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España recibió a más de 68 millones de turistas en 2015, su máximo histórico. La geografía, el ocio, la cultura y la gastronomía son los principales motivos de los turistas para visitar nuestro país. El valor de la cultura –que va más allá de los números de turistas- refleja la gran aportación que hace en otros sectores como el turismo.
La Marca España tiene dos buenos cimientos. Dejando a un lado los réditos políticos, el estudio de la Fundación Contemporánea sitúa a Madrid y Barcelona como principales embajadores de la cultura de nuestro país. Ambas ciudades lideran la lista de los últimos años como las ciudades con mayor calidad e innovación en su oferta cultural.
Madrid. El Museo del Prado, el Museo Reina Sofía y el Museo Thyssen componen el triángulo de arte de la capital de los últimos años. Sin embargo, otras instituciones culturales que apuestan por actividades multidisciplinares han ido cogiendo forma y fuerza, como es el caso de Matadero Madrid o La Casa Encendida.
Pero no solo de instituciones se nutre Madrid. También de grandes acontecimientos. PHotoEspaña, con su eje expositivo en la capital, se ha convertido en el principal festival de fotografía España. El Dcode Festival, el Sound Isidro, el Mulafest y el recién llegado Mad Cool dan vida a la escena festivalera de la capital, tan abandonada en los últimos años. Y podríamos seguir.
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Barcelona. El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), la Fundación Antoni Tàpies y el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) son las cuatro instituciones artísticas con mayor visibilidad mundial. Si a esto le sumamos –al igual que a Madrid, no se me ha olvidado- el patrimonio cultural de la ciudad –Montjuic, la Sagrada Familia o el Arco del Triunfo-, entendemos la potencia turística de la capital catalana.
En la escena musical, la Ciudad Condal acoge festivales con una fuerte proyección internacional, como son el Primavera Sound y el Sónar, que desde hace unos años se ha expandido a otras ciudades del mundo.
Sé que me dejo numerosas aportaciones culturales que, año tras año, ofrecen Madrid y Barcelona. Pero en este artículo quería homenajear, en pinceladas de brocha gorda, lo que estas ciudades aportan a nuestro país, sin menospreciar a las demás. Lástima que en el artículo tenga que mencionar el problema político –fines políticos, nacionalismos…- que, de algún modo, ensucia nuestra imagen de cara al exterior. Menos mal que la industria cultural se encarga de limpiarla.
