Entrevista a Antonio Daganzo

"Hay cadenas privadas de televisión en este país que no han emitido una sola nota de música clásica"

RitmosXXI.com ha tenido el placer de entrevistar a Antonio Daganzo, en una de las mejores terrazas de Madrid, al hilo de su nuevo libro CLÁSICOS A CONTRATIEMPO (La música clásica en la era "pop-rock). Este poeta nos habla de las claves de su ensayo y de su visión de la música clásica en el panorama cultural actual.
Con un Madrid que se derrite, en pleno Paseo de la Castellana, RitmosXXI.com tuvo el placer de entrevistar a Antonio Daganzo con motivo de su último libro Clásicos a contratiempo. La música clásica en la era pop-rock (Ediciones Vitruvio, Madrid, 2014). Un lúcido y ameno ensayo, con ilustraciones de Eugenia Ábalos, que no es sino una gran transgresión: reivindicar la música clásica como patrimonio cultural de todos y no de una minoría selecta; como un elemento de disfrute.
 
Daganzo (Madrid, 1976) es poeta, narrador, periodista y divulgador cultural. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, dentro de su producción poética destacan los títulos Siendo en ti aire y oscuro y Mientras viva el doliente. En su faceta de divulgador cultural, su actividad se ha centrado en la música clásica. Tras una década en la radio, este periodista madrileño llega a las librerías de España con un mensaje claro: la música clásica tiene cabida en la sociedad de hoy.
 
Amenizada la charla con refrigerios varios que nos salvan de la deshidratación, comenzamos.
 
María Rodríguez Lefler. A caballo entre el ensayo divulgativo y la reivindicación, ¿cómo explicarías tu libro?
Antonio Daganzo. Me gusta decir que Clásicos a contratiempo es un ensayo literario porque el estilo es el que marca el contenido de los capítulos, no hay un esquema fijo, y creo que es aquí donde reside el secreto de que sea un ensayo literario. Se compone de una introducción -donde desarrollo las claves para acercar este tipo de música al público-, más dos bloques de diferentes semblanzas de compositores: el primero, bajo el título de Los caprichos de Euterpe, consta de 25 compositores extranjeros, y el segundo, Los caprichos de Euterpe por España, son 10 capítulos dedicados a compositores españoles.

MRL.  Los más desconocidos…
AD. Sí, así es. Además, esta última parte es muy importante para mí, porque creo que lo que ha podido distinguir mi labor como divulgador musical ha sido la atención que yo siempre he prestado a la música clásica española. Como tú dices: la menos conocida.
 
MRL. Pero el libro no es solo un ensayo literario.
AD. No, no es solo eso. Tampoco es un manual al uso ni una guía de audición, pero sí que tiene algo de eso; tiene un poquito de todo. Creo que es un libro cuyo interés radica en que va al centro de los compositores, a lo interesante tanto de sus vidas como de sus obras. Mi propósito ha sido plasmar mi visión, mi aproximación al mundo de la música clásica.

 

MRL. ¿Y cómo se presenta un tema a priori tan sesudo como ése?
AD. Tras mi experiencia, algo que he sacado en claro es que la mejor forma para divulgar un tema es ofrecer las claves para hacerlo hoy: se trata de trazar un fresco histórico evolutivo que consista en ver cómo los géneros y los estilos musicales van evolucionando a medida que vamos pasando revista a una nomina de compositores lo más jugosa posible. Con este ensayo he querido derribar todos los prejuicios y allanar el terreno sobre este tipo de música. Al comenzar Clásicos a contratiempo se entra en un maravilloso mundo del que ya no se puede salir. Es una invitación a gozar de los compositores, de su vida y de sus obras.
 
MRL. ¿Cómo plantear hoy un ensayo de música clásica a una sociedad que, parece, la ha abandonado por completo?
AD. Se trata de incluir en un imaginario sonoro amplio también los grandes hitos de la música clásica. La industria cultural ha hecho un uso sistemático de géneros como el Pop o el Rock, que, musicalmente hablando, no han aportado novedades sustanciales desde hace mucho tiempo, y que precisamente siguen tan vivos por el apoyo que les ha brindado la industria cultural. El estilo de música del que hablamos no es fácilmente comerciable, por lo que la industria musical no ha tenido interés en difundirlo ni apoyarlo masivamente. Es complicado reducir este arte excelente a los parámetros en los que se basa hoy la comunicación de masas. En parte, esto explica que la música clásica no esté tan presente en nuestra sociedad como lo están otros géneros. Una de las claves que presento en mi libro para acercarla es no abrumar al lector con términos muy elevados: el propio contacto con la música clásica se los va a dar, pero en su justo momento. Además, intento familiarizar al lector desde el principio con la evolución histórica que precede a cada compositor.

 
MRL. Como en todo, supongo que en esto la educación juega un papel esencial ¿no?
AD. La música ha sido siempre la asignatura pendiente española, y desgraciadamente al más alto nivel. Es curioso porque, comparando, nunca antes en la historia de la música en España -a pesar de la terrible crisis que estamos viviendo- hemos tenido a  tantos jóvenes estudiando en conservatorios, en escuelas oficiales de música etc. Sociológicamente, el fallo está en que no se ha conseguido que los grandes hitos de la música clásica formen parte del imaginario sonoro de los estudiantes, ni tan siquiera de la élite cultural. Esto hace que los aprendices puedan tener serios problemas, como, por ejemplo, a la hora de saber escoger una versión determinada. Si la base no es sólida, el edificio se derrumba: con la música clásica pasa lo mismo.
 
