En la radio sonaban el Black Hole Sun de Soundgarden, The More You Ignore Me, the Closer I Get de Morrisey, o el Parklife de Blur. Para los que compraran la NME, la guerra entre los hermanos Gallagher y la banda de Damon Albarn, estaba servida. Dejando entrever también a grupos como Pearl Jam, Suede o Green Day.
La historia, a pesar de lo prolífico de ese año, lo recuerda por las pérdidas. Especialmente la del 8 de abril de ese 1994. Kurt Cobain fue hallado muerto con heridas en el pecho y la cabeza. Otro nombre más para el Club de los 27, sumándose a otros como como Janis Joplin o Jim Morrison. El grunge perdía a su mayor mesías e ídolo. Un volantazo en la carretera de aquellos que seguían al Nirvana que había emergido entre los restos del punk para crear lo que nadie se atrevía a hacer. A pesar de la pérdida, su MTV Unplugged pareció resucitar al líder de la banda, algo que reanimó el género. La aparición de Stone Temple Pilots, o Pearl Jam, que publicaron sus trabajos ese mismo año sirvió como aliento a la nueva identidad del grunge. Algo a lo que sin duda ayudaría la figura de Neil Young con una elegía hecha disco, un homenaje al chico rubio introvertido que falleció pistola en mano. El grunge caía poco a poco, pero los sonidos no cesaban.
Ese mismo año R.E.M sacaba su álbum Monster, con melodías distorsionadas de marcado carácter psicodélico y que les colocaba con su noveno trabajo de estudio en un estandarte del rock alternativo. Solo una de las evoluciones y disgregaciones que tuvo el género. Ese año también fue el del punk pop. Un año en el que saltaría el Dookie de Green Day, donde siempre el Basket Case, que ya es himno intergeneracional, y unos Offspring comenzaron su camino hacia el éxito con una pegadiza Self Esteem.
Sin embargo, si hay que hablar de un género en las Islas Británicas, ese fue el llamado britpop. En un contexto donde habían pasado del grunge y el sonido sucio proveniente de los Clash y los Sex Pistols, a unos acordes limpios y pegadizos. Era la antítesis del género de Cobain. Los salvadores del rock británico tiraban del pop clásico eran dos y su relación era tormentosa. Los primeros, Oasis, y los segundos Blur, marcando una época de cruce de declaraciones y reproches mutuos en un conflicto prácticamente inútil.
Volviendo años atrás, este género tiene su origen en 1989, cuando The Stone Roses —de Manchester al igual que Oasis— quienes lanzaron un Second Coming que no fue tan apreciado como los LP de Oasis y Blur, sino que fue rechazado frontalmente por la crítica y los fans. Dejaron, a pesar de esto, una estela y una puerta abierta a una generación de sonidos que se han quedado como emblema de Inglaterra.
Ese año salió el Parklife de Blur, con un pegadizo Girls and Boys, seguido del Definitely Maybe de los hermanos Gallagher, que cosecharían éxitos con su Live Forever, Supersonic y demás alegatos a lo eterno. Un tema que el líder de la banda plasmaba como respuesta a la decadencia del grunge y las distintas elegías al fallecido líder de Nirvana.
No coparon tanto protagonismo, quizás porque no se dedicaron a ocupar las portadas de Rolling Stone y NME lanzándose declaraciones, otros grupos como Manic Street Preachers o Suede. Estos últimos fueron los terceros en discordia del género. Una banda liderada por Brett Anderson, que, con temas como Animal Nitrate, daban un respiro a las guitarras acústicas, las distorsiones y los intentos electrónicos de Oasis y Blur.
Blur, la banda británica encabezada por Damon Albarn
El indie también nació en 1994
Tras coletazos alternativos durante la década de los ochenta, con Sonic Youth, Pixies y compañía, la década de los noventa era el momento idóneo de luchar contra lo mainstream. Crooked Rain, Crooked Rain, de la mano de Pavement, fue el álbum que dio el pistoletazo de salida a lo que se denominó rock alternativo americano. Temas como Cut Your Hair o Gold Soundz, unas melodías artificiosas basadas en la actitud y el sentimiento de los miembros de la banda.
Del otro lado de la costa, en este caso de California venían Weezer quienes reinventaron el término surf y power pop. Con una apariencia callada y una discreción abrumadora, cambiaron la escena rock guitarra eléctrica en mano dentro de su Blue Album. Sin embargo, todo lo que sube baja, y Weezer cayó en la decadencia después de un pegadizo —más bien pegajoso— Island in the Sun, borraron todo su rastro alternativo.
Portada del Blue Album de Weezer
Otros nombres fueron Built to Spill o Robert Pollard, pero en España, lejos de los sonidos anglosajones, cuatro chicos de Granada pasarían de ser Los Subterráneos a llamarse Los Planetas. En su primer trabajo, mostrarían un homenaje a Ian Curtis, algo inédito en la escena española. Un grupo que inauguraría la escena alternativa nacional, tan presente hoy día. Para muchos coronados como los reyes del indie patrio cuando cuatro años después decidieron pasar Una semana en el motor de un autobús.
La música se reinventa, lo hizo en Woodstock, lo hizo Michael Jackson con Thriller y los astros se alinearon para que en 1994 existiera el caldo de cultivo perfecto para una revolución musical. Un año donde se juntó el britpop, el indie y la muerte del grunge.