Razones para el Siglo XXI

Razones para el Siglo XXI

Fernando Alonso Barahona (Madrid, noviembre 1961). Abogado y escritor. Jurado de premios nacionales de literatura y teatro. Colaborador en numerosas revistas de cine y pensamiento así como en obras colectivas. Ha publicado 40 libros. Biografías de cine (Charlton Heston, John Wayne, Cecil B De Mille, Anthony Mann, Rafael Gil...) , ensayos (Antropología del cine, Historia del terror a través del cine, Políticamente incorrecto...) historia (Perón o el espíritu del pueblo, McCarthy o la historia ignorada del cine, La derecha del siglo XXI...), novela (La restauración, Círculo de mujeres, Retrato de ella...) poesía (El rapto de la diosa) y teatro (Tres poemas de mujer).

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Recordando a Summers

Dibujante, humorista, actor, guionista, director… Manuel Summers (marzo 1935 - junio 1993) fue uno de los hombres más originales del cine español y sin duda el más valioso –junto a Mario Camus– de aquellos jóvenes que en los años 60 trataron de renovar nuestro cine llegando a formar una especie de escuela informal: El nuevo cine español. Fue la nouvelle vague española y el propio Summers empapó de influencias de Francois Truffaut sus primeras películas: Del rosa al amarillo (1963) y El juego de la oca (1966).

 
80 años después de su nacimiento y con el auge del dibujo y la estética animada en el cine, merece la pena recordarle.
 
Aparte de sus fecundas colaboraciones escritas en periódicos y revistas (Hermano Lobo, ABC, Época…), Summers aplicó en su obra filmada su peculiar estilo de dibujante llegando a insertar auténticas viñetas de cómic en la puesta en escena de las películas. Y supo cambiar de registro, desde el docudrama impresionante de Juguetes rotos –antiguos héroes del deporte ya olvidados y que malviven sus últimos años entre la depresión y el olvido- hasta el mundo infantil de Adios cigüeña adiós (1971) o la comedia sardónica La niña de luto (1964), uno de los mejores personajes del primer Alfredo Landa, o la original Urtain el rey de la selva ..o así.
 
Escena de ´El juego de la oca´. Manuel Summers

 

Luego llegaría la trilogía de To e r mundo e gueno (bromas con cámara oculta), la superproducción La Biblia en Pasta (1984) –interesante pero fallida– o sus últimas películas para el lanzamiento del grupo musical Hombres G (creado por su hijo David Summers).
 
Y su serie de TV, Cine por un tubo (1992). La serie estaba planteada como una imitación burlesca de los géneros y subgéneros más famosos de la Historia del Cine. Sus raíces enlazan con el estilo de  escritores como Tono, Miguel Mihura o Enrique Jardiel Poncela. No se debe  olvidar tampoco esa deliciosa Me hace falta un bigote (1986) en la que –al estilo de Truffaut– salía el propio director como protagonista.
  
Independiente, provocador pero inocente, conservador y con una personalísimo talento, Summers (que no desdeñó rodar en USA y en inglés la curiosa Ángeles gordos) no fue suficientemente apreciado por la crítica de su época. Hoy, el ejercicio de redescubrir su cine es un ejercicio de fascinante cinefilia.
 
Y la mejor manera de empezar sería con su obra maestra: El juego de la oca. Una película romántica al estilo Truffaut pero con los ojos originales de Summers. La historia de un trío amoroso rodada con aparente frialdad –como una confesión del protagonista– pero con una prodigiosa capacidad de sugerencia. El magnífico guión se debe a Pilar Miró y al propio Summers. 
 
La historia es sencilla: aprovechando que Blanca, su mujer, se encuentra en Barcelona cuidando a su padre enfermo, Pablo vive un idilio con Ángela, que ésta da por concluido con el regreso de Blanca. Sin embargo, lejos de acabar, el triángulo se mantiene. Es cierto que las situaciones dramáticas tienen su contrapunto en los insertos cómicos –las referidas viñetas– que en ocasiones pueden desequilibrar el tono de la historia.
 
  
El juego de la oca es además un homenaje al carisma tan poco utilizado en el cine español de Sonia Bruno, una actriz encantadora en el sentido literal del término y que tan solo tendría otra oportunidad de brillante lucimiento en Verde doncella de Rafal Gil. Sonia Bruno, literalmente arrancada de una película de la nouvelle vague francesa,  atraviesa la pantalla y se instala en el alma y en el corazón del espectador.
 
Junto  a ella brillan María Massip, Julieta Serrano, Paco Valladares. El coprotagonista es José Antonio Amor que mantiene el tipo ante sus compañeros de reparto. Su carrera posterior fue poco distinguida. El juego de la oca es una película diferente, romántica y a la vez irónica, moderna y clásica que sabe jugar con los sentimientos del espectador. Francois Truffaut la hubiera firmado sin problema (ahí están sus espléndidas Jules et Jim y La piel suave).
 
Summers, un artista completo, un personaje de talento en sí mismo y en su obra que se vio sorprendido por una temprana muerte (a los 58 años) que dejó al cine español un poco más huérfano de originalidad y chispa creativa.