Razones para el Siglo XXI

Razones para el Siglo XXI

Fernando Alonso Barahona (Madrid, noviembre 1961). Abogado y escritor. Jurado de premios nacionales de literatura y teatro. Colaborador en numerosas revistas de cine y pensamiento así como en obras colectivas. Ha publicado 40 libros. Biografías de cine (Charlton Heston, John Wayne, Cecil B De Mille, Anthony Mann, Rafael Gil...) , ensayos (Antropología del cine, Historia del terror a través del cine, Políticamente incorrecto...) historia (Perón o el espíritu del pueblo, McCarthy o la historia ignorada del cine, La derecha del siglo XXI...), novela (La restauración, Círculo de mujeres, Retrato de ella...) poesía (El rapto de la diosa) y teatro (Tres poemas de mujer).

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Centenarios de cine

En 2016 se celebra el centenario de algunas figuras importantes de la historia del gran cine clásico. El crítico Fernando Alonso Barahona hace un repaso de ellas.

En 2016 se celebra el centenario de algunas figuras importantes de la historia del gran cine clásico. En mayo recordaremos a Glen Ford (1916-2006), sobrino de Sir John MacDonald, expresidente de Canadá y descendiente de Martin Van Buren, octavo presidente de EE UU). Nacido en Canadá, se trasladó a los ocho años con sus padres a los Estados Unidos. Le costó llegar arriba, pero tras su mítica intervención en Gilda (1947), de Charles Vidor, se convirtió en estrella.  Casado cuatro veces y con multitud de romances a sus espaldas, su recuerdo vibra en obras maestras como Deseos humanos y Los sobornados, de Fritz Lang, o El tren de las 3.10, de Delmer Daves. Nunca ganó un Óscar, pero sí un Globo de Oro. Dentro de sus últimas actuaciones destaca su personaje de  padre adoptivo de Superman en 1978. Murió a los 90 años en su lujosa residencia de Beverly Hills, el 30 de agosto de 2006. 


En abril hará 100 años del nacimiento de Gregory Peck (1916-2003), el inolvidable protagonista de títulos míticos como Recuerda (Alfred Hitchock, 1945), Duelo al sol (King Vidor, 1946), El caso Paradine (Alfred Hitchcock, 1947), Cielo amarillo (William Wellman, 1948), El pistolero (Henry King, 1950), El mundo en sus manos (Raoul Walsh, 1951), Vacaciones en Roma (William Wyler, 1952), El hidalgo de los mares (Raoul Walsh, 1952), Moby Dick (John Huston, 1955), Horizontes de grandeza (William Wyler, 1958), Los cañones de Navarone (J. Lee Thompson, 1961), El cabo del terror (J.Lee Thompson, 1962), Matar un ruiseñor (Robert Mulligan, 1963), El oro de McKenna (J.Lee Thompson, 1967), Yo vigilo el camino (John Frankenheimer, 1970), La profecía (Richard Donner, 1974) y Los niños del Brasil (Franklin J. Schaffner, 1978). Gregoy Peck personificó la imagen del hombre sabio americano, tranquilo y justo, defensor del orden, la ley, los débiles y las causas justas, imagen que supo además trasladar a su vida privada de forma auténtica y veraz. Actor sobrio, fue el intérprete ideal de Matar un ruiseñor, obteniendo el Oscar al mejor actor por su personificación del abogado Atticus Finch, el héroe capaz de creer y sacrificarse por el derecho, la igualdad y la justicia. Pero Peck también supo explotar su lado más poliédrico en la magnífica adaptación de Moby Dick filmada por Huston aun cuando la película no fuera comprendida en su tiempo. Y tampoco su trabajo tan lejano a su imagen clásica de actor.  


Recordar a Gregory Peck es enlazar los recuerdos con imágenes expresivas, llenas de vida cinematográfica y de fuerza narrativa, desde su estoicismo en El cabo del terror, amenazado por un impresionante Robert Mitchum en la versión de J. Lee Thompson que sigue siendo superior a la moderna –y también notable– de Martin Scorsese. En ésta, por cierto, tanto Peck como Mitchum tenían sendos cameos, en tanto que Nick Nolte retomaba el papel de Peck y Robert de Niro el de Mitchum. ¿Y como olvidar la pelea de casi doce horas que mantiene con Charlton Heston (gran amigo suyo en la vida real) en Horizontes de grandeza de Wyler o sus colaboraciones con Hitchcock en la que estuvo acompañado por Ingrid Bergman (Recuerda) y Alida Valli (El caso Paradine). Y por supuesto el duelo sangriento final de la impresionante Duelo al sol, de King Vidor, también un personaje muy alejado de la que sería su posterior imagen de hombre justo y bueno.
 
La comedia (con Audrey Hepburn en Vacaciones en Roma), el cine bélico, la aventura (maravillosas sus películas marítimas con Raoul Walsh, tanto El mundo en sus manos, junto a Ann Blyth, como El hidalgo de los mares, al lado de la bella Virginia Mayo), el personaje crepuscular y caído de Yo vigilo el camino, uno de sus mejores trabajos y de los más arriesgados; todos los géneros sirvieron a Gregory Peck para dejar su estilo, su saber estar, su íntima elegancia y siempre su talento.


Pero tal vez lo más fascinante de los centenarios de 2016 es que cuando se escriben estas líneas dos de sus protagonistas aún viven y podrían celebrar en vida los cien años, lo que desde luego no es común en el mundo del cine (centenarios fueron Bob Hope, Leni Riefensthal, Adolphe Zukor… muy pocos más).
 
El 1 de julio cumplirá 100 años Olivia de Havilland, nacida en Tokio y cuya hermana Joan Fontaine casi logró ser tan longeva como ella. Su participación en Lo que el viento se llevó (1939), interpretando a Melania, la encumbró al estrellato y su primera nominación al Oscar a la mejor actriz de reparto. Antes había formado pareja con Errol Flynn en El capitán Blood, La carga de la brigada ligera y Robin de los Bosques, las tres de Michael Curtiz. Y en 1941 lo haría de nuevo en la magistral Murieron con las botas puestas a las órdenes de Raoul Walsh. Obtuvo dos Óscar en su larga carrera: La vida íntima de Julie Norris (1946, Oscar a la Mejor Actriz), y La heredera (1949). Y no podemos olvidar Si no amaneciera (1941), de Mitchell Leisen, o A través del espejo. La recordaremos en su feliz aniversario.

Y en diciembre de 2016 llegarán los 100 años de Kirk Douglas, el protagonista de Los vikingos, El loco del pelo rojo, Veinte mil leguas de viaje submarino, El ultimo tren de Gun Hill o Espartaco, entre una pléyade de títulos de la memoria cinéfila (Retorno al pasado, El ídolo de barro, El último atardecer, Duelo de titanes, Los valientes andan solos, El compromiso…). Su salud no es buena pero el mes de diciembre está ahí para que el viejo gladiador pueda celebrar su hito y maxime en un año en el que las noticias sobre la salud de su célebre hijo Michael Douglas (1945 -…), enfermo de cáncer de garganta, no son precisamente tranquilizadoras. 

La magia del cine clásico recorre el recuerdo, es a la vez presente, y su fuerza artística es tal que el futuro es siempre su escenario. 

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