La cultura no entiende ni de razas ni de sexos ni de clases sociales. Esta idea es la que defiende a capa y espada Artists for refugees, una iniciativa que busca dar voz a aquellas personas que han tenido que huir de sus lugares de origen ya sea por guerra, hambruna u otras situaciones crueles.
El proyecto, que surgió de la mano del ilutrador keniano Victor Ndula y del rapero Henry Ohanga (Octopizzo), se centra en Kakuma y Dadaad, dos campos de refugiados ubicados en el norte de Kenia y que actualmente son los más grandes del mundo. En ellos, personas que han tenido que abandonar sus orígenes para volver a nacer de nuevo.
“Muchos no conocen otra nación que la del campo e incluso se sienten orgullosos de su pertenencia allí. Pero el ser refugiados no es lo único que los define”, señala un portavoz keniano de ACNUR. Pero para que los refugiados no olviden su historia, sus recuerdos, este proyecto busca dar voz a este colectivo a través del arte como “lenguaje, sustento y terapia”, según señala Fair Saturday, iniciativa que da visibilidad a la cultura como un derecho humano.
Artists for refugees ha conseguido unir a miles de artistas “escondidos” en los campos de refugiados con artistas reconocidos que han compartido sus conocimientos artísticos con los refugiados para su formación. Esta ayuda no solo ha servido para que estos nuevos artistas expresen sus ideas en el arte, sino también para evitar caer en la tentación de las drogas, el alcohol o el crimen.
“El arte cumple en este proyecto una función terapéutica, pero también sirve como formación profesional. Es decir, permite que las personas expresen su estado de ánimo o sus preocupaciones diarias a la vez que les supone un medio de vida”, afirma Victor Ndula.
El proyecto no solo ha servido para que pudieran expresar sus ansias de libertad, sino para mejorar su situación. En concreto, un total de 50 refugiados del campo de Kakuma expusieron sus obras y las vendieron en una exposición conjunta en Nairobi. Además, otros artistas del campo participaron en el último disco de Octopizzo.
Esta es una de las miles de historias que rodean el planeta que muestra el valor del arte más allá de las duras situaciones en las que se encuentran miles de personas, que encuentran en la cultura una vía de escape.