 1966) de George Stevens, Richelieu (Los tres mosqueteros, de Richard Lester), Enrique VIII (El príncipe y el mendigo, de Richard Fleischer), el general Gordon (Khartoum de Basil Dearden) o Santo Tomás Moro (El poder del triunfo, dirigida por él mismo).

 

En la década de los sesenta fue el artífice de la puesta en marcha de obras maestras como El señor de la guerra (The war Lord, 1966) de Franklin J.Schaffner, Mayor Dundee (1965) de Sam Peckinpah y Will Penny (1967) de Tom Gries, una de sus mejores interpretaciones como un vaquero rudo y analfabeto. Pero su nueva inyección de gloria llegó con la mítica El planeta de los simios (Planet of the apes, 1968), de Franklin J.Schaffner, cuya escena final ante la Estatua de la libertad es una de las imágenes del siglo XX. Y en el nuevo género de la ciencia ficción: El último hombre vivo (The omega man, 1970) de Boris Sagal, Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, 1973) de Richard Fleischer… a los que siguieron historias de catástrofes como la popular Terremoto (Earthkaque, 1974) de Mark Robson o bélicas: La batalla de Midway (Midway, 1976) de Jack Smight.

 

Charlton Heston, gran amante de España (como recoge en sus memorias) hablaba español con cierta pericia y junto a su época con Bronston, rodó en España en régimen de coproducción la entrañable La selva blanca (1972) de Ken Annakin, y su primera película como director, la magnífica y muy personal adaptación de Shakespeare: Marco Antonio y Cleopatra (Anthony and Cleopatra, 1972).

 

Charlton Heston representa en la historia del cine –y en la propia imaginería del siglo XX– la imagen del héroe clásico, del hombre esforzado con capacidad de liderazgo que podía conducir al pueblo de Israel en Los Diez Mandamientos o a sus fieles ejércitos en El Cid. Pero era asimismo un extraordinario actor, no siempre reconocido y un hombre con el valor suficiente como para expresar su pensamiento, aunque fuera políticamente incorrecto. Junto a John Wayne, James Stewart, Gary Cooper y muy pocos más fue el más grande de todos. O mejor dicho, lo sigue siendo, porque sus películas, como las leyendas, permanecerán en la actualidad, al menos mientras siga existiendo el cine.