Manuel Chaves Nogales, César González Ruano y Julio Camba

Cuando el periodismo fue un género literario

 Antes el periodismo era algo tan bohemio como la literatura, también muy cercano a ella en estilo y contenido. Tal vez por eso estuvo tan de moda entre principio y mediados del siglo XX. Los periodistas no eran transcriptores de notas de prensa de agencias de noticias, sino que salían a la calle en busca de la batalla. Y ahí estaba la clave, pues muchos de ellos luego elaboraban novelas con lo que habían aprendido, o aprendían en la calle cosas lo suficientemente interesantes y llamativas como para animarse a escribir un libro. Aunque en su momento perdieron publicidad, parece que hoy vuelven a estar de actualidad, no solo sus obras sino también reportajes sobre ellos mismos. 
 
“Me convencí entonces de que en la lidia —de hombres o de bestias— lo primero es parar. El que sabe parar, domina.” 

Manuel Chaves Nogales
Alguien que cumple todas estas características es Manuel Chaves Nogales, que desapareció durante un tiempo del mapa pero que parece haber sido redescubierto con un boom que protagonizó María Isabel Cintas al interesarse sobremanera por el autor para realizar su tesis doctoral.  Periodista, escritor y andaluz, comenzó con su carrera periodística desde bien temprano, a sus veintiún años, en El Noticiero Sevillano y La Noche, aunque no alcanzaría del todo el éxito hasta madrileñizarse. En la capital llegó a ser redactor jefe de El Heraldo. Cabe destacar su reportaje La llegada de Ruth Elder a Madrid, sobre la primera mujer en cruzar en solitario el Atlántico en un avión, que le otorgó el premio Mariano de Cavia en 1927. Las “batallitas” las llevó a cabo como reportero de El Heraldo, de las que se sirvió para escribir obras como La vuelta al mundo en avión. Un pequeño burgués en la Rusia roja (1929). Pero sin duda su obra más famosa fue la biografía sobre el torero Belmonte, titulada Juan Belmonte, matador de toros, su vida y sus hazañas, publicada en 1937.

 
En la guerra civil, tal vez se equivocó de bando y por eso desapareció durante un tiempo. A pesar de todo, con ideales firmes y claros se mantuvo en el bando republicano hasta que abandonaron Madrid. En su exilio en París quiso dejar por escrito su testimonio durante los años de guerra, en su obra A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España, publicado en Chile en 1937.
 
"El hombre está hecho para comenzar en el ocaso. Y quizá la mujer también.” 
 César González Ruano
Al otro lado de la línea que separaba España en aquella época, se encuentra César González Ruano, compañero de Chaves Nogales en El Heraldo y asiduo del Café Guijón. También comparte con este último el premio Mariano de Cavia, por ser gran cultivador del artículo periodístico. El premio le fue otorgado por uno titulado Señora, ¿Se le ha perdido a usted un niño?. Hizo también gran labor periodística y la vez literaria con sus entrevistas a personalidades de la actualidad española e internacional que recogió en Las palabras quedan (Conversaciones), publicado en 1957. Tal vez por lo que más destaque César sea precisamente por las biografías a las que se dedicó.

 
 
Como tantos otros periodistas escritores también inició sus aventuras como reportero, este, en Berlín, en Roma y en Francia; en esta última recibió la noticia del estallido de la Guerra Civil.​ A pesar de tener algún que otro altercado con la Gestapo que le llevó a la cárcel de Cherche-Midi acusado de traficar con visados, confinamiento al que, por cierto, dedicó un poema, Balada Cherche-Midi, aún tuvo tiempo de crear otras dos de sus grandes obras: la biografía de Mata-Hari y una novela, Manuel de Montparnase.
 
“Un idioma que estuviese obligado a ajustarse a la gramática sería algo así como una naturaleza que estuviese obligada a ajustarse a la Historia natural.” 
 Julio Camba
Otro que se encontraba en el mismo lado de la línea de Ruano y que también plasmó sus vivencias durante la guerra civil en crónicas fue Julio Camba. Su aventura comienza bien pronto, a los trece años, cuando se embarca de polizón en un barco y acaba en Buenos Aires. Allí, entre círculos anarquistas, comienza su etapa como escritor y como periodista escribiendo poemas y panfletos, que le costaron la expulsión de Argentina en 1902.
 
Aunque en las crónicas sobre la guerra civil publicadas en ABC de Sevilla muestra simpatía por el franquismo, no siempre fue así. Tras ser expulsado de Argentina, de vuelta a España, se instala al poco tiempo en Madrid y comienza a colaborar con publicaciones libertarias como El Porvenir del Obrero o El País, un rotativo republicano. También llegaría a crear su propio periódico de calle al que titularía El Rebelde.
 
Después de esta etapa un poco llena de turbulencias, en las que también fue vinculado al intento de asesinato de Alfonso XIII el día de su boda, comienza su época como corresponsal en La Correspondencia de España, en Turquía. También fue corresponsal para El Mundo, en París y en Londres, para ABC, en Nueva York e interrumpe su colaboración con ABC –colaboración que al final duraría hasta su muerte- para colaborar con El Sol, donde sería corresponsal en Berlín y Roma.

 
La gran obra, o al menos la más recordada,  de Camba es sin duda su artículo para ABC publicado desde Nueva York titulado En defensa del analfabetismo. Con este artículo dejará claro que se posiciona totalmente en contra de la instrucción general de todos los españoles, que él consideraba una generalización-entendido como masificación- de ideas. “Convendría dejar ya de considerar el analfabetismo español como una cantidad negativa y empezar a estimarlo en su aspecto positivo de afirmación individual contra la estandarización del pensamiento” A pesar de todo, Camba siempre dijo que sus artículos no había que tomárselos "ni completamente en serio ni completamente en broma"
Mercedes Martínez Peña

Mercedes Martínez Peña

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