Renato Salas Peña

Los ojos de Tiresias

Renato Salas Peña (Lima 1971). Se dedica a la Docencia universitaria. Ha publicado los poemarios: Desde El Colchón, Lima-Vitarte y Corsé.

Fundó el grupo cultural Cultivo-Arte.

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Fiesta Trova

En una de esas noches de apagón (tan comunes en la Lima de los 80) sintonizaba al lado de un camarada de 15 años, Radio La Habana, una emisora que se nos cruzó en el dial –imagino por algún error de las ondas sonoras-. Y a partir de ese momento la hicimos compañera nocturna de nuestra barrosa adolescencia.

 

Jamás olvidaré la primera canción que escuché aquella negra noche: Yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentada… dispararé las primeras balas…renacerá mi pueblo de sus ruinas… Aún no tenía la menor idea que el autor de ese tema era el gran Pablo Milanés. La historia llegaría después.

 

Lima-Perú, año 1986, a punto de cumplir 15 años de vida y el gobierno aprista anunció lo que para mí se transforma en el único acierto de su desastrosa gestión: SICLA (La Semana de integración Latino americana). Cuando me enteré que llegarían Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Mercedes Sosa, León Gieco, intillimani, Fito Paez (con su teclado de juguete), Juan Carlos Baglieto y muchos más. Planeé mi mapa de ruta musical, separé mis pasajes en los micros destartalados, falsifiqué la firma de mi padre en la agenda escolar –ya se lo confesé- y me colé a cuanta presentación pude (no olvidar que los apristas tenían todo controlado: quiénes entraban, quiénes salían, todo, me entienden, ¿no?).

 

Mientras mis amigos, ya empezaban a escuchar el primer álbum de Soda y a menearse con Mi novia tiene bíceps, yo buscaba desalambrar y volver a los 17 que aún no tenía o buscar ese unicornio azul en una calle liberada dando giros y giros que hasta el momento era lo único que me embriagaba; aunque, la hierba de los caminos ya aparecía en el camino y solo le pedía a dios que no me la vayan a ampayar.

 

Como entenderán era un muchacho de 15 años algo extraño (excluido de los quinceañeros) y lógico, bailar Canción con todos, no estaba en los planes de la gente de mi edad y menos soñar con serpientes cuando podíamos soñar con Sabrina –sí, la de boys, boys, boys-.

 

Y así fue pasando el tiempo, conocí a chicos raros como yo (sumé a Sui Generis a la lista, tampoco bailable), fundamos Cultivo-Arte (cerca de 12 a 15 adolescentes, también excluidos de las fiestas), conseguimos chicas que no tuvieron quinceañero y entre todos hicimos nuestras primeras fiestas a las cuales sí fuimos invitados y bailamos –bueno, algo parecido al baile-.

 

Hoy con 44 años de edad, sigo escuchando las mismas canciones, y de cuando en vez hasta me animo a bailarlas -o algo así-. Mi compañera me acompaña con su devota comprensión, y hasta mis príncipes enanos cuando el tráfico de Lima nos embotella buscan en el usb una de Silvio: para relajar el camino, creo que yo a estas alturas, lo escucho para calmar mi conciencia.

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