Vuelve otra vez el juego político. Les pronostico lo que sucederá de cara al 26J: habrá un calentamiento de la campaña electoral. Unos a otros se lanzarán los trastos: “por su culpa no hubo ni diálogo ni consenso”, “usted tiene que dimitir”, “no puedo pactar con el partido de los recortes”, “no puedo pactar con la izquierda radical”…
Llegará el turno de la campaña electoral, los dimes y diretes continuarán. De un lado y del otro y, también, desde el centro. Toda declaración será medida a raja tabla, todo por evitar perder un solo voto. Los días previos a las elecciones generales uno tendrá la sensación que será imposible que dos partidos lleguen a un acuerdo. A partir de las elecciones, ya no les puedo decir que pasará, porque nadie predijo el resultado posterior al 20D.
La cultura, como en la anterior campaña electoral, será un actor secundario. Aunque ocuparán páginas en los programas electorales de los partidos políticos, su referencia en debates y tertulias políticas será mínima. Pero, aceptando esa idea, lo relevante será qué papel jugará la cultura a la hora de las negociaciones.
Bajada del IVA cultural y una ley de mecenazgo. Son las dos premisas que la industria cultural, aquellas que buscan a la desesperada, quiere que se cumplan. Una vez se celebren las elecciones volverá el juego de las negociaciones y, todo da a entender, que la cultura podría ver satisfechas sus necesidades.
La reducción del IVA cultural y una ley de mecenazgo son dos medidas que en las elecciones del 20D llevaron los principales políticos, exceptuando uno, el Partido Popular. En caso de que Rajoy volviera a ganar –previsiblemente sin mayoría absoluta- tendría que aceptar una serie de medidas, entre las que se incluiría éstas, para poder mantenerse en La Moncloa.
Si el PSOE llegará al poder se vería obligado a cumplir su promesa, aquella que decía que bajaría el impuesto indirecto a la cultura al 10%. Además, cualquiera de las dos grandes formaciones, en caso de búsqueda de un acuerdo, tendría que verse obligado a pactar con Podemos y Ciudadanos, dos fuerzas emergentes que llevan una reducción de este impuesto en su programa. Sea como sea el juego político, parece ser que el sector cultural juega con este punto a favor.