Topología de la violencia

“La depresión es la enfermedad del hombre democrático”

Byung-Chul Han

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Byung-Chul Han en su libro 'Topología de la violencia' diagnostica, a medio camino entre la psicología y la política, una sociedad hiperactiva donde el exceso de libertad acaba por transformarse en una sociedad tendiente a la depresión.

Byung-Chul Han (Seúl, 1959) estudió Filosofía en la universidad de Friburgo y Literatura alemana y Teología en la Universidad de Múnich. En 1994 se doctoró con una tesis sobre Martin Heidegger. En la actualidad es profesor de Filosofía y estudios culturales en la Universidad de las Artes de Berlín.

 

Han escribe que la Modernidad no se define precisamente por una aversión a la violencia: “La violencia sólo es proteica. Su forma de aparición varía según la constelación social. En la actualidad muta de visible en invisible, de frontal en viral, de directa en mediada, de real en virtual, de física en psíquica, de negativa en positiva, y se retira a espacios subcutáneos, subcomunicativos, capilares, y neuronales, de manera que pude dar la impresión de que ha desaparecido”. Han parte de conceptos como la tortura en Grecia y atina posteriormente a que “la violencia es, en efecto, la primera experiencia religiosa”. Dividido además en Macrofísica y Microfísica de la violencia apunta a una estructura del poder y de la violencia enraizada en la Modernidad cansada con la economía y sus estructuras.

 

En una sociedad en la que se tiende a  eliminar la negatividad del otro o del extranjero, escribe Han, el proceso de globalización sin embargo acrecienta la violencia positiva que se manifiesta a través de la sobrecapacidad, la sobreproducción, sobrecomunicación, hiperatención e hiperactividad. ¿Pero qué es esto de la violencia positiva? Han explica, a través de unos pasajes donde se coge tintes a medio camino entre C. Schmitt, S. Freud y S. Zizek: “La violencia sistémica como violencia de la positividad no está dotada de la negatividad del obstáculo, del rechazo, de la prohibición, de la exclusión o la supresión. Se manifiesta como abundancia y masificación, como exceso, exuberancia y agotamiento, como hiperproducción, hiperacumulación, hipercomunicación e hiperinformación. Su positividad hace que no se perciba la violencia. La violencia no conlleva únicamente una falta, sino también una desmesura, no sólo la negatividad del no-deber, sino la positividad del poderlo-todo”. De todo esto se sigue que la violencia de la positividad es más traidora que la violencia de la negatividad, puesto que esta se ofrece como libertad.

 

El homo liber sería entonces el sujeto de esta violencia positiva autoinfligida instaurada dentro del sistema capitalista neoliberal: “El sujeto de rendimiento de la Modernidad tardía no se dedica al trabajo por obligación. Sus máximas no son la obediencia, la ley y el cumplimiento del deber, sino la libertad, el placer y el entretenimiento”. “También la economía del capital comparte otro parecido sorprendente con la economía arcaica de la violencia. Deja fluir dinero en vez de sangre. La sangre y el dinero comparten una esencia común”.

 

Su diagnóstico psíquico es la depresión: “La depresión es una melancolía a la que se le suma la igualdad, es la enfermedad par excellence del hombre democrático.(…) El depresivo es aquel que está agotado de su soberanía...”

 

Su obra se basa en un diagnóstico sociológico en su exceso de positividad también como Narcisismo y autorreferencia. En un artículo en El País, Han apuntaba a la situación española: “Creo que no solo Grecia, también España, se encuentran en un estado de shock tras la crisis financiera. En Corea ocurrió lo mismo, tras la crisis de Asia. El régimen neoliberal instrumentaliza radicalmente este estado de shock. Y ahí viene el diablo, que se llama liberalismo o Fondo Monetario Internacional, y da dinero o crédito a cambio de almas humanas. Mientras uno se encuentra aún en estado de shock, se produce una neoliberalización más dura de la sociedad caracterizada por la flexibilización laboral, la competencia descarnada, la desregularización, los despidos”.

 

Han descubre en las nuevas estructuras del poder económico esta violencia transparente, diluida, positiva e inmanente al sistema neoliberal, en un ejercicio que bien se parece a los últimos diagnósticos filosóficos a los que venimos accediendo que dan respuestas tardomodernas a una sociedad y un circuito y un flujo imparable y casi impensable.

Paula López Montero

Paula López Montero

Paula López Montero, Madrid, 1993. Crítica cultural, ensayista y escritora. Colabora en la crítica cinematográfica de la revista Cine Divergente, y ha apoyado proyectos emergentes como la red cultural Dafy, y promovido y organizado eventos poético-musicales en la capital. Es editora del suplemento de poesía Verso Blanco, de Ritmos 21.

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