Películas míticas

"Reservoir Dogs" o la reinvención del cine negro

Tarantino consigue con su ópera prima dar una vuelta de tuerca al cine negro clásico para crear una película con una narración retorcida y una temporalidad dislocada.
Un atraco frustrado, un agente de policía infiltrado y un baño de sangre. Resumido en estos términos se podría estar hablando de un centenar de cintas policiacas, sino más, y seguramente no hablaríamos de ellas en esta sección. Pero resulta que la película mítica de esta semana es Reservoir Dogs, y la cosa cambia.
 
La ópera prima de uno de los directores más controvertidos de los últimos tiempos, Quentin Tarantino, da una vuelta de tuerca a los elementos comunes del cine negro para ofrecer una obra poderosa dotada de una narración retorcida y una temporalidad dislocada. Va de atrás para adelante, de abajo a arriba, de derecha a izquierda.

Comencemos por el final…
 
Jean-Luc Godard, uno de los padres de la Nouvelle Vague francesa y uno de los cineastas idolatrados por Tarantino, dijo en cierta ocasión: “Me gusta que las películas tengan un principio, un medio y un final. Pero no necesariamente en ese orden”.
 
 
Parece que el director estadounidense se tomó en serio la lección, porque una de las características más destacables de Reservoir Dogs es la constante ruptura de la unidad temporal. Comienza con el final del atraco, y poco a poco va desvelando hechos pretéritos con los que el espectador consigue hilvanar y dar sentido a la historia. Pero la cosa no acaba con un mero flashback que arroje un poco de luz a la trama; lo verdaderamente interesante de esta película es que se plantean regresiones temporales dentro de regresiones temporales como si de muñecas rusas o cajas chinas se tratasen, y todo ello perfectamente justificado por la trama.
 
Con esto Tarantino consigue dos cosas. Por un lado controla perfectamente lo que el espectador sabe en todo momento, manteniéndolo en constante suspense. Por otro lado consigue crear una película laberíntica donde el público puede llegar a sentirse perdido, en el mejor sentido de la palabra. Hay escenas en las que no se puede determinar muy bien cuándo ocurren y con las que el director juega al gato y al ratón, dejando relucir todo el potencial de las imágenes y de los diálogos sin ningún tipo de interferencias. Este es el caso de la gran escena inicial, donde los atracadores están en una cafetería y discuten sobre temas triviales. Se sabe que ocurre antes del atraco, ¿pero cuándo exactamente? No importa, la atención se centra en las disquisiciones de los personajes sobre el Like a Virgin de Madonna y la propina que hay que dejar, y por supuesto en ese travelling circular que hace que los personajes entren y salgan de pantalla.
 
Un atraco invisible
 
Otro de los grandes hitos que consigue Tarantino con Reservoir Dogs es hacer una película sobre un atraco sin que se vea nunca el atraco. Cineastas menos arriesgados y menos audaces (o más clásicos, como se quiera decir) habrían utilizado la escena del asalto al almacén de diamantes como detonante de la cinta, pero Tarantino lo deja en el limbo del fuera de campo dejando al público la tarea de reconstruir el pasaje a través de los diálogos de los personajes.

Y ese fuera de campo no es el único notable de la cinta. Una de las escenas más controvertidas y recordadas de Reservoir Dogs es la tortura del policía a manos del Señor Rubio a ritmo de la canción Stuck in the middle with you. Cuando cercena de forma despiadada la oreja del policía la cámara se mueve a un lado dejando en pantalla un campo vacío (y no lo hace de forma gratuita, Tarantino ha demostrado en numerosas ocasiones que no le importa mostrar en pantalla escenas de lo más sangriento).

 
De hecho la mayor parte de escenas violentas no se enseñan al espectador. Esta cinta, que tantas y tantas veces ha sido acusada de violenta y sanguinaria, no lo es más que otras películas de acción, pero Tarantino deja fuera de la vista las principales escenas de violencia, dejando que sea el público quien las imagine. Y la imaginación puede resultar mucho más perturbadora que las imágenes de una película.
 
La sutileza de estos fuera de campo —sí, puede haber sutileza en una escena de tortura—, que muestran sin mostrar, son un recurso “tanrantiniano” que utiliza en sus obras posteriores y que consigue resultados visualmente impactantes.
 
Tarantino… ¿homenajea o plagia?
 
Quentin Tarantino, cinéfilo hasta límites insospechados, bebe de múltiples referencias. Ha visto cine europeo, americano, asiático, de serie B, de serie Z… Y todo ello lo deja translucir en sus películas.
 
Son muchos los que se preguntan si su cine es realmente original o no es más que un “corta y pega” de aquí y de allí, cogiendo elementos de varios directores y haciendo un revoltijo con todo ello.
Son innegables las influencias de Kubrick, Dassin, Brian De Palma, Sam Peckinpah, Jean-Pierre Melville, o el ya mencionado Godard entre muchos otros. Hace uso de la imagen icónica de los gánsters, vestido pulcramente con traje negro y corbata, que hemos podido ver en miles de películas (desde El cuarto hombre hasta los mismísimos Blues Brothers). Toma de Pelham 1,2,3 la idea de llamar a los protagonistas por el nombre de colores. Ciertas partes del argumento y algunos planos (como el cruce de pistolas final entre varios personajes) parecen sacados de  City on Fire, cinta hongkonesa dirigida por el también hongkonés Ringo Lam.
 
Muchos de los detractores del director estadounidense le toman por un simple plagiador sin escrúpulos. Sin embargo Tarantino consigue dar un paso más allá con Reservoir Dogs creando un producto que funciona a la perfección en cada una de sus secuencias, dotado de un guión soberbio y con unas imágenes realmente potentes. ¿Tarantino se toma algunas licencias (quizá demasiadas) a la hora de “homenajear” ciertas películas? Seguramente sí, y él nunca lo ha negado: “Los grandes artistas roban, no homenajean. City on Fire es una gran película. Yo robo de todas y cada una de las películas que veo”. Y los resultados finales son dignos de alabar.
 
En definitiva, Reseroir Dogs es una película de innegable potencia que dio inicio a un estilo de hacer cine que Tarantino fue puliendo y mejorando en sus películas posteriores (aunque quizá se haya diluido en sus últimos trabajos). Una cinta brillante que consigue transmitir; el debut soñado por todos los directores que están empezando en esto del cine. 
Manuel Lamata

Manuel Lamata

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