Seré duda.
Pre-Textos. Valencia, 2015.
25 años después de su inicio con El gato encerrado, se completan con este tomo casi 10.000 páginas de esta sucesión de hechos, impresiones y confidencias que se van construyendo como un diario y acaban apareciendo al cabo de los años –este es el diario de 2005- con una distancia que las transforma en novelas:
“Ha dicho uno desde el primer tomo que estos libros son una novela, sólo una novela, no una novela real o unos diarios novelados, sino una novela, un relato largo, algo a lo que la gente no le dé ninguna importancia como literatura, aunque aspiro a que se la dé como algo que tiene que ver con la vida.”
Una vida siempre distinta y siempre repetida, la vida pequeña de un Madrid intrahistórico, su fisonomía urbana y humana, no demasiado distante en el fondo de la ciudad que describieron Galdós y Baroja, la pequeñez de los ambientes literarios, el Rastro y Las Viñas...
Es la vida que refleja este diario diferido o novela rememorativa que se remonta a aquel 2005 en que murió Ramón Gaya y el autor se convirtió en conferenciante-comisionista del Quijote en el cuarto centenario de la obra, y llevó la vida que cuenta aquí: vida de viajante, de bolos y pregones, entre concejales de cultura, taxistas y chóferes.
Precedido de media docena de prólogos –“Si por mí fuera, haría libros sólo de prólogos”-, este volumen toma su título de una frase frecuente entre los futbolistas que no saben si serán titulares o verán el partido desde el banquillo de los suplentes, pero desde ese enunciado resume una actitud vital afincada en la incertidumbre y alejada de las verdades absolutas.