Una obra universal

El Guernica de Pablo Picasso

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En 1940, con París ocupada por los nazis, un oficial alemán que contemplaba una foto del Guernica, le preguntó a Picasso si era él el que había hecho eso. La respuesta del pintor fue: "No, han sido ustedes"
El Guernica fue un encargo del gobierno de la República Española a Pablo Picasso para ser expuesto en el pabellón español durante la Exposición Internacional de París, la cual se iba a celebrar entre el 25 de mayo y el 25 de noviembre de 1937. Concretamente, una delegación española visitó al artista en su residencia parisina en los primeros días de enero de 1937.

El encargo consistió en "una pintura mural que cubriera un espacio de 11x4 metros". Si tenemos en cuenta que el bombardeo de la ciudad vasca se produjo el 26 de abril de 1937, notaremos que, durante los cuatro primeros meses del año, Picasso no trabajó en el cuadro, a pesar de la premura por la cercanía de la fecha de inauguración. Parece ser que, por aquel entonces, el pintor atravesaba por una complicada situación personal, en el epicentro de un polígono amoroso-erótico-sentimental, cuyos vértices lo formaban su esposa Olga, su antigua amante Marie-Thérèse (madre de su hija Maya), y su amante de aquel momento, Dora Maar.
 
Estamos a 18 de abril. Los bocetos que se conservan de esta fecha  revelan que Picasso estaba lejos de encontrar la inspiración para su obra. Tanto es así, que el tema de dichos bocetos era El taller: el pintor y su modelo. Como dijimos antes, el 26 de abril se produce el bombardeo. Es posible que, de una tragedia de tamaña magnitud, Picasso fuera capaz de extraer la dosis necesaria de inspiración que tanto perseguía... Sea como fuere, el 1 de mayo realiza los primeros esbozos del cuadro. Picasso comenzó a trabajar directamente sobre el lienzo el día 11 de mayo, y dio por concluido su trabajo el 4 de junio de 1937. El cuadro fue trasladado al recinto, y el pabellón español abrió sus puertas el 12 de julio, con un más que considerable retraso de casi 50 días respecto a la fecha oficial, consecuencia de la demora en la entrega de la obra, pieza central del pabellón español, y con la que el gobierno pretendía atraer la atención del público hacia la causa republicana en plena Guerra Civil.

¿Cómo se realiza el cuadro?
El 1° de mayo, a escasos cuatro días del bombardeo, Picasso comienza el mural. Los primeros bocetos contienen ya toda la figuración mitológica del cuadro. El toro, el caballo, una  mujer que empuña una  lámpara, y otra que clama. Picasso  se preocupa por mostrar la claridad  de la línea, esboza, dibuja, reorganiza,  reduce las formas a lo esencial, la base del trabajo es el dibujo. Fueron necesarios 45 estudios preliminares en los que los personajes son desplazados de un lado a otro del enorme bastidor.  Sólo la figura del toro permanece calmada e inmutable a través de todo el proceso de realización del cuadro.
 
Para expresar su alegoría plenamente, emplea el triángulo que remite a  la universalidad del Partenón, el vértice divide el lienzo en dos grandes rectángulos en los que las figuras están colocadas respetando una simetría. La gama de colores seleccionados fue la más austera posible como convenía a la narración de una catástrofe: en el cuadro solo percibimos angustia y muerte. Nada más que blanco, gris azulado y negro.
 
Aunque podemos observar una fragmentación del espacio, el procedimiento seguido no es cubista, la perspectiva se evidencia en los planos del fondo, en la figura del guerrero del primer plano, en el biselado de la ventana,  en el esmerado tratamiento dado al caballo, y la inclinación de la mesa sobre la que se posa una paloma. La violencia y la muerte fragmentan y mecanizan  los rostros y miembros de los personajes.  Picasso comprendió que la atrocidad de la guerra estaba dentro del método de la civilización tecnológica. 
 
La luz de la obra está dada por la alternancia de planos blancos y negros y emana de la bombilla eléctrica que ilumina particularmente los rostros.  En medio de la ambigüedad de espacio, la ventanita del ángulo superior derecho, cumple funciones de perspectiva pero también es fuente de luz, ésta es simbólica, y emite un mensaje de esperanza.  No obstante, es el candil de aceite, portador del espíritu simbolizado por la llama, el que proporciona el significado más relevante.  El brazo enérgico que lo empuña, intenta frenar con la luz del entendimiento, el avance del oscurantismo en el que las fuerzas franquistas  han  precipitado a España.

¿Y el resto de símbolos?
El cuadro nos muestra siete figuras principales distribuidas simétricamente: Un caballo al centro, a su izquierda un toro, una figura femenina con un niño en brazos y un personaje derribado empuñando una espada. A la derecha tres personajes femeninos.

Aunque la distribución es simétrica, el acento, plástica y conceptualmente se carga sobre el grupo de la izquierda. Las otras figuras: una espada rota, una herradura, un ramito de laurel sobre el plano inferior del cuadro y una paloma en actitud de levantar el vuelo, a la izquierda, aunque de menor alcance compositivo, poseen todas ellas una profunda significación simbólica.
 
De inagotable cantera simbólica, nutrida de la tradición oral y el conocimiento del mundo clásico, extraerá Picasso las imágenes peninsulares con objeto de expresar un problema que insiste en no mostrar de manera explícita, prefiere que el cuadro conserve ese incógnito misterio, si bien para el pueblo español estas imágenes cobran un significado particular.  La ambigüedad de las figuras del caballo y el toro han suscitado múltiples interpretaciones:

Desde los primeros bocetos el toro aparece a la izquierda del cuadro, impasible, retador, con rostro humano. Desde las culturas más antiguas, es símbolo de fuerza, vinculado al sol por su fecundidad y visto con agrado por los dioses. Para el español tradicional no existe animal de nobleza comparable a la del toro. En la serie Sueño y Mentiras de Franco, Picasso lo presenta en actitud de embestir a una grotesca figura cuyo significado es evidente. En la minotauromaquia de 1935, Picasso manipula el argumento, se identifica con el minotauro y el monstruo es el caballo.
 
