De todas las cosas que nos vienen dadas en la vida y que no elegimos, el nombre es, probablemente, una de las más curiosas de analizar. El color del pelo, de los ojos o el tono de la piel vienen definidos por la genética. Sin embargo, el nombre es algo que otra persona, generalmente nuestros padres, elige por nosotros.
Cuentan que el suyo lo eligió su madre en un museo. Estaba viendo unas pinturas de Leonardo da Vinci cuando el bebé que crecía en su vientre dio una patada. Se podría decir que, en cierto modo, el ayudó a decidir su nombre.
Leonardo Di Caprio, actor de ascendencia rusa, italiana, y alemana, hijo de un artista del comic y una secretaria, nació en Hollywood a mediados de los años 70. Siendo todavía un niño llegaron sus primeras actuaciones, primero en anuncios de televisión, luego pequeños papeles en series. Pero fue en 1993, cuando le llegó el papel que le daría es empujón que necesitaba.
Le maravillaba el mundo que veía. No tanto porque fuera perfecto, sino porque le sorprendía cada rincón. “Cuando era pequeño quería ver todo, me preguntaba cómo podría morir sin ver alguna pulgada de este mundo”, explicaba el actor. Un modo de mirar al mundo que le sirvió para coprotagonizar ¿A quién ama Gilbert Grape?, una película en la que daba vida al hermano pequeño de un jovencísimo Johnny Deep.
Lasse Hallström, el director, comentó que buscaba a un chico menos atractivo, pero que su manera de mirar y de observar lo convencieron para darle el papel. Su papel, interpretando a un niño con deficiencia mental, le valió la primera nominación a los Premios Oscar y a los Globos de oro como Mejor Actor Revelación. Entraba de este modo en un olimpo reservado para unos pocos. Con solo 19 años, era uno de los siete actores más jóvenes nominados en esta categoría. Sin embargo, el premio no llegó.
Rápida y Mortal, Romeo y Julieta, Marvin’s Room, Titanic, El hombre de la máscara de hierro, La Playa, Atrápame si puedes, Gangs of New York y, en 2004, El aviador y con ella su primera nominación como Mejor Actor a los Premios de la Academia. Y su primera decepción, aunque en esta ocasión si consiguió el Globo de Oro.
Di Caprio ha estado nominado en esta categoría en cuatro ocasiones, cinco si contamos la de este año por The Revenant, y en ninguna ha recibido el premio –quizá este año tenga más suerte–. Ni su papel en Diamantes de sangre, en el que daba vida a un contrabandista de diamantes que participa en la Guerra Civil de Sierra Leona, ni en la reciente El Lobo de Wall Street, basada en la vida de Jordan Belfort, convencieron a La Academia.
Su relación con Martin Scorsese
De él Di Caprio dice que es un perfeccionista, que está obsesionado por el detalle. Tal vez por eso es su director fetiche, el que siempre le ha llamado la atención y con el que ha colaborado hasta en cinco ocasiones –Gangs of New York, El Aviador, Infiltrados, Shuter Island y El Lobo de Wall Street–.
Una anécdota curiosa es que el mismo día que Martin Scorsese recibía la Legión de Honor de Francia, Di Caprio recibía la distinción de la Orden de las Artes y las Letras del mismo país.