Entrevista a la poeta Elvira Sastre

"La poesía es la pregunta y la respuesta"

Elvira Sastre. (Foto: Unai Mateo)

Elvira Sastre. (Foto: Unai Mateo)

Segovia, 1992. 2013, Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo, 2014, Baluarte, 2015, Ya nadie baila. Detrás de ese esquematismo, de las vidas curriculares por el que conocemos a nuestros poetas, en este caso a Elvira Sastre, se encuentran bonitos trazos por los que merece la pena dejarse llevar. Su poesía profundiza en las emociones y deja rescoldos tras su lectura. ¿Quién puede poner nombre al incendio? En ese calor hace hogar, y conexión con el mundo. Su virtud: poca gente necesita tan pocas palabras introductorias.
 
PL: Viviendo en la sociedad estética que vivimos es fácil dejarse llevar por el fervor del momento y se agradece que la voces sigan su propio cauce y no se dejen llevar por los ecos sinuosos. En ese sentido ¿cómo se conjuga el éxito con la creación?
 
ES: Separándolo. Yo vivo ajena a todo lo que sucede después de un poema, eso ya no es poesía. Es cierto que disfruto con la gente cuando me escribe, cuando me dicen que han disfrutado con mis poemas, con el silencio y la magia que se crean en los recitales. Todo eso es maravilloso y lo agradezco de una manera inconmensurable, de verdad, me abruma mucho, pero es otra cosa distinta.
 
Siempre he defendido la verdad que subyace a la pasión, hacer las cosas porque así salen y no por otro motivo. Yo escribo para deshacerme del ruido, todo lo demás es aderezo, parte del decorado. Le doy la importancia justa, que es la del momento, y no dejo que lo que hay afuera me cambie a mí o a mi forma de escribir.
 
PL: En diciembre de 2013 se publicaba la primera edición de tu primer poemario Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo ¿sientes que ha cambiado tu forma de mirar el mundo desde entonces?
 
ES: Sí, escribir poesía me ha enseñado a mirar las cosas con más ternura, con cierta profundidad. Es como escarbar debajo de un montón de arena esperando encontrar un tesoro, y hacerlo.
 
PL: ¿Hay amor sin melancolía? ¿y poesía?
 
ES: En mí caso no, porque el amor real es una mezcla de recuerdos y sueños, de pasado y futuro. Yo necesito volver a lo que ya ha ocurrido para valorar lo que ocurre y desear que venga lo nuevo, es así, para bien o para mal. Ser así me ha hecho En el caso de la poesía, para mí, ocurre lo mismo. ¿Hay poesía sin amor? ¿Hay poesía sin melancolía? ¿Hay poesía sin poesía? La poesía es una mezcla de emociones, un batiburrillo de sentimientos y sensaciones. Es un error cerrar la puerta a uno de ellos.
 
PL: El gran tema que vertebra tus poemarios es el intimismo y las relaciones de pareja donde el amor y desamor van perfilando las dos caras de la vida ¿te sientes cercana a la poesía de la experiencia o preferirías huir de las etiquetas?
 
ES: Estudié filología inglesa, y siempre me he mostrado en contra de clasificar la literatura, y mucho menos la poesía. Creo que una de las características básicas de la poesía, en este caso, debería ser la libertad. Igual que la verdad, como decía antes, la libertad debería subrayar todos los poemas. Uno debería sentir al leer un poema unas alas creciéndole en la espalda llevándole a todos esos sitios que creía inexistentes.
 
PL: Es bonito apreciar la conexión cultural y literaria que tenemos con los países latinoamericanos y me han hecho saber que allí te han acogido muy bien ¿te sientes en ese sentido puente o diálogo entre ambas culturas?
 
ES: Me siento increíblemente afortunada, de verdad. América Latina tiene una cultura tan rica, una pasión tan verdadera, unos lectores tan apasionados… Es un mundo terriblemente bello, uno vuelve cambiado de allí y con ganas de volver. Por suerte y honor para mí, mis poemarios funcionan muy bien allí, hecho que me ha permitido y me va a permitir ir todas las veces que pueda. De momento, he estado en Colombia y en México, y está en mis planes cruzar todos los países que pueda.
 
"Yo escribo para deshacerme del ruido, todo lo demás es aderezo"
La sensación, desde luego, es extraña. Llegar a América Latina desde España, donde no se le da tanta importancia a la cultura y se le cortan las alas, y ver cómo ellos, con sus recursos, trabajan por y para la difusión de la misma y abren las puertas casi de una manera reverencial a todo lo que viene de España es precioso.
 
