Fernando Alonso Barahona

Razones para el Siglo XXI

Fernando Alonso Barahona (Madrid, noviembre 1961). Abogado y escritor. Jurado de premios nacionales de literatura y teatro. Colaborador en numerosas revistas de cine y pensamiento así como en obras colectivas. Ha publicado 40 libros. Biografías de cine (Charlton Heston, John Wayne, Cecil B De Mille, Anthony Mann, Rafael Gil...) , ensayos (Antropología del cine, Historia del terror a través del cine, Políticamente incorrecto...) historia (Perón o el espíritu del pueblo, McCarthy o la historia ignorada del cine, La derecha del siglo XXI...), novela (La restauración, Círculo de mujeres, Retrato de ella...) poesía (El rapto de la diosa) y teatro (Tres poemas de mujer).

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El cristal de Campoamor

TAGS Ramón de Campoamor
Campoamor es un poeta personal de difícil inclusión: postrromanticismo, realismo, nueva poesía…

“Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira”

 

Luis Alberto de Cuenca definea la perfección a Ramón de Campoamor y Campoosorio en su entrada de la Antología de las Cien mejores poesías de la lengua castellana. El tres expreso se reproduce en el volumen respetando su integridad, una auténtica narración melodramática con avatares trágicos que incluso mereció una adaptación al cine. Campoamor, famoso en su época, despreciado después por algunos, es ahora admirado por muchos poetas, Cernuda y De Cuenca entre ellos. Sus poemas conmueven, atrapan, comunican y eso –escribe Luis Alberto– “en poesía es muy importante”.

 

Habiéndome robado el albedrío 
un amor tan infausto como mío, 
ya recobrados la quietud y el seso, 
volvía de París en tren expreso: 
y cuando estaba ajeno de cuidado, 
como un pobre viajero fatigado, 
para pasar bien cómodo la noche 
muellemente acostado, 
al arrancar el tren subió a mi coche, 
seguida de una anciana, 
una joven hermosa, 
alta, rubia, delgada y muy graciosa, 
digna de ser morena y sevillana.

 

Se cumple en 2017 el bicentenario del nacimiento de Campoamor, efemérides que comparte con José Zorrilla. Ambos tuvieron larga vida y con múltiples triunfos, si bien don Ramón siempre conservó una posición económica desahogada lo que no le sucedió al autor de Don Juan Tenorio

 

Mientras que Zorrilla se encuadra el movimiento romántico, Campoamor es un poeta personal de difícil inclusión: postrromanticismo, realismo, nueva poesía… lo cierto es que las Doloras, las Humoradas, los grandes poemas de Campoamor pasaron al acervo popular con rapidez y hasta hace pocos años era relativamente fácil encontrar personas poco lectoras de poesía que sin embargo podían recitar párrafos enteros de El tren Expreso o El Gaitero de Gijón.

 

Don Ramón de Campoamor nació en Asturias el 24 de septiembre de 1817. Huérfano muy pronto de padre, fue educado por su madre durante su infancia, que pasó en su tierra natal. Cursó Latín y Filosofía. Y más tarde Lógica y Matemáticas.

 

  

Compaginó enseguida sus estudios prácticos con su gran pasión literaria. Se pasaba largas horas en la Biblioteca Nacional leyendo y estudiando las obras de los clásicos españoles y universales. Mientras tanto frecuentaba las tertulias literarias y se había dado a conocer con la publicación de algunas poesías que merecieron elogios.

 

Sus primeras obras fueron un tomo de Fábulas y otros dos titulados Ternezas y flores (1840) y Ayes del alma (1842). Por ellos sería llamado el "poeta de las damas". Al igual que Zorrilla o Echegaray no desdeñó la gestión ni la política. Llego a publicar una serie de cuadernos que tituló Historia crítica de las Cortes reformadoras (1837). Desde las filas del Partido Moderado (Conservador) de Romero Robledo llegó a ser –entre otros puestos relevantes- gobernador civil de Alicante y de Valencia (1854).

 

Cánovas del Castillo le nombró en 1875 director general de Beneficencia y Sanidad (cesó en 1878 para ascender a Consejero de Estado). Después sería diputado o senador por diversas provincias, y entre 1883 y 1884 ejerció como director de la sección de Literatura del Ateneo madrileño.

