Regina Navarro

El jardín del microcuento

Regina Navarro es periodista, especializada en periodismo cultural y lifestyle. Colaboradora habitual de Papel –el dominical del diario El Mundo– o la revista de Artes Escénicas Godot, explora el mundo de la micro-literatura desde el blog El jardín del microcuento, con el que busca el lado ficticio de la realidad. ¿O era la realidad dentro de la ficción?

cerrar

Acción y reacción ante un suspiro

Ilustración: Guillermo Petit.

TAGS MicrocuentoIlustración

¿Cuánto tiempo llevas ahí esperando? Ven, levanta. Tienes los brazos llenos de arañazos y sé que has estado llorando. Tranquilo, no voy a hacerte daño, solo quiero ayudarte. Sabes que te conozco, tal vez demasiado bien. ¿Te acuerdas de la primera vez que nos vimos? Fue hace ya demasiado, igual se te ha olvidado. No te preocupes, sería normal, no eras más que un niño lleno de miedo, como ahora. Deja de temblar, estoy a tu lado, no va a pasarte nada, no voy a dejar que eso ocurra. Vamos, dame la mano, eso es, despacio, poco a poco. ¿Ves como no era tan complicado? Ahora sacúdete la ropa, la tienes llena de polvo y también hay manchas de sangre. Supongo que son por esas heridas que todavía no han cicatrizado del todo. A algunas les cuesta más que a otras y, por algún motivo, aunque nos empeñemos en llenarlas de esparadrapo, se suelta y terminan sangrando de nuevo. No importa el tiempo que haya pasado, da igual, la sangre es la sangre, y el dolor… ¿Nunca te han dicho eso de que con los cambios de tiempo las cicatrices se resienten? Los puntos vuelven a tirar, las heridas sangran. Es como si un fantasma jugara con ellas y se empeñara en abrirlas, en recordarnos que tienen una razón de ser y nunca se irán del todo. A fin de cuentas son los recuerdos de nuestra vida, ¿no? Pequeños trofeos que nos muestran lo que hemos sido. Quizá eres demasiado joven para comprender algunas cosas y para darte cuenta de que nada es de un color puro, que todo está lleno de matices. Sé que tú siempre te has movido por tus ideales, y tal vez por eso ahora estás asustado, porque en el fondo ves lo que no esperabas. Vamos, no te aturdas. Las cosas suceden y es bueno crecer y darse cuenta de que el mundo nunca va a ser como lo recordabas. Atento, nada permanece. Todo se transforma, sí, como lo que decía aquella ley de la termodinámica que te hicieron memorizar en el colegio. Una evolución constante de elementos mezclados por el azar o el destino. O por la naturaleza, llámalo como quieras. Y llegan las preguntas, esas que no alcanzarán nunca una solución, y las respuestas que brotan sin que nadie haya enunciado ninguna cuestión. Ley de vida, el devenir perfecto de una acción no intencionada. ¿Es así como quieres permanecer? ¿En un rincón, agazapado? ¿Asustado por un futuro que sabes incierto y por un presente que se escapa a tus manos? Porque sí, se escapa, aunque no quieras, aunque intentes controlarlo. Acción y reacción ante un suspiro, ante la fuerza que desgarra un alma herida. Y ese escalofrío que, de pronto, sacude todo tu cuerpo y te obliga a bajar de nuevo a la tierra, a sentarte sobre tus talones y ver que los arañazos están por dentro, que nadie los ve, salvo tú y yo, que nadie se va a tomar la molestia de intentar entender ese dolor que no se nota, ni esas cicatrices que duelen solo con los cambios de tiempo. Las lágrimas que se escapaban de tus ojos ya lo hicieron de los suyos, y de los míos, y lo harán de los de otro, solo es cuestión de tiempo, de soledad y miedo.

Comentarios