Deseo y espero que se valore mucho más su modo de vivir la cultura y que España dé, por fin, el mismo trato.
 
PL: Hay un tema que a mi me gusta darle importancia: la traducción. En 2015 se publicó la traducción que hiciste de Los Hijos de Bob Dylan de Gordon E. Mcneer ¿Tarea fácil?
 
¡Para nada! Es lo más complicado y satisfactorio que he hecho jamás. La traducción es un camino oscuro por el que se asoma una rendija estrechísima de luz. Esa luz se vuelve una obsesión, y es tarea del traductor perseguirla, abrir la puerta e inundar el camino.
 
PL: En honor a Bécquer y a esa pregunta de incertidumbre ¿Qué es poesía?
 
ES: La poesía es la pregunta y la respuesta.
 
Foto: Unai Mateo.

PL: Con las redes sociales, internet y el surgimiento de nuevas editoriales, cada vez más gente se suma a este barco ¿Vivimos en un buen momento literario?
 
Sí, claro, más que por las editoriales y los escritores, por los lectores. Ha habido un incremento mayúsculo en el público juvenil de poesía, y eso es siempre una buena noticia.
 
PL: ¿Qué libro o poeta recomendarías?
 
ES: Benjamín Prado, sin duda, y su antología Ecuador.
 
PL: Junto con Adriana Moragues hacéis un proyecto muy bonito en el que se intercalan vuestras dos formas de recoger el mundo ¿Qué aporta la música a la poesía?
 
ES: Le da una emoción distinta. Yo siempre digo que con una guitarra de fondo queda bonito hasta la lista de la compra recitada. Creo que la música aporta a la lectura de poesía un ritmo de la que por sí sola carece, acentúa su musicalidad y le da mucho más intensidad. Es un apoyo bárbaro.
 
PL: Uno de los versos de Baluarte se ha convertido en lema dentro de las mujeres: Día doce sin ti:/ he conocido a alguien/ soy yo./Voy a darme una oportunidad. ¿nos conocemos tarde? ¿nos llegamos a conocer?
 
ES: Espero que no solo a las mujeres, sino a cualquiera que lo lea. Nos conocemos en el momento justo y nunca del todo, creo que nunca es tarde ni pronto, es un proceso que llega justo a tiempo. El ser humano, con todos sus errores, es sabio.
 
PL: A propósito de los lemas y de toda la gente que se conmueve leyéndote ¿de dónde crees que surge esa conexión con los lectores?
 
ES: Desde el punto de vista de lectora, ya que a mí también me pasa con muchos poetas, supongo que viene de un punto de empatía que ciertos escritores consiguen al escribir. Cuentan sus pensamientos de una manera clara, directa, buscando la belleza de la palabra sin hacer hincapié en el adorno. Creo que eso es básico para llegar a la gente.
 
PL: Cuesta creer que ya nadie baila cuando tu poesía sigue bailando tanto…
 
"El amor real es una mezcla de recuerdos y sueños"
ES: A mí me pasa algo curioso cuando escucho música, y es que cuando pongo un disco por primera vez y llego a una canción que me gusta mucho y me engancha, me da hasta rabia pasarla, cierta pereza, quiero escuchar esa canción hasta desgastarla y me niego a que pase y escuchar la siguiente, no sé bien por qué. Sin embargo, cuando pasa, descubro otra que es casi mejor, llego a ella con cierta experiencia musical, y soy capaz de escucharla de una manera más crítica y, por tanto, más verdadera.
 
Eso es lo que aspiro a que ocurra con los poemas inéditos que incluyo en Ya nadie baila. Los poemas que ya aparecen en otros libros han sonado por todas partes, han bailado en mil salones, y ojalá lo sigan haciendo, pero es el momento de cambiar de canción y dejar que los nuevos poemas también suenen y bailen en mil salones.
 
PL: “Quiero hacer contigo todo lo que la poesía aún no ha escrito” ¿Habrá algo que la poesía no podrá escribir?
 
ES: El lector de un buen poeta te diría que no.
 
PL: Dejando los epílogos abierto y a propósito de “El resto del mundo buscaba las respuestas, ella tenía las preguntas” ¿qué pregunta tiene últimamente Elvira Sastre en mente?
 
ES: Es extraño, antes hubiera disparado mil preguntas, pero en este tiempo en el que he leído y escrito tanto, me he conocido más, y lo que antes era un torbellino ahora es una paz extraña, una calma inquietante que descansa en mi cabeza. ¿Cuánto durará? 
Paula L. Montero

Paula L. Montero

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