En el Guernica, el toro en actitud de olímpico desprecio, mira al caballo convulso y con su cuerpo protege a la figura de la mujer con el niño en brazos. Una característica constante a través de todos los bocetos y dibujos previos es la expresión de los ojos poderosos y abiertos que contrastan con los desquiciados del caballo. El toro representa al pueblo español.
 
El otro personaje polémico ha sido el caballo, ocupa el centro de la obra y es sin duda la figura más elaborada del conjunto, indiscutiblemente es el protagonista.  Desde los primeros bocetos el caballo es visto derribado, convulsivo y agónico. Luego por las exigencias plásticas, el artista levanta el cuerpo del animal. Los ojos, a los que Picasso en toda su obra concedió siempre particular importancia.
 
A los pies del caballo yace un personaje, decapitado con los brazos  extendidos en cruz, sujetando una espada rota, es el miliciano defensor de la República. Desde los inicios del cuadro, Picasso concede relevancia a este personaje ubicándolo en centro. En un momento el personaje muestra el puño cerrado en  alto, luego suavizó el gesto provocador y el puño sujetó un haz de trigo, posteriormente los brazos bajaron extendidos en cruz, el personaje se definió entonces como un Cristo, más acorde con un pueblo de arraigado sentimiento religioso.

Picasso no olvida las tradiciones populares y juega con la ambivalencia colocando junto a la cabeza de la víctima la herradura como un talismán para contrarrestar la ofensiva del caballo;  en una de sus manos sostiene una ramita de laurel asignado a los héroes mártires y símbolo de la inmortalidad alcanzada en la lucha.
 
Las figuras de la derecha, la mujer en llamas y la que escapa a zancadas del incendio, obedecen  fundamentalmente a exigencias del orden plástico: la primera nos la muestra como una imagen cifrada del infierno en el que la guerra civil sumió a España, con los brazos en alto, clamando al cielo, nos remite a un tema paleocristiano y medieval que incluso  se puede retrotraer a la antigüedad pagana: es La Orante, que en actitud de súplica, está considerada como la alegoría de la Piedad.
 
También evoca el personaje central de Goya de “El Tres de Mayo”. Los dos maestros españoles, muestran la agonía mortal y el sufrimiento de las víctimas, temas poco dignos de atención en la pintura histórica.
 
La paloma se consagra como símbolo de la reconciliación con Dios y ha sido considerada mensajera de la paz.
 
El último elemento portador de significado es la flecha que aparece entre las patas del caballo.  Si bien es común su presencia en los símbolos heráldicos, también está asociada al yugo, y particularmente es elemento integrante del emblema de la Falange española y del fascismo italiano. En la composición, apunta con precisión hacia el corazón de la madre.
Picasso, artista complejo y  auténtico, que para ser universal tuvo que ser antes profundamente de su tierra, tuvo muy en cuenta estas concepciones míticas o mágicas comprometidas con el pensamiento simbólico popular.

Tanto símbolismo... ¿Para qué?
 
Se ha dicho que el cuadro es complejo, de difícil comprensión para un público amplio, pero precisamente, son sus símbolos los que la dan coherencia. Son símbolos universales presentes en la literatura de todos los tiempos, los encontramos en Homero o en Cervantes. Símbolos  que tienen relación con la conciencia universal, concepciones que han permanecido vivas a lo largo de los siglos.
 
¿Una posición frente al franquismo y a favor de la  República? No lo parece. Es algo más universal. Hay ciertos símbolos que efectivamente se podrían considerar así, como la flecha, símbolo de Falange Española. Pero también está incluida en el las fasces italianas, cuna del partido Fascista. Picasso no da la fórmula de interpretación de una manera directa, deja que fluya la imaginación de quienes lo contemplan. Asegurándose, eso sí, de que produzca en cada individuo la emoción más intensa posible.
 
La vigencia del mensaje está viva: después de la guerra civil española,  la violencia brotaría por toda Europa y Asia, la crueldad del hombre pondría en funcionamiento los campos de exterminio,  luego vendrían  Hiroshima, Nagasaki,  Corea, Vietnam, Oriente medio…
 
Durante la Guerra Civil de España, el cuadro recorrió varios países de Europa y América como embajador del pueblo español y solicitando  apoyo para la causa republicana. Instaurada la dictadura franquista y  ante el inminente estallido de la II Guerra Mundial, Picasso considera que no hay garantías en Europa para la seguridad del lienzo y  decide confiarlo junto a sus otras al MoMA de Nueva York fijando las condiciones  de su devolución a su destinatario: el pueblo español, hasta que “las libertades públicas de España, no fueran restablecidas”

42 años debió permanecer el cuadro en la ciudad de Nueva York, en la actualidad se encuentra en el Museo Reina Sofía de Madrid donde es considerado  la mayor atracción de esta institución.
 
Desde luego cumple sus objetivos. Existe una anécdota bien conocida: En 1940, con París ocupada por los nazis, un oficial alemán que contemplaba una foto del Guernica, le preguntó a Picasso si era él el que había hecho eso. La respuesta del pintor fue: "No, han sido ustedes".
Daniel Ruiz Miguel

Daniel Ruiz Miguel

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