Ópera de Benjamin Britten

El barco de Billy Budd desembarca en el Teatro Real

Foto: Teatro Real.

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La ópera del navío de Benjamin Britten se estrena en Madrid en 10 únicas funciones.

Benjamin Britten recibió un importante encargo de la Royal Opera House: hacer una ópera que fuese la estrella del Festival of Britain de 1951. Para ello se sumergió en la obra literaria de Herman Melville, autor de Moby Dick. Ahí encontró el descifrable relato póstumo Billy Budd, Foretopman.

 

De aquella novela extrajo algunos temas que les serviría para poner música a la ópera homónima, como el mar, la belleza juvenil, la reprimida sensibilidad homosexual, la confrontación incesable entre el bien y el bar, o el sentimiento de culpa. Ahora, el Teatro Real acoge Billy Budd hasta el 28 de febrero en 10 exclusivas funciones.

 

Para la creación y edición del libro, uno de los más influyentes de la historia de la literatura de la ópera- Britten gozó del apoyo literario del escritor Edward Morgan Forster, y la sensibilidad de la dramaturgia del director Eric Crozier. Así, el inquietante cuento de Melville transcurre en un navío de guerra inglés, el Indomable, en 1797, durante la guerra con la Francia revolucionaria.

 

En él embarca Billy Budd, un atractivo y cándido marinero, cuya frescura y belleza son un revulsivo para la tripulación oprimida, desestabilizando igualmente a los mandos superiores ─el respetado capitán Vere y el pérfido maestro de armas John Claggart─, desconcertados con los sentimientos contradictorios que les provoca la irrupción del bondadoso efebo en su sórdido mundo. La compleja trama entre estos tres personajes, y sus relaciones con el resto de la tripulación desencadena el fatal destino de Billy Budd, víctima de una perversa maquinación, en un microcosmos infectado por la injusticia, la humillación, la revuelta y el odio.

 

Britten da voz a los integrantes de este buque infernal con una admirable escritura vocal y una magistral orquestación. Utiliza la gran orquesta como si fuera una agrupación de música de cámara, buscando el color sonoro más apropiado para cada momento dramatúrgico, en detrimento de la utilización de la masa orquestal, que incluye arpa, clarinetes bajos, contrafagot, saxofón, un nutrido grupo de metales y muchos y variados instrumentos de percusión (seis intérpretes). Una vez más el compositor recurre a los interludios orquestales, como en su ópera Peter Grimes, que adquieren especial transcendencia cuando la música llega donde no alcanzan las palabras.

 

La dirección musical en el Teatro Real viene de la mano de Ivor Bolton, y la puesta en escena de Deborah Warner, gran dama de la dirección teatral británica, muy admirada en España por sus montajes teatrales, pero todavía desconocida aquí como directora de ópera.

 

Redacción

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