Entrevista a José Mateos

“La intimidad es ese lugar en donde entramos sin máscaras”

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José Mateos nació en Jerez de la Frontera, apenas iniciada la década de los sesenta. Entabló amistad en su juventud con otros poetas de su generación como Felipe Benítez Reyes o Juan Bonilla. En los noventa coordinó el suplemento cultural del Diario de Cádiz. Por ese tiempo la editorial sevillana Renacimiento publicó su primer libro de poemas, Una extraña ciudad. Y desde entonces ha publicado tanto poemarios como ensayos y relatos, vinculándose a la editorial Pre-Textos. En el año 2006, en la colección La Veleta, dirigida por Andrés Trapiello, salió publicada su poesía completa bajo el título Reunión. Se ha puesto al frente de distintos proyectos culturales como el ciclo de conferencias Pasión por el libro. También es pintor, con exposiciones de sus obras y en la actualidad dirige la editorial que él mismo fundó, Libros de canto y cuento.

 

Recientemente la editorial Renacimiento ha publicado una antología de su obra, con el título Poesía Esencial.

 

Hace 26 años que publicó Una extraña ciudad, su primer libro. ¿Cómo lo recuerda? Lo meditativo y melancólico de esa primera obra, ¿lo es por juventud o por convencimiento? Lo digo porque su segundo libro, Días en claro, parece una ampliación de los horizontes marcados en el anterior. Como si ambos formaran una unidad.

Esos poemas, los que aparecen en Una extraña ciudad, fueron escritos hace más de 30 años y tardaron algún tiempo en recogerse en libro. No me gusta recurrir a lo biográfico pero a veces no queda más remedio. Aquella no fue una buena época para mí. Por aquel entonces, entre mis 23 y mis 27 años, yo viví un infierno: mi padre se había muerto después de un año terrible de enfermedad, y yo había entrado en una depresión que me encerró en casa. Sufría frecuentes crisis de epilepsia. Creo que en los mejores poemas de ese libro queda algo de todo eso, aunque muy velado. De alguna manera, aún estaba aprendiendo a mirar el mundo y aquellas experiencias eran algo que sobrepasaba mi capacidad y mi conocimiento del oficio. Días en claro refleja de alguna forma el principio del final de ese periodo. El encuentro con las playas y pinares del faro de Trafalgar, que a partir de entonces estarán muy presentes en mí, fue fundamental para escapar de todo aquello.

 

¿Qué hay entre Una extraña ciudad y La Niebla? De lo poco en que se me parecen es en ese poso reflexivo que hay en todas sus obras.

Entre Una extraña ciudad y La niebla hay casi quince años y unos cuantos libros de por medio. Es natural que en ese espacio de tiempo se noten cambios en mi poesía, pero creo que, después de todo, no son cambios bruscos. Son cambios que nacen del ahondamiento en unos pocos temas, de una evolución natural. Sólo lo que está muerto permanece siempre igual a sí mismo. Como le digo Una extraña ciudad es un libro de búsqueda de un mundo y una voz, mientras que en La niebla creo que mi mundo y mi voz están ya afianzadas.

 

Otra nota, esta vez formal, en casi toda su obra es el uso del endecasílabo. ¿Por qué este verso y no otro?

Bueno, no creo que el endecasílabo sea un verso predominante en mi obra. No más que otros. De cualquier manera, no me parece que eso tenga la más mínima importancia. Uno debe saberlo todo sobre métrica, sobre el oficio poético y, al mismo tiempo, saber olvidarlo todo para llegar a escribir algo vivo y verdadero.

 

"La poesía defiende la intimidad como una de las grandes conquistas del hombre"

Con Canciones rompe precisamente con el endecasílabo y se vuelca con los metros llamados, menores. Redondillas, seguidillas, soleás. Un cambio métrico, pero manteniendo los pulsos de su poesía.

