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'Dejar de ser', el primer poemario de Carlos Asensio

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El primer libro de poemas de Carlos Asensio está formado por 10 textos escritos en prosa poética y con prólogo del polifacético artista Niño de Elche.

Dejar de ser, primer libro de poemas de Carlos Asensio, formado por 10 textos escritos en prosa poética y con prólogo del polifacético artista Niño de Elche, saldrá a la venta a mediados de diciembre de la mano de Chiado Editorial.

 

El libro narra, en clave poética, los entresijos del camino hacia el propio ser, hacia el autodescubrimiento: conocerse y sentirse, aceptarse, pero también cambiar, fundirse con otra persona y dar nacimiento a lo que podríamos llamar un ser nuevo.

 

Quién es Carlos Asensio

Carlos Asensio nació en Mallorca en 1986. Es licenciado en Sociología y Ciencias Políticas, poeta y escritor, y director de Marketing en una editorial. Lleva más de 15 años cultivando todo tipo de géneros (poesía, relato, novela, ensayo) y participando en todo tipo de proyectos artísticos, entre ellos la reciente antología de poesía española Y lo demás es silencio, vol. II (Chiado Editorial, 2016).

 

Napoleón es una muestra de los primeros poemas que escribió y que está incluida en el poemario. Habla de dejarse llevar, de sucumbir al sentimiento, de dejar atrás miedos y perder para poder ganar. Para poder dejar de ser. Este poema lo escribió cuando ni siquiera pensaba en formar un libro con todo lo que iba escribiendo. Dice así:

 

Noche y luna formando una única taquigrafía. Taquigrafía del aire, del lamento.

 

Ahora es el momento de ver pasar los deseos. De otorgar vida a lo que nunca la tuvo.

 

¿Y qué más puedes esperar? ¿A qué vigilia recurrir?

 

En noches como ésta, en las que el olvido bien argumenta y el recuerdo mal se defiende, el cielo siente clamar a la incertidumbre.

 

Pero soy yo, no eres tú.

 

Soy yo, el que sonríe con boca de gato de Cheshire y relampaguea cien veces por minuto su mirada.

 

Soy yo, el que te toca y te mira como inhalando un embriagador perfume.

 

En esto no eres tú la fuerza hostil y opresora, sino la fugaz víctima; quizás perecedera, quizás inmortal.

 

Soy yo, en este baile del recuerdo, el que pide tu mano y recoge tu sonrisa para desplazarte por la improvisada pista, despertando envidias y recelos.

 

En esto ya no eres tú; nunca lo fuiste.

 

No fuiste tú quien hechizaste con tu afinada artillería a la ingenua caza. ¡Y ni siquiera recomendaste la tierra para aplacar el deseo!

 

Y entonces llegó Napoleón. Con él la rendición. Tras él, la virtual derrota.

 

Con ella llegó el hipotético final, uno como cualquier otro.

 

En el eterno girar del tiempo, en el circular movimiento del mundo conocido, aquel final no representó sino el principio de otra cosa. Porque no existe un fin único ni una sola posibilidad.

 

Uno siempre debe decidir entre luchar y rendirse, entre sucumbir o vencer. Pero el que piensa, el que escribe, el que aguarda, no quiere conocer el fracaso.

 

Porque al final sólo somos instinto mal disfrazado de razón. Animales camuflados en suaves cuerpos. Seres que respiran, aspiran y expiran.

 

Y yo aspiro a las estrellas.

 

J’aspire à l’instant précieux.

 

Aspiro al mar de la inconsciencia, a la desaparición del yo.