Por Paula L. Montero

Lo auténtico

Tomo para estos tiempos que corren de Navidad y vanidad de escaparate, de políticas precipitadas y desmanes impensados, una frase reciente del gran Antonio Lucas: “Lo que en poesía no se alcanza decir, no existe. Es la más legal de las escrituras. La menos jurídica de las pasiones. La que antes detecta un engaño, una impostura. Para lo otro está la política, y las campañas electorales, el tocomocho de cubilete y las promesas quebradas antes de ser prometidas.”
 
Lo cierto es que, como bien me dijo un día, hoy, nosotros, individuos de los resquicios de la Modernidad, nos apuntamos antes a un eslogan que a una verdad, antes que a un valor humano. No hay más que analizar las corrientes sensacionalistas que arrasan internet, no en internet.  Pero qué más da –podría pensar alguien- si somos libres para elegir. Y es cierto, somos libres para decidir, el problema son las opciones, la red de juego, los parámetros y aquellas anteojeras que hacen camino con un único fin. Pero no nos vamos a poner pesimistas cuando no lo somos, y menos en estos tiempos de esperanza ante nuevas venidas.
 
Si traigo esa frase aquí es porque alumbra mucho más que aquellos mensajes navideños, políticos, marketinianos que con motivo del tiempo de reflexión, nos invitan a pensar menos y a difuminarnos más. Así, me sumo a ese valor, y es cierto, lo que queda de rescoldo de la vida auténtica, sin engaños, es sin duda alguna la poesía. Y podemos sumarnos a esta mirada, o dejarnos llevar por este caballo desbocado, que fue en algún momento sangre pura, latente, incendiada.
 
Y aquí empiezan los sincericidios. Para estas palabras que fueron tacto y mirada, ha sido un año precioso, como todos. No hay nada más hermoso que la sed. Nadie tiene tan pocas manos para recoger el mar, ni tan pocos sueños para pensar que no se puede. Personalmente he tenido oportunidad de empaparme de personas que no eran un eslogan sino un valor y he aprendido que, es cierto, la poesía está en muchas partes, pero desde luego no está allí donde no hay sensibilidad ni pasión.
 
En las entrevistas, también en las conversaciones de bar de pueblo, que son ambas inquietud, curiosidad, y admiración por el otro, he mirado con muchos ojos, he escuchado muchas melodías, y he perfilado palabras que sin duda no significan lo mismo en cada boca. He acariciado versos, visto mentes demasiado buenas para esta generación, y he creído en ellos, porque sé que gracias a su sinceridad, seguimos sintiendo.
 
En las entrevistas pregunté muchas veces -todas ciertas- ¿qué es poesía? Nadie dijo lo mismo. La poesía es un enigma compartido. En las conversaciones de bar de pueblo no pregunté qué era, lo encontré, de vez en cuando.
 
Y en estos tiempos estancos es bonito también dedicar una postal, una anunciación para los que se quedan pensando y sintiendo el mundo en tiempos difíciles. Para los que se quedan abriendo, batallando, ensanchando los límites de sí.
 
No hay nada más grande y más auténtico que aquello que se comparte y no tiene respuesta.  
Paula L. Montero

Paula L. Montero

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