Una gran cicatriz, y quizás el detonante en el pesimismo español, fue la crisis de 1898 y la pérdida de las últimas colonias, que dio lugar a la generación de escritores con el mismo nombre: Generación del 98. Como constantes en la poesía aparecen una visión pesimista sobre el país, una dualidad entre la España real y miserable y otra España oficial; una cierta afinidad con los románticos (utilizan el yo, tienen como referencia a Larra), y denuncian el régimen de la restauración. También aparecen los pueblos de castillas, tienen amor por el ruralismo, resucitan los mitos literarios españoles y rompen y renuevan los modelos clásicos. Es la generación que introduce los impresionismos y expresionismos.
Posteriormente encontramos la Generación del 14 en la cual aparecen figuras como Juan Ramón Jiménez, Ortega y Gasset, que tienen una sólida formación intelectual y universitaria frente al ruralismo de la generación del 98. Prestan atención a lo urbano, a la ciudad, se habla de europeísmo y se sienten atraídos por la cultura europea, y desde esa apertura analizan el problema de España. Empieza a haber un esteticismo sobre todo plasmado en el ensayo de Ortega y Gasset “La deshumanización del arte” que hace clara referencia a lo que posteriormente vendrá de la mano de la Generación del 27.
Y así entramos en una, quizá de las mejores etapas para la poesía española, y hemos querido hacer referencia aquí a uno de los pilares más importantes sobre los que se sustenta ésta generación: Jorge Guillén. Aunque no sin antes dejar claro la importante obra de los demás autores, que sin duda merecen su lectura.
La generación del 27 se llama así por el tricentenario aniversario de la muerte de Góngora, sobre los que algunos autores vuelcan su obra y se articulan en torno a ella. También toman como referente a Juan Ramón Jiménez, se oponen al hispanismo cerrado, son intelectuales que han estudiado fuera. Y dejan de estar tan preocupados por el problema de España. Cabe mencionar que en los años 20 surgen las vanguardias y los “–ismos”. De ésta manera en la poesía pura encontraremos aún elementos simbolistas, pero no el yo, del que prescinden porque pretenden una reflexión elevada sobre el arte. Hacen un recorrido hacia formas más sintéticas, y lo que hacen es asimilar estas formas novedosas pero sin rechazar la tradición, respetando a los clásicos pero con una mirada nueva y con atención a lo formal.
En cuanto al ambiente político se está dando la guerra de Marruecos, El desastre de Annual, La Primera Guerra Mundial, La dictadura de Primo de Rivera. En 1931 con la Segunda Republica, y más tarde con la Guerra Civil cambiarán las cosas y se acercarán más al pueblo. Sería interesante pensar como referencia en los primeros cuadros de Picasso, un autor que empieza utilizando nuevas formas, pero que luego volcarán su preocupación hacia la política (Guernica).
Jorge Guillén y Los Aires
Fue traductor de Valery y Mallarmé por lo que se presenta como un poeta del conocimiento, ya que estuvo especialmente interesado por la esencia. Sus búsquedas con la poesía como vehículo son una poesía pura y la metapoesía, la ausencia del yo y una poesía abstracta, perseguía la epifanía o revelación. Es también un poeta del instante, el polo opuesto de Quevedo (el poeta del “ir muriendo”), y Guillén es un poeta de la vida. Destaca sobretodo por su técnica depurada y su perfeccionamiento.
Con Cántico (1928) tiene como materia prima a la hora de componer y escribir un claro existencialismo jubiloso. Sin duda son importantes las relaciones del lenguaje con la realidad objetiva. Existe una actitud de alerta, diría Guillén que puesto que vamos a morir, que muramos en plenitud. Es importante la relación con el trabajo: se trabaja en la vida para superar el no ser de la muerte. Existe en toda su obra esa búsqueda de instante o el deseo de perdurar. Es la visión de un ser humano en la plenitud de la consciencia.
La obra que aquí queremos hacer referencia es Los Aires. En ella encontramos un uso superior de sustantivos y escasez de verbos, lo que le quita dinamismo al ritmo del poema. Es atemporal (“pleno ser”), carece de persona, nos lleva a la idea de esencia. “Los aires” es el sustento de la vida, el aire es algo físico e intangible. En el primer verso nos encontramos con “calandrias” un pájaro puro. Constante en el poema es ese lenguaje culto y extremadamente elaborado.
Es importante la idea de Dios de Guillén: es el dios no religioso, pero si el que uno lleva dentro. La forma del poema es cíclica para referirse a lo inmortal a lo que perdura. No es una redondilla, ni un romance, ni un villancico, pero recuerda a ellos, de esta manera retoma los modelos clásicos para modificarlos asumiendo así tradición y vanguardia. Quiere recalcar constantemente la idea de lo eterno.
Por ello decíamos en cierta forma que aunque el claro intelectualismo de Guillén, le haga de difícil lectura, es necesario aventurarnos en sus versos para descubrir una esencia del pensamiento español, más allá del puro refinamiento estético, más allá del ruralismo y de la Guerra. Como Mallarmé, como algunos filósofos importantes como Heidegger, o nuestro Ortega y Gasset, Guillén nos construye un universo donde es posible llegar a palpar la esencia y lo eterno.