Actualidad poética

Una crónica pícara

Nuestro Duende Libresco nos trae toda la actualidad poética y una crítica al fenómeno relativamente nuevo que está asolando la lista de los más vendidos.
El poeta Rafael Cadenas.

El poeta Rafael Cadenas.

Poco ha pasado durante esos días en el mundo de la poesía, aunque de gran relevancia. En primer lugar, el venezolano Rafael Cadenas ha ganado el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca, uniéndose a una larga y prestigiosa lista de ganadores, como Pablo García Baena, María Victoria Atencia o José Manuel Caballero Bonald. El premio, dotado con 30.000 euros, le ha sigo concedido por unanimidad. El otro hecho que a este duende le parece relevante no es festivo. Ha fallecido el poeta y escritor malagueño, Manuel Fernández Mota, a los 91 años. Con 26 libros de poemas publicados, Mota destacó como uno de los grandes difusores de la cultura y en especial de la poesía y los poetas, en el Campo de Gibraltar. Descanse en paz y vaya con estas letras nuestro más sentido recuerdo.
           
Permitirán a este duendecillo que, aprovechando la molicie de la actualidad poética, muestre un poco sus colmillos a propósito de un fenómeno relativamente nuevo que está asolando la lista de los más vendidos. Jóvenes que escriben algo que llaman poesía, con numerosísimos seguidores en las redes sociales y que publican en editoriales que o bien no se caracterizan, precisamente, por publicar versos o son, digamos, sui géneris. Me refiero, lógicamente, a Marwan, Defreds, Ojeda, Irene X y demás compañeros mártires. Son superventas, auténticos best-seller, pero ¿de qué? He ahí la cuestión a la que yo, duendecillo sin malas pulgas, quisiera hincarle el diente. Tras una lectura pormenorizada y un tanto somnífera de algunas de las obras publicadas por estos nuevos poetas, la conclusión a la que cualquier mente que haya disfrutado de la poesía llega es que, es que esas letras impresas no son poemas. Son otra cosa. Derroche de sentimentalidad carente de lectura reposada; vómito de penas y tacos sin hondura intelectual ni literaria… no sé; son otra cosa, pero no poesía, algo así como una especie de Carlos Salem pero en (más) jóvenes. Revisados sus perfiles en Twitter, en su honra diré que ninguno se intitula como poeta. Eso está bien.
           
No quisiera que sonara despreciativo. Para nada. Dentro de esos nuevos autores, hay de todo. Los hay mejores y los hay peores. Ojeda, por ejemplo, tiene un uso del vocabulario mucho más desenvuelto que Marwan, aunque éste demuestra un especial sentido del ritmo. Nada de desprecio, pues. Sólo afán definitorio porque si estos son los poetas del mañana, el mañana será un mañana sin poesía.
           
¿Y su éxito? ¡Ay, la vanidad! Porque sólo la vanidad lo explica. La vanidad del lector que ni a tiros de cañonazo de doce libras se asomaría a un libro de versos y que sí lo hace al de estos nuevos autores, con la satisfacción inventada de estar leyendo algo elevado, poesía, nada menos. ¡Ay, vanidad! Lo único positivo para todos de este nuevo fenómeno, que como todo lo que nace en el torrente de las redes sociales, tendrá los días contados, es que ha logrado que Planeta ponga sus ojos en otro tipo de literatura. Ahora sólo falta que, además de a Marwan, publique y promocione a otros jóvenes poetas de verdad como Martha Asunción Alonso o Paula Bozalongo.
           
Y hasta aquí esta crónica un tanto pícara que el lector sabrá excusar por la falta de noticias. ¡No soy nada sin ellas! 
El Duende Libresco

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