Razones para el Siglo XXI

Razones para el Siglo XXI

Fernando Alonso Barahona (Madrid, noviembre 1961). Abogado y escritor. Jurado de premios nacionales de literatura y teatro. Colaborador en numerosas revistas de cine y pensamiento así como en obras colectivas. Ha publicado 40 libros. Biografías de cine (Charlton Heston, John Wayne, Cecil B De Mille, Anthony Mann, Rafael Gil...) , ensayos (Antropología del cine, Historia del terror a través del cine, Políticamente incorrecto...) historia (Perón o el espíritu del pueblo, McCarthy o la historia ignorada del cine, La derecha del siglo XXI...), novela (La restauración, Círculo de mujeres, Retrato de ella...) poesía (El rapto de la diosa) y teatro (Tres poemas de mujer).

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Cómo Chuck Norris derrotó el comunismo

El festival de cine independiente de Sundance, famoso en todo el mundo y organizado por Robert Redford, ha estrenado este febrero un curioso e interesante documental con un título provocador: Chuck Norris contra el comunismo (como las películas americanas ayudaron a derribar el régimen en Rumanía).

  
El ingenioso título engaña en cierto modo puesto que la verdadera protagonista de la historia es la traductora Irina Margareta Nistor, y no Chuck Norris. En una época en la que la televisión nacional rumana emitía un programa diario de dos horas cargado de propaganda, Nistor dobló, con su reconocible voz, unas 3.000 películas dando así a conocer al ávido público rumano a Chuck Norris, Bruce Lee y Jean Claude van Damme.
 
La obra dirigida por una mujer, Ilinca Calugareanu, cuenta los años de opresión de la gente bajo la tiranía comunista de Ceauceascu (esa gente por cierto que no sabemos si hubiera encontrado el amparo de Pablo Iglesias y Podemos). Sin libertad de expresión, sin ánimos, en un callejón sin salida, de repente ocurrió un hecho revelador: bajo el amparo de su formato de películas de aventuras y, casi siempre, de forma clandestina, comenzaron a distribuirse en video durante la década de los años ochenta las películas de Chuck Norris en Rumanía; sobre todo McQuade el lobo solitario y la saga de Desaparecido en combate. La primera, un claro precedente de la luego famosa serie Walter Texas Ranger es la mejor descripción del personaje de Norris: valiente, individualista, arriesgado, independiente, capaz de lograr aquello que se proponga. La segunda es de un fiero y primario anticomunismo si bien repartido en multitud de escenas de acción y en la consideración de su protagonista como un mito del cine de acción: un hombre solo contra un ejército. Y un hombre también independiente, solitario y al margen de todas las normas establecidas. Un Rambo más cercano, más puro, más a ras de tierra.
 
El documental describe como estas películas prenden en las gentes rumanas y despiertan y remueven y animan su sentimiento de que pueden salir de la dictadura, de que un héroe como Chuck Norris puede derrotar al invencible Ceaucescu y a su gobierno.
 
Su director ha comentado: “Norris fue uno de las estrellas más populares del cine de acción de las películas en VHS distribuidas en Rumanía”. Y añade: “Es un icono perfecto del cine americano. Sus películas siempre dejan muy claro donde se encuentran el mal y el bien. Y eso fascina a la gente”.
 
Desde luego se distribuyeron muchas películas americanas de distintos tipos, el director eligió el nombre de Chuck Norris por ser el más popular en el video de los ochenta, y por representar la fuerza, la honestidad y el sacrificio en sus personajes. Para miles de rumanos visionar esas películas prohibidas era como “escapar de la cárcel”. Ilinca Calugareanu sentencia: “las películas americanas plantaron la semilla de la libertad”.
 
Sobre esta anécdota real y dramática: el sufrimiento del pueblo rumano. La película profundiza en las siempre apasionantes relaciones entre vida y arte, en la influencia que el cine puede tener en la sociedad.
 
Años después de Desaparecido en combate, y cuando Chuck Norris, rey de la serie B de acción, se refugia en la TV, eso sí dando vida a la popular Walker Texas Ranger, su personaje y su mito experimentan una sorprendente revitalización gracias a Internet y a los miles y miles de leyendas que atribuyen a Norris poderes mágicos y sobrehumanos. Las mejores se han recopilado en libros y sus sentencias aún recorren todas las redes sociales. Chuck Norris vive su fama retirado del cine prácticamente –aunque no de forma oficial– y solo ha abandonado sus dedicaciones actuales –colaboraciones en prensa, actos públicos, apoyos políticos a candidatos republicanos, apología del cristianismo en multitud de eventos– para su brillante colaboración especial en la segunda parte de Los mercenarios, al lado de Stallone , Schwarzenegger, Willis o Van Damme.
 
Pero gracias a esa mitificación de su personaje, de su espejo público y por consiguiente a la revisión de sus series B más puras: Desaparecido en combate, Codigo de silencio, McQuade el lobo solitario, Invasión USA, El templo del oro –dirigida por el ilustre J. Lee Thompson-, Chuck Norris ha pasado a engrosar un lugar en la historia de los mitos del cine. Casi ningúno de los críticos que siempre le negaron importancia y masacraron casi todas sus películas, se lo hubiera esperado. Sin embargo, el cine tiene vida propia y depende en buena medida del impacto que causa. Y el de Norris ha alcanzado momentos inconmensurables pasando a la cultura popular su consideración de héroe invencible, entre la admiración y la parodia tal vez, pero de una consistencia que no ha sido flor de un día.
 
Claro que la mayoría de los críticos, salvo excepciones, tampoco valoró el mítico combate de artes marciales en el Coliseo entre Chuck y Bruce Lee, El furor del dragón, la solidez de Código de silencio (1985) de Andy Davies –valorada sin embargo en Estados Unidos- McQuade el lobo solitario, de Steve Carver, con Barbara Carrera y David Carradine, el ritmo de Delta Force (1986) de Menahem Golan, con Lee Marvin o esa rareza absoluta que es Furia silenciosa (1982) de Michael Miller en la que Chuck se enfrenta a una especie de aterrador monstruo de Frankenstein.
Y sin olvidar Walker Texas Ranger (1993-2001), un western moderno al estilo de los clásicos, creada por Paul Haggis  –nada menos– y con un ramillete de espléndidos pesonajes: Walker (Norris), Trivette (Clarence Gilyard), Alexandra (Sheree J. Wilson) o Cd Parker (Noble Willingham).
 

Al final el tiempo pone a cada uno en su sitio, y aquel atleta ganador de seis campeonatos del mundo de kárate, capaz de reflexionar sobre sí mismo y su personaje. Ahí está la encantadora Juntos para vencer (1992), de Aaron Norris, o su personaje de Walker. Pero lo que parecía condenado al rápido olvido, se ha convertido en un mito intergeneracional, en un icono de Internet, en el nombre que miles de ciudadanos de  países ex comunistas quieren bautizar a las infraestructuras públicas (por ejemplo en Eslovenia donde al referéndum para bautizar un puente de grandes dimensiones reveló el triunfo arrollador de Chuck Norris) o en el centro de la reflexión de una película del festival de Sundance, el reverso de lo que fueron sus populares películas de acción.