1ª Parte - Entrevista a Ángel Gabilondo

"La educación es la gran tarea de la democracia"

Ángel Gabilondo Pujol (1949) es una de esas rara avis que de vez en cuando acoge la política. Catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid. Universidad de la que era rector cuando el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, en los que probablemente fueran los peores años para dedicarse a la política, le llamó para que se ocupara del Ministerio de Educación. Casi nada. Cuando llegó al ministerio, la inmensa mayoría le conocía por ser le hermano de Iñaki Gabilondo, maestro de periodistas. Sin embargo poco tiempo le hizo falta para despuntar como uno de los miembros del Gobierno con mayor aplomo y visión. Aún con todo, a lo largo de la entrevista insistirá en que él lo que de verdad quiere ser es “un buen profesor”.
 
Años después de su paso por la calle Alcalá y ya de vuelta a su cátedra, Ángel Gabilondo recibe a RitmosXXI.com, y lo hace sin mirar el reloj. 

Pregunta. ¿Por qué cada Gobierno quiere tener su propia ley de Educación? ¿De verdad no son conscientes del daño que eso provoca en la sociedad?
Respuesta. Siempre he creído en la estabilidad legislativa, en la estabilidad presupuestaria y por supuesto en la estabilidad educativa. La educación es un asunto de estado que no debe estar sometida a los avatares de cada momento. Es verdad que hemos de tener en cuenta el tiempo presente, de crisis económica, pero es imprescindible un acuerdo social y político para la educación, con perspectiva de futuro. También es cierto que la educación y sus leyes están a veces muy ideologizadas y a veces hay como una mala comprensión de lo que significa llegar a un acuerdo, como si para alcanzar un acuerdo se hubiera de renunciar a las propias convicciones. Yo no creo eso. Sigo pensando ahora como pensaba cuando era ministro: es indispensable un acuerdo para la educación.
 
P. Quizá fue ese pacto que finalmente no salió siendo usted ministro, una espina clavada…
R. Sí, aunque es verdad que se avanzó en muchas direcciones porque se logró responder a una demanda de la sociedad y se abrió un gran debate y se incorporó a sectores muy diferentes concepciones muy distintas sobre la educación. La verdad es que yo estoy muy contento de ese trabajo y además espero que algún día cuaje positivamente. Ya de hecho, sólo el debate y la conciencia social y pública que despertó fueron muy importantes aunque es verdad que quedaba poco para que se agotara la legislatura y empezaron las perspectivas electorales, las primeras encuestas y esto enturbió mucho el debate.
 
P. Volvemos al principio, a la politización de la educación; a convertirla en un arma arrojadiza y no en un asunto de estado.
R. Es que a veces nos falta altura de miras para ir más allá de las elecciones y pensar en generaciones, como se suele decir y nos hace, precisamente, cometer esos grandes errores.


 
"A veces nos falta altura de miras para ir más allá de las elecciones y pensar en generaciones"


P. Errores en los que caen todos, por cierto.
R. Por eso hemos de incorporarnos todos y trabajar por la educación desde donde estemos en cada momento.  Yo lo defendí estando en el Gobierno y lo defiendo ahora; siempre he estado a favor del acuerdo. Que hay componentes ideológicos que siempre lo hacen difícil, claro. Por eso hay que hacer acuerdos. ¿Qué vas a acordar con quienes piensan como tú?
 
P. Sobre esto mismo, recuerdo unas palabras suyas: “la democracia es, fundamentalmente, educación” ¿Qué quiso decir?
R. Estoy convencido. El gran desafío de nuestro sistema democrático es la profundización y el alcance y sentido de la educación. No sólo como adquisición de conocimientos sino como formación de ciudadanos activos y libres. La educación es la gran tarea de la democracia. Y la democracia tiene que ser, además, un gran gesto educativo. Por eso es tan doloroso cuando vemos gestos que desde el punto de vista ético o ejemplarizante no son muy atractivos. Hacen un daño educativo brutal.

 
  
P. ¿Puede hacerme una radiografía de cómo ve usted la sociedad actual española?
R. Inquietud y desconcierto. Y no hablo ya de política, sino de la sociedad. Todos nosotros tenemos que hacer un análisis sobre nuestra escala de valores y reorganizarnos un poco, ver el sentido de lo que hacemos y de lo que somos; buscar alianzas y acuerdos en nuestros entornos. Además, estamos condicionados por una situación económica muy complicada y si a todo esto le añadimos todos esos gestos faltos de ejemplaridad o la falta de honradez de algunos, nos da como resultado un desánimo. Inquietud y desconcierto.
 
P. Es evidente que estamos en una crisis, además de económica, de valores.
R. Y no solo de valores, sino de la escala de valores. Los valores son importantes, por supuesto, pero también lo es la escala. Creo que la prioridad son los seres humanos. Ningún ser humano es un medio, sino un fin y como dice Kant “la honradez es la mejor política”. Y lo que sí es cierto es que necesitamos, todos, individual y socialmente, restablecer nuestra escala de valores y luchar juntos por nuestro país.
"Cuando no nos gusta lo que vemos hemos de pensar qué vidas hemos llevado y qué valores hemos diseminado por la sociedad"

P. ¿No es la evidencia del fracaso de la educación en España?
R. Es como mínimo la evidencia de que tenemos una educación que tiene que mejorar y, además, no solo se educa en horario escolar. Se educa por contagio, por contacto y la falta de esa escala adecuada de valores nos lleva a una desorientación que no solo puede achacarse a las nuevas generaciones o a los jóvenes porque ellos también han visto lo que hacían las generaciones anteriores que a veces hemos vivido por el éxito fácil, para acumular, para el dinero, los poderes, los honores… Y eso se ha traspasado por la sociedad. Cuando no nos gusta lo que vemos hemos de pensar qué vidas hemos llevado y qué valores hemos diseminado por la sociedad. Luego, los vemos en otros y nos asustamos, pero es que nosotros mismos los tenemos. Hemos de reforzar la dimensión ética de la sociedad.

