El rincón de los lectores

De la voz poética propia y colectiva

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George Reyes, poeta, ensayista y lector de Verso Blanco/ Ritmos 21, firma este microensayo en el que se sumerge en el concepto tan discutido y a veces tan neblinoso de la "voz poética".
El poeta y crítico literario mexicano José Homero afirma que Borges cifraba su inmortalidad en la “memoria popular de sus versos”[1]. ¡Y lo logró! Todo poeta de carrera ―hombre y mujer― encarna el deseo del insigne Borges, en medio del actual universo con detonación poética lírica pura, lírica contextualizada, intelectual, erótica, amorosa, ideológica militante, mística, de lo cotidiano, infantil y muchas otras más.
 
Adquiriendo la voz

La voz poética propia es la que posee registros de voz propios que se constituyen, al fin y al cabo, en un manejo diestro del lenguaje ―estilo, temática, estructura, recursos poéticos y semánticos y otros― y la capacidad de transmitir emoción ―inteligencia fundamental en el arte― que deja sus efectos líricos o experiencia estética en el alma del lector en general, en las letras y en la cultura literaria de los pueblos. El poeta quizás no es quien decide qué lectores o escuela crítica literaria deberá leer su obra, sino que son sus propios registros que van sugiriendo vías. Los lectores siguen los registros de la poesía y la crítica ---cuando el poeta y su producto no se encuentran en la orfandad-- la inserta en la literatura hispanoamericana y la hace voz de la colectividad, es decir, voz que habla en nombre, sino de todos, de la mayoría y no de una élite literaria.
 
Sin voz propia, no hay poesía. Y no hay voz ni poesía, sin escribir, escribir y escribir.
 
Los lectores siguen los registros de la poesía y la crítica, la insertan en la literatura y la hacen voz de la colectividad
Hermenéutica para la voz

Fiel a la presuposición de que el poeta encarna el deseo de Borges y escribe frecuentemente versos con intención comunicativa y dialogal, insisto que la crítica ha de intentar de la obra de un poeta una lectura hermenéutica; es decir, una lectura interpretativa porque reconoce que el lenguaje tiene significado y procura así ingresar al registro de voz del poeta y de su obra cargada muchas veces de lenguaje simbólico o metafórico, a fin de procurar entender al autor en su obra y a la obra en su autor y contexto[2].
 
La hermenéutica literaria lleva a cabo ese intento pese a las dificultades de interpretación que representa un lenguaje poético metafórico; pese también al influjo frecuentemente en los lectores de los dictámenes de la teoría posmoderna de la interpretación y comprensión de textos, como aquel que da libertad plena al lector para que interprete un poema con base a su propia agenda y situación de vida.
 
De la voz propia y colectiva a su indignación

Pero la voz se indigna porque entiende que la poesía niega comodidad a algún yo lírico de vanguardia anárquica en cuanto a las convenciones del idioma con el que se escribe la poesía. Esta anarquía puede ser ortográfica, composicional y redaccional que aparta la poesía de aquella auténtica; pero la auténtica aquí no es necesariamente la neoclasicista o arte-purista anquilosada, intelectual y librescamente, porque sabemos, entre otras cosas, que una lengua es un organismo vivo y maleable; tampoco lo son aquellos cantos sirenales en los que puede brillar más cualquier otra cosa que la enunciación de alguna utopía de vida, que puede ser una de las características más apreciadas de la voz poética colectiva porque deconstruye la corruptibilidad de la existencia y arrastra al verso el horizonte de la utopía y de la esperanza dentro del pantano del “reinado de la angustia” (Borges)[3]. "Mientras la poesía y los poetas le canten a las cosas, mientras nos compartan los sentimientos más profundos y hagan valer su voz por los que menos tienen, habrá salida para nuestros asuntos y conflictos"[4]. Por eso la poesía es uno de los dones más peligrosos, como ya lo decían los filósofos del lenguaje.
 
En suma, al igual que el poeta mexicano extinto Efraín Huerta, la indignación de la voz propia es contra las teorías arte-puristas ecos de contextos pasados, pero, sobre todo, es también contra los residuos del posmodernismo[5]. No obstante, tal indignación no es un pretexto para la anarquía donde no proceda ni para posiciones conservadoras improcedentes en la literatura.
 
(*)George Reyes es poeta y ensayista ecuatoriano residente en México DF.
Ha publicado su poesía en varias revistas literarias online y en papel. 


 

[1] En "La construcción del amor: Efraín Huerta, sus primeros años", (México, D.F.: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Dirección General de Publicaciones, 2005): 9.
[2] Esto es porque, contrariamente a la teoría hermenéutica posmoderna, el poema sigue siendo de su autor, no se ha independizado de éste. Además de que José Homero (en "La construcción del amor") hace bien en centrarse en su análisis interpretativo en el discurso en sí de la poesía de Efraín Huerta, procura respetar su autoría, aunque Huerta ya no está presente y así no puede corregir las interpretaciones que Homero hace de sus poemas. Pero por lo general no pareciera existir en Hispanoamérica buena crítica de poesía; ver otras razones de esta carencia, en Amir Jamed, "Orientales: Uruguay a través de su poesía", http://www.henciclopedia.org.uy/autores/Hamed/Orientales1.htm.
[3] Homero, "La construcción del amor": 75.
[4] José Narro Robles, "Rinde UNAM homenaje a Efraín Huerta, en Quadratín, http://www.quadratin.com.mx/cultura/Rinde-UNAM-homenaje-Efrain-Huerta/.
[5] Homero, "La construcción del amor": 75.
George Reyes (*)

George Reyes (*)

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