En el libro McCarthy o la historia ignorada del cine (Criterio Libros, 2001) tuve la oportunidad de investigar a fondo la biografía y acción política de Joseph McCarthy, además de introducirme en el proceloso mundo de la política norteamericana.
El título del libro era voluntariamente equívoco: “la historia ignorada del cine”. Estamos acostumbrados a escuchar y repetir hasta la saciedad el tema de la “caza de brujas” o los “Diez de Hollywood”, y en todas estas tesituras aparece el senador por Wisconsin. Yo mismo llegué a relacionar el cine con McCarthy en mis primeros libros, y aún hoy, en el siglo XXI, críticos de cine como Miguel Marías (El Mundo. 27 febrero 2002), reseñas de películas sobre el período, blogs de cine poco avisados o diccionarios de películas y protagonistas al referirse a estos años escriben sin rebozo sobre la “persecución” del senador a los cineastas.
Con independencia de los análisis que el período merezca (y hay que tener en cuenta lo que han revelado, por ejemplo, los archivos Venona, de la antigua URSS desclasificados recientemente y que muestran hasta qué punto el espionaje organizado de la Unión Soviética no era en modo alguno una invención de McCarthy) hay una serie de hechos históricos que conviene tener presentes:
a- El Comité de Actividades Antiamericanas, HUAC, fue creado en tiempos de Roosevelt, (concretamente en 1937, siendo su primer encargado el político demócrata Martín Dies) es una organización con el objeto de perseguir sabotajes y actividades delictivas, cuyo objetivo originario fueron los grupos nazis americanos, y que después –en tiempos de la Guerra Fría– se extendió a los comunistas. En colaboración con el FBI actuó contra estos grupos en 1947 (cuando McCarthy era un perfecto desconocido) y fue el responsable de toda la investigación que se realizó en el mundo del cine. McCarthy jamás tuvo que ver con este Comité, no participó en sus interrogatorios y nunca llegó a relacionarse con estrella de cine alguna. La HUAC realizó sus actividades de investigación en Hollywood en 1947, bajo el mandato de J. Parnell Thomas. Mantuvo sus funciones hasta 1969 en que pasó a denominarse Internal Security Committee. En 1975 (con el republicano Gerald Ford de presidente) fue formalmente abolida, pasando algunas de sus funciones al House Judicial Committee.
b- La acción del senador por Wisconsin se inicia en 1950, con su famoso discurso del 9 de febrero en Virginia. El acto se encuadraba en el marco del homenaje y recuerdo al presidente Lincoln. Dos semanas antes, el espía soviético Alger Hiss había ingresado en prisión, y el joven político Richard Nixon se encontraba en la cresta de la ola. La intervención se circunscribe al espionaje comunista en el seno del Departamento de Estado (el Ministerio de Asuntos Exteriores norteamericano). En concreto, McCarthy proclama que posee una lista de 284 funcionarios al servicio del Gobierno, que son militantes o simpatizantes activos del Partido Comunista Americano (una organización minúscula pero que había extendido su influencia en diversos sectores clave de la sociedad de la época). Recordemos que en aquellos instantes todos los partidos comunistas prestaban obediencia ciega a la URSS, y que el presidente soviético era nada menos que José Stalin. Posteriormente, el senador ampliaría sus investigaciones en el Ejército. Joseph McCarthy nunca se relacionó en toda su vida con el mundo del cine. Jamás entre sus numerosos interrogados figuró nadie relacionado ni remotamente con el mundo de Hollywood. Las célebres declaraciones de testigos, imputados y testigos amistosos en el cine, se realizaron en el ámbito de la HUAC (Comité de Actividades Antiamericanas) y muchas de ellas antes de que el senador por Wisconsin hubiera alcanzado la más mínima notoriedad. Y cabe añadir que en otras muchas ocasiones, fue el propio senador y su equipo los sometidos a interrogatorios ya que varios comités senatoriales investigaron también a fondo la acción política de McCarthy. De hecho terminaron reprobando al senador cuando éste se enfrentó a la Administración de Eisenhower. La familia Kennedy –por cierto– amiga de McCarhty se abstuvo de participar en esta acción reprobatoria.
Y como último detalle (y al margen, repetimos, de errores o aciertos o de la valoración completa del personaje y el período, que no es objeto de este artículo, y está sujeta -desde luego– a valoraciones muy diversas y aún contradictorias), cabe reproducir la conclusión que un periodista independiente y en modo alguno simpatizante de McCarthy, realizó el 8 de febrero de 2000 en World Net Daily. Se trata de John Basil Utley que escribe: “Investigando la nueva información obtenida en los documentos reservados soviéticos en Moscú, así como las grabaciones y comunicaciones de la Embajada Soviética en Estados Unidos durante el período 1944-1948, se puede concluir que el senador McCarthy tenía razón en lo esencial. Pudo tener irregularidades y debilidades, pero la casi totalidad de cada uno de sus casos y acusaciones (espionaje, sabotaje) se han revelado ciertos”.
La razón de los equívocos, aparte del profundo desconocimiento acerca del período y el poder fáctico de la propaganda. Basta recordar que en aquellos años Stalin era el dictador soviético y depuraba sin excusa a sus disidentes, incluso a los de su propio Partido Único; sin embargo casi nadie recuerda a los ministros y Fiscales que firmaron las sentencias de muerte en la URSS o las deportaciones al Gulag y en cambio la acción política del senador aparece como arma arrojadiza. La guerra fría era un hecho, y se combatía abiertamente en Corea e Indochina). McCarthy alcanzó gran popularidad. En su oficina llegó a trabajar Robert Kennedy ya que la familia McCarthy y los Kennedy, ambos católicos, guardaron buena relación. El apellido del senador ha servido para bautizar el período, pero en la actualidad, y con la perspectiva del tiempo, resultaría conveniente limitarse a la verdad de los hechos históricos y dejar de repetir una asociación (McCarthy – cine) que en absoluto llegó a darse. Y no estaría de más, que “los críticos convencionales del cine” se informaran con mayor rigor antes de sentarse a escribir sus artículos habituales.