Entrevista a Miguel Floriano

"La pasión como motivo y la hondura como obsequio"

Miguel Floriano.

Miguel Floriano.

Miguel Floriano Traseira, poeta ovetense de generación patarrealista –no todos tienen la suerte o perspicacia de serlo-, estudia el Grado en Lengua Española y sus Literaturas en la Universidad de Oviedo y ha publicado los libros de poemas Diablos y virtudes (2013), Tratado de identidad (2015) y Quizá el fervor (2015).
 
Su poesía aclama una pausa necesaria, un detenimiento en el movimiento descontrolado del mundo, para recuperar –quizá- la distancia necesaria con la que el mundo se nos vuelve inevitable y, a la vez, bello. Profesa una seriedad digna de mención, en unos tiempos donde es fácil dejarse llevar por la suerte de símbolos fáciles y ritmos ya marcados.
 
La duda en sus “quizás”, es un signo de interrogación necesario frente aquello que creíamos ya nuestro. Sin embargo no hay una renuncia a la intensidad, a la profundidad de sentimientos que son vehículo para conocer la realidad del poeta. Con su último libro, Quizá el fervor, consolida esa pausa, esa identidad que fue tratado y que sigue buscándose, con un fervor e ironía hacia las anclas que echamos a lo largo de nuestra deriva.
 
Pregunta: ¿Qué son las palabras?
Respuesta: Una pregunta de enorme amplitud y confusamente accesible. Los lingüistas aseveran que se trata de una identidad léxica. No obstante, los poetas te dirán que podría ser cualquier cosa, como por ejemplo un dado prendido al azar, una paloma blanquiazul o un abyecto negocio. Yo, en particular, optaré por soslayar la pregunta sin que se note demasiado.
 
P:¿Hay que tomarse en serio la poesía?
R: Uno cree que sí, y lo lleva creyendo desde hace bastante tiempo, pero lo cierto es que últimamente esa convicción comienza a doler en su firmeza. Uno empieza a darse de cuenta de que la literatura, y especialmente la poesía, resultan muy ingratas.
 
P: Para andar por casa, un libro o autor que recomiendes…
R: Nocturno casi, de Lorenzo Oliván. Un libro de poemas implacable.
 
P: Últimamente hablan las malas lenguas de que se lee más poesía, pero ¿se lee mejor?
R: Supongo que será cierto eso que se comenta, pero solo hay que comprobar después la chirriante notoriedad que ha adquirido todo ese elenco de poetas de Twitter para, al tiempo, corroborar que sí, que, en efecto, se lee mal. Muy mal.
 
P: Permíteme hacer alarde de tu intensidad y, si nos ponemos un poco mesiánicos, y a propósito de los fantasmas ¿qué hay que esperar?
R: Sería vano el ponerse a hacer conjeturas. Puede ocurrir de todo. Lo que sí te puedo decir es que hay un grupo de críticos que llevan mucho tiempo ejerciendo una gran labor y que hoy en día, conducidos por un afán de rectitud y equilibrio, han aumentado su actividad para ir separando el grano de la broza. Eso está muy bien.
 
P: Como estudiante de filología ¿es posible la traducción de un poema? ¿Qué deuda debe el poema al traductor en ese ejercicio de transmisión?
R: Por supuesto que es posible. Y, además, la traducción es un arte muy complicado y noble. El verter un poema de una lengua a otra normalmente comporta el alumbramiento de un poema nuevo. Esta praxis se ejerce con una ostensiva –e insoslayable– voluntad de estilo, y el proceso de mudanza de un idioma a otro, de sus peculiaridades gramaticales, acostumbra a ser lo más complejo y fértil.
 
P: Me interesa la circunstancia literaria de tan buen alcance que se está dando en Oviedo y en Granada ¿a qué crees que responde este buen momento poético en ambas ciudades?
R: Supongo que se trata, aunque sea cierto el que sendas ciudades alojan una tradición literaria muy rica, de una llana eventualidad. Influida evidentemente por las costumbres culturales localistas. Pero vamos a alegrarnos por ello en lugar de buscarle afanosamente un motivo íntimo.
 
P: Aquello que uno elige recordar va dictando el futuro ¿pero, es posible el olvido?
R: Ah, el olvido; qué lexicalizado está en poesía. Lo tratas sobre la blancura y parece que hayan abusado de él hasta la deficiencia. Yo, hoy, casi lo concibo exclusivamente como función.
Pero sí, sí que existe. Existe, aunque al cabo sea una lengua secreta que siempre terminan por interpretar otros.
 
P: Respecto a la anterior pregunta ¿quiénes somos?
R: Yo soy Miguel y tú eres Paula, ¿no?
 
P: ¿Prefieres la profundidad o la espontaneidad de los versos?
R: Una aleación de ambas cosas. La pasión como motivo y la hondura como obsequio.
 
P: “Tratado de identidad” ¿Cómo consolida el escritor/persona su identidad?
R: Tratado de identidad pretendió ser una ferviente declaración de amor a la literatura. ¿La identidad? Creo que la identidad se conforma empleando el estilo como método para abrirse paso.
 
P: Sin renuncia a la perspectiva filosófica, en cierto sentido me gusta comparar la creación con el movimiento ¿las palabras son estáticas o son una especie de transeúntes?
R: La palabra engendra trayectoria, surco, conducta. Soy de los que cree firmemente en la sugerencia. Lo que no se dice siempre convida al movimiento.
 
P: Uno de tus versos más bellos:  “No es tristeza, sino un cansancio lento/ lo que anega mis pasos si el amor/prende en la duda su ambición más íntima:/
proclamar absoluto el horizonte.
” ¿el amor es una duda absoluta o, como es absoluto, es una duda?
R: En la duda tiembla el origen. Somos origen en ella. Todos mis poemas están escritos con mano trémula. Es mi manera de escucharme y, así, poder vislumbrar el siguiente paso. El amor es algo que aún no entiendo del todo. Parece cosa de brujería.
 
P: Qué ninguna verdad muera en mis labios ¿Existe la verdad? ¿tiene palabra?
R: Acostumbro a decir que la verdad es inútil en literatura. Sin embargo, en la vida, la verdad nos sirve para hacer frente a la autocracia del mundo y a sus irreverencias.
 
P: La noche es un símbolo constante en tus últimos poemas ¿por qué?
R: El motivo es simple: la mayoría están escritos a la luz del flexo, cuando la noche ya se hubo derramado afuera.
 
P: Amar, amar como palabra/ escrita, ya que nunca, nunca / nos será posible saber ni conocer. ¿Sólo sé que se amar?
R: Algo así. Escribo como amo. Con apasionamiento y sin demasiada cortesía, creyendo solo en el riesgo.
 
P: En Quizá el fervor, vuelven a aparecer alusiones a una cultura anglosajona junto con títulos que no renuncian a la tradición española ¿a qué se debe esta singular conjugación?
R: También el motivo de esto es simple: escucho mucho blues.
 
P: Ya para no terminar, haz una pregunta, la que quieras, para dejar abierto el misterio…
R: ¿Dónde está la revolución? 
Paula L. Montero

Paula L. Montero

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