El asunto del que tratan casi todos los poemas de Canciones es el de la muerte, un asunto que se presta como pocos al énfasis sentimental y a la grandilocuencia. El uso del verso menor creo que puede conferir a ese asunto un poco de levedad, de gracia y, al mismo tiempo, ser un buen vehículo para la reflexión. Por otra parte, la silva moderna, esa combinación de heptasílabos, endecasílabos, eneasílabos y alejandrinos, habitual en la poesía actual, resulta a veces un tanto previsible. No viene mal descansar de ella de vez en cuando.

 

Rafael Morales marca como otro elemento continuo en su poesía el fuerte sentido de la intimidad. Y es cierto que el coloquialismo que emplea acaba impeliendo al lector, como en una conversación.

A mí me parece que un libro debería ser sólo un pretexto para que el que lo lee se encuentre consigo mismo. Y para que eso sea posible es necesario que el escritor no alce demasiado la voz, no declame, no arengue, sino que casi desaparezca, que se disuelva en esas palabras escritas que deberían llegar al lector como si estuvieran siendo pronunciadas en ese momento por él mismo, por una voz que nace de su interior y que desconoce. Para mí la intimidad no es reclusión en un yo, en sus ensoñaciones e ilusiones. Al contrario, la intimidad es ese lugar en donde entramos sin máscaras, sin ninguna de nuestras baratijas y adherencias sociales y donde, por tanto, es posible el encuentro con la verdad y el silencio de los otros. Solo en ese espacio nos podemos reconocer y respetar. Al fin y al cabo una de las razones por las que pienso que la lectura de poesía es tan necesaria hoy, en estos tiempos de bajos instintos e información invasiva, es porque la poesía defiende la intimidad como una de las grandes conquistas del hombre, porque ayuda como pocas actividades humanas a que haya menos analfabetos emocionales.

 

En Reunión ha compilado toda la poesía que sigue considerando suya. ¿Hizo mucha criba? ¿Por qué hay poemas en los que ya no se reconoce?

Sobre todo suprimí algunos poemas de mi primer libro. Al releerlos me parecieron poemas fallidos, impostados, forzados a querer ser poemas modernos, urbanos, etc. Recuerdo que la preparación de mi poesía completa me obligó a una relectura a fondo de todo lo que había escrito hasta ese momento. ¿Y sabe lo que resultó más desagradable de aquello? Que tuve la impresión de que era indigno de algunas de las cosas que había conseguido decir. Que no era lo suficientemente valiente para vivirlas, para encarnarlas. También pensé que si había alguna verdad en aquellas páginas era una lástima que la hubiera dicho yo, porque con mis grisuras, con mi falta de brillo personal, apenas podrían atraer a unos pocos lectores.

 

"La espera es la ocupación principal del poeta"

Entre libro y libro de poemas deja pasar unos cuantos años. ¿Silencio buscado o impuesto?

Quizás le parezca raro. Pero yo tengo la sensación de que todo lo que he escrito se ha escrito solo. Casi sin darme cuenta. Nunca me he propuesto escribir sobre esto o sobre aquello, de tal o de cual manera. Sencillamente escribo cuando es inevitable, casi sin voluntad de escribir. Por eso, a veces, entre un libro y el siguiente pueden transcurrir unos cuantos años. Pienso que la espera es la ocupación principal del poeta. Y la más difícil. Uno puede pasarse mucho tiempo esperando esa revelación, esa descarga de profundidad que nos exige ser expresada. Como digo, escribir un poema no creo que sea competencia de la voluntad. Sí lo es, en cambio, todo ese proceso anterior a la escritura del poema y que consiste en afinar la atención, limpiarse por dentro, etc.

 

Con Cantos de ida y vuelta, dijo Enrique García-Máiquez que se consolidaba una de las mejores obras de la poesía contemporánea. Y es cierto que es puntal de su obra, y diría que el libro en el que definitivamente se abre hacia lo inefable, una apertura religiosa – y perdóneme es simplismo.

