Reseña literaria

Occidente: matrimonio entre traducción y religión

Javier Calvo, traductor y novelista consolidado, reflexiona en su ensayo El fantasma en el libro sobre la labor de traducción, poco reconocida y a la vez necesariamente invisible.
El último libro de Javier Calvo, El fantasma en el libro, se sitúa desde fuera de la escritura, para hablarnos de lo que pasa dentro de la literatura desde un oficio camaleónico y no siempre bien valorado -la traducción-, en un momento en el que precisamente se traduce más que nunca a la par que crece el auge de “google translator”. En palabras de Javier: “Vivimos, más que en ningún momento de la historia de la humanidad, en un mundo de traducciones, literalmente rodeados de ellas.”
 
Javier Calvo nació en Barcelona en 1973 y es novelista y uno de los mejores traductores de literatura en inglés. Ha traducido obras de autores como David Foster Wallace, J.M. Coetzee, Don DeLillo, Joan Didison o Zadie Smith. Como novelista destacan sus obras Mundo Maravilloso (finalista del Premio Fundación José Manuel Lara, 2008), Corona de flores (Premio Memorial Silverio Cañada de la semana negra de Gijón, 2011) y El jardín colgante (Premio Biblioteca Breve, 2012).
 
En El fantasma en el libro, Javier Calvo sin excusas afirma que “La invisibilidad es intrínseca a nuestra labor, no puede ser de otra forma. Aspiramos a desaparecer. Nuestra escritura es la única que intenta que nadie se fije en ella, que quiere ser literalmente invisible” y “nuestro trabajo permanece en la página ya no como un vestigio, sino como un eco.”
 
Un libro necesario para dar respuestas a la ignorancia y desinformación con la que a menudo nos adentramos en el universo literario: “Cuando la gente me pregunta en qué consiste mi trabajo, suelo mentirles para simplificar mi respuesta. Les digo que traducir un libro es escribirlo otra vez pero en un idioma distinto. Es una mentira descarada. Es imposible escribir el mismo libro en dos idiomas. Ahí está el problema. Si se pudiera escribir el mismo libro en dos idiomas la traducción no existiría.”
 
Además Javier Calvo se pregunta: “¿Tiene este libro algo de nostalgia de tiempos mejores, donde el traductor tenía un estatus cultural que supuestamente ha perdido? Supongo que soy culpable de algo de eso, aunque es difícil sentir nostalgia por una época que uno no ha vivido y que todos sabemos que no volverá. En todo caso, hay señales en toda la historia de la literatura de que la traducción siempre ha vivido tanta miseria como esplendor. Toda idealización de tiempos pasado, en este sentido, huele un poco a estrategia retórica.
 
A la par que apunta y desglosa una historia de la traducción tan poco conocida y valorada como el propio oficio y que alumbra los entresijos del propio procedimiento: “Su argumento sería bastante tradicional: la historia de una Caída. De lo sagrado a lo profano. De lo heróico a lo cotidiano. La traducción empezó siendo un oficio de príncipes y de sabios, que la usaron a menudo para cambiar la Historia. Después estuvo en manos de los poetas y fue una modalidad de creación literaria que dio forma al canon de Occidente. A medida que se democratizaba, sin embargo, la traducción se fue volviendo una especie de profesión liberal de segunda fila, desligada de la creación literaria.”
 
Javier Calvo se remonta al principio de la traducción, que es el principio de la escritura misma, y que tiene sobre todo una mecánica mítica y mesiánica: la traducción de la Biblia. Así ahonda en los vericuetos y raigambres que tiene la historia de la traducción con la religión, sí, y también con la propia hermenéutica: “Fue el matrimonio entre traducción y religión judeocristiana lo que daría forma a Occidente. Un proceso que abarca desde la necesidad del pueblo judío de conservar sus textos revelados durante sus migraciones hasta la propagación del cristianismo por Europa y Asia menor.” Para pasar por otras vísceras e historias poco conocidas como las variaciones de Guillén, la traducción excéntrica de Borges, la autotraducción de Nabokov o Beckett a las fantraducciones o a la censura.
 
Etimológicamente, Javier lo sabe bien, la traducción tiene mucho que ver con la traición: “Todo el mundo sabe que los traductores somos una especie de traidores” Conoce, como buen traductor, su propia tradición, y su propia traición. Y no es inocente con su situación actual sino que delimita preguntas perspicaces y necesarias en este auge editorial sin perder la calidad y el valor humano. También se pregunta cuestiones claves en el mundo de la traducción actual ¿qué influencia tiene el dominio del inglés en la práctica de la traducción literaria?, ¿Cómo ha evolucionado la situación de la traducción literaria en España en el último medio siglo? Preguntas que con una buena base en la historia de la traducción Javier se atreve a resolver muy certeramente. 
Paula L. Montero

Paula L. Montero

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