Después, para los espíritus leones, de poco servirá tal técnica, -por supuesto estamos aquí siempre para algo más, quizá sea la mala costumbre de quedarnos ya con lo que tenemos- pero lo que no podemos negar es la destreza comunicativa de los medios de comunicación, que si bien están hoy en día al servicio de la ideología y demuestran ya, en su afán por vender, la carcoma en la madera de la vieja tradición, juega a favor de la dialéctica necesaria entre el pueblo y la luz. Habré de confesar en tal punto que no soy periodista, y que exijo –dentro de la humildad del verbo- un paso siempre más allá. Un paso poético-filosófico, que camine sobre el vacío con el único fin que debe tener el tiempo. Pero entiendo perfectamente que la transparencia periodística que aquí se reclama, diluye más la frontera entre periodismo y filosofía. Una cuestión, entonces, de mirada.
Una mirada posmoderna
Una mirada posmodernaPaula López Montero, Madrid, 1993. Crítica cultural, ensayista y escritora. Colabora en la crítica cinematográfica de la revista Cine Divergente, y ha apoyado proyectos emergentes como la red cultural Dafy, y promovido y organizado eventos poético-musicales en la capital. Graduada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, con estancia en la Universidad King´s College de Londres, y actualmente cursando el Máster en Crítica y Argumentación filosófica en la Universidad Autónoma de Madrid. Su tesis gira en torno a la dialéctica entre el cine y la filosofía, aunque encuentra en la poesía y en la música una alimentación espiritual necesaria en el frenesí contemporáneo.
Una mirada posmoderna, es un acercamiento y cuestionamiento de nuestro yo, y nuestro proceso como civilización dentro del marco histórico-cultural, desde una mirada joven, deconstructivista y, sobre todo, crítica.
Blog | Una mirada posmoderna
La crítica, una cuestión necesaria
Una mirada posmoderna 20 octubre 2015
Después, para los espíritus leones, de poco servirá tal técnica, -por supuesto estamos aquí siempre para algo más, quizá sea la mala costumbre de quedarnos ya con lo que tenemos- pero lo que no podemos negar es la destreza comunicativa de los medios de comunicación, que si bien están hoy en día al servicio de la ideología y demuestran ya, en su afán por vender, la carcoma en la madera de la vieja tradición, juega a favor de la dialéctica necesaria entre el pueblo y la luz. Habré de confesar en tal punto que no soy periodista, y que exijo –dentro de la humildad del verbo- un paso siempre más allá. Un paso poético-filosófico, que camine sobre el vacío con el único fin que debe tener el tiempo. Pero entiendo perfectamente que la transparencia periodística que aquí se reclama, diluye más la frontera entre periodismo y filosofía. Una cuestión, entonces, de mirada.