La teoría del arte de Danto es digna de un análisis psicológico. Danto buscaba, primero, la definición del arte, luego, una filosofía de la historia. Y lo que hace es decir que, en el período mimético, el arte era la expresión de la belleza y, en la era de los manifiestos, el arte era una expresión filosófica. Su teoría del arte no es más que la exposición de sus consideraciones en el análisis del arte. Esa exposición que hace nada tiene que ver con el arte. Cuando llega a la conclusión de que el arte alcanza un final, es Danto quien cree haber logrado el final de sus objetivos.
[Parte I: Danto, ese sabio]
Por lo demás, esa afirmación respecto del arte es falsa. Lo que, en todo caso, habría llegado a un final es el período de los manifiestos y, ya que no encuentra forma de dar una explicación interesada a su continuación, decide que no hay ninguna. Si un sabio como él no la encuentra, no puede ser debido a otra cosa que a la ausencia de causa, en modo alguno, consecuencia de alguna incapacidad personal. Danto, como Greenberg, tiene un límite a lo que puede dar explicación e, incapaz de reconocerlo, niega la mayor, la existencia de un principio que genere las nuevas formas artísticas.
Por lo demás, esa afirmación respecto del arte es falsa. Lo que, en todo caso, habría llegado a un final es el período de los manifiestos y, ya que no encuentra forma de dar una explicación interesada a su continuación, decide que no hay ninguna. Si un sabio como él no la encuentra, no puede ser debido a otra cosa que a la ausencia de causa, en modo alguno, consecuencia de alguna incapacidad personal. Danto, como Greenberg, tiene un límite a lo que puede dar explicación e, incapaz de reconocerlo, niega la mayor, la existencia de un principio que genere las nuevas formas artísticas.
El mérito indiscutible de Danto ha sido el de convencer a la sociedad de que no es necesaria una definición del arte y de que una explicación bien argüida es preferible a una verdad. El progreso científico ha demostrado que hay realidades, como las de la física cuántica, que son inexplicables con la lógica del hombre empírico por lo que el hombre corriente no puede alcanzar a comprenderlas pero debe admitirlas. Solo el sabio que ha alcanzado “un nivel superior de conciencia” puede intuirlas y afirmarlas. La sociedad debe admitir las conclusiones de los sabios a quienes se ha encomendado la función pública de desarrollar el conocimiento. Y todo ello a mayor gloria de la estupidez humana.
Debemos entender que el ascenso a un nivel superior de conciencia significa la pérdida de contacto con la realidad -porque le resulta imposible de escrutar a un sabio- y su sustitución por una argumentación debidamente dirigida a una conclusión que, casualmente, coincide con sus premisas.
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La caja de Brillo plantea una cuestión conceptual y una paradoja -lo uno por lo otro- pero no supone una superación técnica ni su aparición nada dice de la esencia del arte y, memos, de su final. La caja puede ser un hito dentro de la modernidad pero no afecta a la historia del arte. Como bien dice la canción americana: Roll on Mississippi, roll on, a lo que también hace referencia la más conocida Old man river. Ambas expresan la idea de que, por mucho que sufra un hombre, su dolor nada significa en el desarrollo de la humanidad que continuará fluyendo a pesar de la suerte o la desgracia del individuo, ya que lo único que importa es el curso de la historia y no sus accidentes. Pero, de esto, un americano parece no saber nada. La historia del arte sigue después de la dichosa caja como existió antes de la conciencia del valor del arte en el renacimiento. Todo es un proceso y ningún sabio podrá nunca alterar el orden de las cosas, el universo tiene marcado su camino y ninguna interpretación le modificará ni modificará su esencia.
La caja de Brillo plantea una cuestión conceptual y una paradoja -lo uno por lo otro- pero no supone una superación técnica ni su aparición nada dice de la esencia del arte y, memos, de su final. La caja puede ser un hito dentro de la modernidad pero no afecta a la historia del arte. Como bien dice la canción americana: Roll on Mississippi, roll on, a lo que también hace referencia la más conocida Old man river. Ambas expresan la idea de que, por mucho que sufra un hombre, su dolor nada significa en el desarrollo de la humanidad que continuará fluyendo a pesar de la suerte o la desgracia del individuo, ya que lo único que importa es el curso de la historia y no sus accidentes. Pero, de esto, un americano parece no saber nada. La historia del arte sigue después de la dichosa caja como existió antes de la conciencia del valor del arte en el renacimiento. Todo es un proceso y ningún sabio podrá nunca alterar el orden de las cosas, el universo tiene marcado su camino y ninguna interpretación le modificará ni modificará su esencia.
El arte no se cuestiona su existencia ni tiene consciencia ni es esa su labor | ||||
Julie de Waroquier, S/T |
7
La teoría de Danto es interesante para poner de manifiesto su éxito. Una argumentación falaz ha logrado imponerse en el mundo cultural, un mundo supuestamente lleno de sabios que no han sido capaces de poner en evidencia los defectos de esta teoría. Parece que cualquiera con un título y un cargo, si está bien respaldado, puede llenar el mundo de opiniones que se tienen por verdades.
El caso es que refutar tales teorías requiere de un conocimiento del arte que permita realizar el análisis adecuado, por somero que sea el análisis, y conlleva el riesgo de quedar fuera del juego porque el mundo de los sabios no es, como pudiera parecer, el mundo del conocimiento, es un mundo social y un juego de fuerzas —el título solo es el pase de entrada—, y cualquiera que viva en el mundo sabe que los sabios son, ante todo, seres humanos, y demasiado humanos, como lamentaba aquel.
Pero el dantismo no requiere de una teoría fundamentada para refutarle, basta con advertir la contradicción que existe entre su punto de partida y los hechos pues el arte existe desde la prehistoria: La era del arte comenzó en las cavernas. Pero el hombre moderno, racionalizado, parece haberse adentrado tanto en el mundo de la lógica que ha olvidado el mundo real. La ciencia nos ofrece el conocimiento de lo oculto y se diría que la posibilidad de confundirnos con falsas exposiciones. La fe en el progreso parece llevar al hombre a través de un camino determinado, el que nos conduce, a través de la razón, hasta la idiocia.
La masa lo que desea es su manifestación antes que la verdad | ||||
En cuanto a los sabios que son capaces de conquistar multitudes nos recuerdan al flautista de Hamelín y, viendo que no se diferencian del vecino del cuarto -que tiene su mismo título- más que en el poder de su cargo, debemos procurar identificar cuanto antes al próximo que aparezca, lo cual será fácil, bastará con advertir que alguien viene tocando la flauta.