P. Cómo habría que repartir la responsabilidad de esa pérdida de valores:  la familia, el sistema educativo, los medios…
R. Según la que tenemos de entrada lo que es recibir un legado y transmitirla a otros. La educación es una transmisión y una recreación de lo que hemos recibido y a veces, creo, somos poco cuidadosos con los legados que recibimos o no somos capaces de reactivarlos. Otro factor importante son las instituciones, que deben ser más ejemplares en la sociedad; los que tienen responsabilidad pública, los profesores; los medios de comunicación… Pero no creo que sea un asunto de la familia o de los profesores: es un problema de todos y por eso tenemos que contar con todos
 
P. De esta crisis saldremos, en buena parte, por la cultura, por la generación de cultura.
R. Sin duda. La miseria y la ignorancia del mundo sólo se combaten con la cultura. Por eso de esta crisis sólo se sale con educación y cultura, con investigación, con innovación. Esta es la verdadera salida de la crisis. Y a veces tenemos una idea de la cultura como si sólo fuera una serie de productos culturales. Pero la cultura también es el cultivo y el cuidado de uno mismo de la sociedad.
 
P. Una radiografía de la cultura. Los índices de lectura bajan y los museos se llenan a base de best-seller.
R. Es que hay que distinguir entre el proceso de culturalización con la generación de bienes culturales. Hay personas que tienen mucha información cultural, mucha erudición, pero ser culto es también tener un cuidado de sí mismo, del propio lenguaje y de los otros, y una permanente tarea de ir creciendo a través de la relación con uno mismo, con los otros y con los conocimientos. Por eso el proceso de culturización, que es una palabra un poco mala, sería un proceso de cultivo.
 
El hombre culto no es el que se sabe muchas cosas. Pero deducir de las colas larguísimas de los museos que hemos mejorado culturalmente hay un trecho. La cultura está en muchas cosas, en la publicidad, en la distribución de los espacios, en la concepción del tiempo… Permea toda la sociedad.  La cultura es una fuerza transformadora enorme en la sociedad.

 
P. Educación y Cultura: ¿es esta última fruto de la primera?
R. La Universidad es educación superior y es un hogar absolutamente privilegiado para la cultura. Si queremos que la Universidad sirva para generar dóciles empleados o enseñar un conocimiento que es inmediatamente aplicable o rentable, olvidamos que la Universidad debe ser un espacio de formación integral y tiene que configurar ciudadanos. Si no es así, igual somos un país que sabe muchas cosas pero que careceríamos de un saber de raíz cultural.
 
P. Siempre he leído lo mismo de usted, siendo rector o ministro, siempre ha dicho lo mismo...
R. Es que son convicciones, no estados de ánimo.
 
P. Pero sabemos cómo de rápido cambian las convicciones...
R. Sí, sí. Las opiniones pueden cambiar, lógicamente, pero no las convicciones.
"La miseria y la
ignorancia del
mundo sólo se
combaten con la
cultura"
 
P. Siempre habla de una Universidad al servicio de la sociedad: ¿y si la sociedad ha dejado de mirar a la Universidad como la vanguardia del conocimiento?
R. Creo que a veces es así y creo que es un error hacerlo. Además, piensa que las instituciones más fuertes y consistentes saben perfectamente dónde está el conocimiento en la sociedad y hoy, que se valora más que nunca el conocimiento y que los grandes países saben que crecer es crecer a partir y por el conocimiento, buscan vincularse más a la Universidad. Otra cosa es que para que la Universidad vaya mejor todos tenemos que trabajar más y mejor. Tampoco voy a decir que el patrimonio del conocimiento lo tienen la universidad. Hoy está muy difundido, muy diseminado. Pero desde luego, es la institución que hay más conocimiento  y más posibilidades de generar. Las grandes entidades saben que es así y cada vez hay más acuerdos entre ellas y la Universidad.
 
P. Sabe qué creo, que al conocimiento le sucede lo que a la información: ahora hay tanto que no sabemos qué hacer con él.
R. Claro. Es que no todo puede consistir en en acumular conocimiento porque corremos el riesto de acumular tantos que perdamos la claridad necesaria para discernir entre ellos. Mas que conocimientos, hay que acumular personas con capacidad para discernir esos conocimientos con argumentos sólidos y justificados. Por eso  hacen falta lugares donde se aprenda a discernir que es, a final, gobernar el propio conocimiento. Y esos lugares deberían ser, y en algún sitio lo son, las Universidades.
 
P. ¿La Universidad, entonces, no está para difundir el conocimiento entre los alumnos?
R. Sí, claro que sí, pero sin dejarnos llevar enloquecidamente. La distinción hoy es la capacidad de discernir; lo que hace hoy a una persona distinguida es la capacidad discernir, elegir y preferir y no quedar emborrachado por la cantidad de conocimiento. Y si la Universidad va a ser un lugar en el que el alumno se emborrache de conocimiento carece de sentido.  Por eso es importante y cada vez más, la figura del profesor. Tener un buen profesor es tener un regalo de la vida, que nos ayude a crecer social y profesionalmente y sin renunciar a nuestros valores, sino para justificarlos.

Mañana, segunda parte: "La construcción de Europa no podrá realizarse si no se hace sobre la educación y la cultura"
A.Petit/Fotos: Mario Sánchez

A.Petit/Fotos: Mario Sánchez

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