Francisco de Goya y Pablo Picasso son los representantes del arte español moderno y contemporáneo. La extravagancia que define sus trabajos artísticos y su forma alternativa de concebir el arte les lleva a ser las estrellas del verano en Seattle. Ambos pintores son los protagonistas de una exposición sobre grabado en el Seattle Art Museum de Estados Unidos, que podrá visitarse hasta finales de agosto.
El grabado es un arte marginal. Ambos artistas son mundialmente conocidos por sus cuadros más que por sus grabados, es por eso que se haya decidido dar luz a otra de las aficiones de los artistas. La exposición, titulada Graphic Masters, muestra la colección Los Caprichos, de Goya, y la Suite Vollard, de Picasso, acompañado de otros trabajos de artistas como Durero, Rembrandt, Hogarth y Crumb.
Mucho hay que chupar (1796-1797). / Francisco de Goya
Un total de 400 piezas son exhibidas en Graphic Masters, que recorre las diferentes técnicas, temáticas y estilos que han influido a los genios del grabado de los últimos cinco siglos.
Erotismo, ansiedad y pura sátira
Aunque Goya y Picasso nadaban entre diferentes movimientos artísticos, sí es cierto que ambos tenían una percepción del arte más allá de los límites establecidos del arte clásico. En el caso de Pablo Picasso, su colección Suite Vollard –realizada entre 1930 y 1937- es un reflejo de las experiencias palpadas por el artista durante esos años. Ansiedad, melancolía y erotismo son las bases de esta colección de 100 grabados considerada por muchos expertos como la obra cumbre del grabado del siglo XX.
Es la primera vez que esta colección –perteneciente a las Colecciones del Instituto de Crédito Oficial (ICO)- se expone en Seattle y la tercera vez en Estados Unidos.
Minotauro atacando a una amazona. / Pablo Picasso. VEGAP.
Pero varios siglos antes de los grabados de Picasso, Goya creó Los Caprichos (1799), donde refleja los hábitos y costumbres de la sociedad de aquella época, representando los vicios y las torpezas del hombre.
Una serie de 80 grabados donde el pintor aragonés critica los convencionalismos sociales y el establishment a través de la razón y el realismo. En la parte final de Los Caprichos se centra en la exageración y la fantasía para exhibir visiones imaginarias u oníricas y bestias.