Aunque ya hay algunas alusiones en libros anteriores, creo que es antes, a partir de Soliloquios y divinanzas sobre todo, cuando mi obra se escora hacia lo religioso, entendiendo lo religioso como algo previo a cualquier iglesia o credo, como la relación con un misterio que nos traspasa y nos supera. A mi modo de ver, la grandeza de la poesía reside en decir una verdad que no destruye ese misterio, que no lo agota, sino que lo hace aparecer. A veces para nombrar ese misterio he utilizado la palabra Dios. Y eso a algunos críticos con anteojeras les ha inducido a meterme en tal o cual paquete ideológico o sectario. Qué le vamos a hacer. Dios es una palabra que provoca malentendidos porque con ella es fácil hacerse la ilusión de que sabemos lo que significa el misterio que designa.

 

Anotó en un artículo Miguel d´Ors que usted escribe para eludir la temporalidad. ¿No tiene preocupación por su tiempo?, ¿no tiene la poesía que ser reflejo del tiempo en el que ha sido creada?

En el fondo todo poeta escribe para eludir la temporalidad. Para vencer a la muerte. Mediante el ritmo, la rima, las enumeraciones, etc., la poesía  le extrae a las palabras la música que llevan dentro y las pone a cantar. Y el canto es una de las maneras más antiguas que el hombre ha encontrado de luchar contra el tiempo. El lamento por la brevedad de la vida que todo poeta entona es consecuencia de su amor por la vida. Y eso es lo más esencial de la poesía: su amor desesperado por las miles de formas huidizas de la vida. Y su deseo de salvarlas. En cuanto a su otra pregunta, a si la poesía tiene que ser reflejo del tiempo en el que uno vive, no sé qué decirle. Creo que toda obra de arte es producto de su tiempo, como dicen los historiadores, los sociólogos, etc.; pero lo que vale de ella siempre estará fuera del tiempo.

 

Recientemente ha publicado su Poesía esencial (Ed. Renacimiento). ¿Ha seguido el mismo criterio que con Reunión para seleccionar los poemas?

Poesía esencial es una antología que recoge lo que considero mejor de todos los libros de poesía que he publicado. Incluyo también poemas de algunas publicaciones difíciles de encontrar como Rememorias o Haikus y otra pinceladas. Reunión, por el contrario, presentaba mi poesía completa hasta entonces, no hice selección alguna, salvo algunos cambios en mi primer libro.

 

Además, en esa antología se da el adelanto de un próximo libro. ¿Qué encontrará su lector en él?

Ese libro del que publico ahora un adelanto está escrito al mismo tiempo que mi último libro en prosa, Un año en la otra vida y, de alguna forma, es un complemento o un apéndice de él. Muchos de sus poemas nacen de experiencias que relaté en aquel libro. Creo que mis poemas siguen buceando por los mismos fondos. Quizás se han ido adelgazando un poco más, casi hasta parecer invisibles. Eso, al menos, es lo que a mí me gusta pensar.  

 

No podía obviar su labor como editor en Libros de canto y cuento, una editorial un tanto sui géneris, artesanal y en ediciones numeradas.

Libros Canto y Cuento es una editorial muy modesta, tanto que casi no llega a editorial. La creé en un momento en que, con la excusa de la crisis económica, se iban cerrando algunas de las puertas que antes existían para que autores valiosos, pero poco o nada rentables para las editoriales, publicaran sus obras. Dejando a un lado los libros de encargo, en la Colección DKV de Poesía y en la Colección Que va de vuelo, que son los dos pilares de la editorial, me limito a publicar libros cuya lectura quiero compartir, porque compartir su lectura es compartir mi felicidad.

A. Petit

A. Petit

Álvaro Petit Zarzalejos, es periodista y escritor. Fundador y editor de Ritmos 21, ha entrevistado a algunas de las personalidades más relevantes de la cultura española de los últimos años. Como escritor, ha publicado el poemario Once Noches y Nueve Besos (Ediciones Carena 2012) y Cuando los labios fueron alas (Ediciones Vitruvio).

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