Musical 'Girl from the North Country'

La música de Bob Dylan sobre las tablas del West End

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'Girl from the North Country' se trata del segundo musical con las canciones del actual Premio Nobel de Literatura, Bob Dylan, esta vez ambientado en la Minnesota de la Gran Depresión.

Son muchos los que han soñado con un musical con las canciones de Bob Dylan. Una trama que aúne canciones tan míticas como Mr. Tambourine Man, Blowin' In The Wind o Like a Rolling Stone. El sueño pareció hacerse realidad en 2006 aunque con poco éxito tanto en la crítica como en cartelera, bajo el título The-times-they-are-a-changin'. Esta vez, la trama gira completamente hasta situarse en el Duluth natal del compositor, en la época de la Gran Depresión.

 

Girl from the North Country, es una producción que no busca que las canciones expliquen la historia, sino que "es una conversación entre las canciones y la historia. Hemos tratado de meter al público en el alma de Dylan". Así lo ha explicado el autor de la obra, el dublinés Connor McPherson, quien ha trabajado como dramaturgo, guionista y ocasional director de cine. McPherson recibió hace ya cuatro años la llamada del mánager de Dylan, Jeff Rosen, quien le pidió que escribiese un musical con los temas del cantautor. Algo que impactó al director que, pese a no ser muy fan de Dylan, sí que había cosechado el éxito en el West End londinense con The Weir.

Uno de los músicos del elenco de Girl from the North Country.

Una obra que se estrena en el teatro Old Vic, un emplazamiento abierto en 1818 en la orilla sur del Támesis y que ha tenido altibajos a lo largo de su historia, llegando incluso a estar a la venta hace apenas 10 años. El lugar ideal para estrenar una obra que se enmarca en la Gran Depresión, en 1934, en la pequeña localidad de Minnesota, y donde tal y como restringió el propio Dylan solo podremos escuchar instrumentos de la época. Concretamente, al fondo del escenario, se sitúan guitarra, violín y mandolina, contrabajo, y piano y armonio, sin la ya característica steel guitar ni el órgano Hammond, que marcaron la segunda época del cantautor estadounidense.

 

La obra transcurre en una pensión de Duluth, por la que van desfilando más de una docena de personajes, siguiendo el estilo de Eugene O'Neill. En este enclave, Nick, el dueño de la fonda, está hipotecado hasta las cejas. Su mujer, Elizabeth, se encuentra totalmente demencial, lo que la dota de una rara libertad y lucidez, que consiguen arrancar la sonrisa del público. El hijo de ambos es un bohemio borracho que quiere ser escritor, mientras que su hija adoptiva, una chica negra, está embrazada y no sabe quien es el padre. Entre todo este drama familiar, aparece un boxeador que vuelve a las andadas tras una injusta pena de cárcel, un profeta de Dios y del diablo, pescadores en tránsito o un vendedor de biblias, entre otros muchos personajes secundarios.

 

 

Un musical sin "grandes éxitos"

La esencia de la obra no busca recopilar los grandes éxitos de Dylan, sino que se atreve a rescatar canciones de los olvidados discos de la etapa de Dylan como proselitista del cristianismo, muy acorde con la trama. Se insertan 20 canciones del artista, que, en el ir y venir de los personajes, van interpretando alternativamente, sin dejar que conectes especialmente con ninguno de ellos.

 

Las canciones elegidas van desde 1963 al Duquesne Whistle de 2012. Algunas muy reconocidas como Like a Rolling Stone, Hurricane (muy apropiada para el personaje del boxeador), Jokerman o un Forever Young que cierra un final épico. Sin embargo, el dramaturgo no ha querido abusar de éxitos previsibles como Knockin' on heavens door o The answer is blowing in the wind. 

 

Un musical diferente, que no busca el éxito masivo, sino el intimismo tan característico del autor. Un "divo raro" que no se sabe si visitará el Old Vic para contemplar el resultado final de McPherson y compañía durante estos cuatro años, o se mantendrá al margen de la producción musical que ha gestado sus canciones. Tampoco se sabe si esta vertiente alternativa del teatro musical, cosechará más o menos éxitos. La respuesta, como él mismo diría, "está en el viento".

Marina Prats

Marina Prats

Marina Prats es periodista y experta en comunicación cultural.

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