MRL. Por si el ministro Wert leyera esta entrevista, tres razones por las que es necesario incluir la música clásica en los planes educativos.
AD. La primera es clara: la música clásica profundiza la capacidad intelectual del ser humano. La segunda razón se puede relacionar con nuestro acervo histórico: la música española necesita de un empuje fuerte de las instituciones para salvaguardar el patrimonio que tenemos y recuperar lo que falta. Y la tercera: por entroncarnos con la dimensión estética de nuestra mejor música, que cuenta con un repertorio excelente y que apenas conocemos.
 
MRL. Otras artes y técnicas culturales no pasan por su mejor momento, ¿ocurre lo mismo con la música clásica?
AD. Sin duda, pero el caso de la música es peor. Siempre he dicho que, por muy ajeno que uno sea al mundo de la cultura, no resultarán desconocidos los nombres de grandes pintores o escritores españoles, pero en lo que a la música atañe esto no es así: en España no conocemos a nuestros propios genios de la música en general.
 
MRL. ¿Qué fue antes, la música o la palabra?
AD. Eso está relacionado con lo que yo opino sobre la importancia de la música como comunicación y como arte. Para mí fue la música por el poder de abstracción que conlleva su lenguaje. La música empieza cuando los sonidos dejan de ser utilitarios y pasan a tener un sentido artístico. Qué maravilla debió de ser el descubrir, en un momento dado, que la vibración del aire, el sonido, podía generar un arte. A mi juicio, el más perfecto: la música.

MRL. ¿Por qué la música clásica?
AD. La música es el arte más perfecto porque es el más polisémico. Además, para mí, la llamada “música clásica” es la manifestación sonora que se vale del lenguaje musical de una manera más plena, en todos sus registros. La belleza del sonido está explorada desde el punto de vista de la melodía, del ritmo, de la armonía… Este estilo hace posible una mayor perfección y un empleo total de los recursos del lenguaje musical.
 
MRL. ¿Por qué crees que la música clásica, el jazz o el folk ya no son géneros populares entre la juventud de hoy en día?
AD. Un conglomerado de medios de comunicación y la maquinaria de la industria cultural han decidido que no lo sean. Es mucho más fácil inscribir en unos cauces  de comunicación establecidos el tipo de píldoras musicales que ya conocemos, y que están concebidas para eso. Si el “single” de turno dura tres minutos y no siete, es porque a este sistema siete minutos se le antojan largos. Una melodía clásica de diez minutos no tiene cabida en el mundo musical actual, en términos de comunicación de masas. Ahora el reto está en intentar defender un repertorio musical que lleva siglos siendo escuchado, en un momento en el que se le niega su plena capacidad de expresión. Se trata de que una masa social descubra que puede gozar de la música culta como de cualquier otro género; pero para ello hay que dar con las claves.


 
MRL. Sé que vinculas la actual crisis de valores con la crisis de la cultura, pero ¿cómo?
AD. La crisis de valores estriba en que nos hemos acostumbrado a disfrutar simplemente entreteniéndonos, sobre todo con bienes fungibles. Esta combinación es destructiva: desde el momento en el que la cultura se ciñe meramente al entretenimiento y con productos de usar y tirar, automáticamente la música clásica queda fuera.  La música clásica no es solo entretenimiento sino que también tiene una transcendencia, y no se reduce a un bien fungible sino que es imperecedera. Dentro de una década nadie se va a acordar del éxito de este año de fulanito, pero la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky quedará siempre.

MRL. ¿Cómo llegó a ti la música clásica, cómo te embrujó de tal manera?
AD. Es una historia muy bonita. Empecé a familiarizarme con la música clásica a los 15 años, más o menos cuando descubrí también mi vocación literaria. En aquel momento el rock no me satisfacía, el pop… bueno, me sabía a poco; el jazz me gustaba, pero necesitaba un lenguaje más pleno, un estilo de música que llenase no solo mi cerebro sino también mi alma. Donde yo encontré esa satisfacción fue en la música clásica. Me di cuenta de que allí había un inagotable tesoro, a lo que se unió que acabé decantándome por la carrera de Periodismo. El hecho de relacionarme pronto con divulgadores musicales en radio me hizo comprender que ésta era un instrumento muy interesante para poder divulgar la música clásica de una manera positiva y muy eficaz. Fue así como empecé mi aventura en radio, que duro más de una década. Hice entonces muchas cosas; tuve la suerte de disfrutar de mucha libertad de programación.
 
MRL. Por último, ¿qué consejos le darías a los jóvenes que quieren dedicarse a la música culta?
AD. Más allá de la problemática, referida a la comunicación de masas, a la que me referí anteriormente, acercarse hoy a la música clásica es muy sencillo, pues tenemos grandes puertas abiertas. Nunca comparativamente en la historia de nuestro país ha habido tanta gente estudiando música; de lo que se trata es que esos estudios se vean refrendados luego en el imaginario sonoro personal: que lo que se escucha esté a la altura de lo que se estudia. En este sentido, el joven que quiere dedicarse a la música a un alto nivel lo tiene más fácil que nunca: puede encontrar conciertos muy baratos, la ópera se ha democratizado, etc. Es simplemente ponerse y querer, y claro que se puede hacer. Además, los jóvenes que están estudiando en conservatorios o en escuelas de música contraen un compromiso social mayor: tienen la responsabilidad de hacer partícipe a la gente de su entorno del conocimiento y disfrute de este maravilloso mundo imperecedero. 
María Rodríguez Lefler

María Rodríguez Lefler

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