 

Su matrimonio le proporcionó tranquilidad económica y poco a poco conquistó al público y a la crítica de su tiempo con las Doloras, las Humoradas, los Pequeños Poemas que le granjearon una fama y un prestigio gigantescos. Su verso fácil, a menudo cotidiano fluía con sencillez y musicalidad, trataba temas románticos pero con pasión descreída con duda, sarcasmo y a veces aguda ironía. En 1861 fue elegido miembro de la Real Academia Española de la Lengua, ingresando con el discurso La metafísica limpia, fija y da esplendor al lenguaje. La contestación a cargo de Mariano Roca de Togores, Marqués de Molins, discurrió acerca del sentido del término dolora.

 

Escribidme una carta, señor cura.
-Yá sé para quién es.
-¿Sabéis quién es, porque una noche oscura
nos visteis juntos? - Pues.
-Perdonad; mas... -No extraño ese tropiezo
La noche... la ocasión...
Dadme pluma y papel. Gracias; Empiezo:
Mi querido Ramón:

 

A su muerte el 11 de febrero de 1901 fue venerado por casi todos pero tras la eclosión de la Generación del 98 comenzó a ser víctima de ataques de todo tipo. Desde las instancias académicas se despreciaron como filosofía barata sus versos más sentenciosos, justamente esos que el pueblo hizo suyos sin reparos. Pese al descredito de los estudiosos a partir de  la década de los treinta del siglo XX lo cierto es que en sus obras encontramos siempre  puntos de vista originales, sorpresas conceptuales o un pensamiento expresado con asombrosa sencillez sintáctica. Por ejemplo:  

 

Así en eterno cuidado,

aquí y allí nuestro intento

corre fugaz por el viento

tras un placer nunca hallado.

Que el hombre, en su desacuerdo,

llama al verle en lontananza,

si es delante, una esperanza,

y si es detrás, un recuerdo.

Y aun no marcó en su sentido

 

Pero años después hubo de llegar nada menos que Luis Cernuda para volver a analizar y apreciar la obra de este poeta popular cuyo nombre continuaba siendo recordado por las gentes de toda condición:

 

La renovación que pretende introducir Campoamor en la poesía, a través de sus aportaciones teóricas, ha sido destacada entre otros por Luis Cernuda, quien establece relaciones entre el poeta asturiano y William Wordswort , o Vicente Gaos, que pone de relieve las semejanzas con T. S. Eliot . Otros críticos han desvelado desde posibles relaciones hasta claras influencias de la poesía de Campoamor en autores como Augusto Ferrán, Gustavo Adolfo Bécquer, Manuel Gutiérrez Nájera, José Asunción Silva, Rubén Darío, Miguel de Unamuno, Ramón Gómez de la Serna, Luis Cernuda, Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, Gabriel Ferrater, José Agustín Goytisolo, Ángel González, Luis García Montero, Luis Alberto de Cuenca, Jon Juaristi, Javier Salvago, Víctor Botas, Javier Egea, Álvaro Salvador o Carlos Marzal, entre otros.

 

Ángel González lo resume avanzando incluso una cierta vinculación con lo que luego se llamaría antipoesía:

 

Al oponer el lenguaje de la calle al enrarecido lenguaje de la poesía: de su tiempo, Campoamor se comporta, aunque hoy no lo parezca, como un audaz innovador. Por su uso de la ironía, por sus deliberadas fijaciones en lo vulgar, es cronológicamente el primer «antipoeta» de la lengua española: un negador de mitos.
 

Una antología de sus Humoradas nos prueba la actualidad creativa de Ramón de Campoamor:


Te morías por él, pero es lo cierto
que pasó tiempo y tiempo, y no te has muerto.


Según creen los amantes

las flores valen más que los diamantes.
Mas ven que al extinguirse los amores,
 

El amor es un himno permanente

Que después que enmudece el que lo canta

Otra nueva garganta

Lo vuelve a repetir eternamente.

 

En cuanto a castidad, todo la espanta:
Ve un espejo y se oculta la garganta

 

La gloria vale poco ante la historia;
pero ¿vale algo más lo que no es gloria?
Pues que tanto te admira

el saber de los viejos,
voy a darte el mejor de los consejos:
cree sólo esta verdad: «Todo es mentira».
 
Para él la simetría es la belleza
aunque corte a las cosas la cabeza.

 

Merece –en fin- la pena descubrir o retornar a Campoamor, sus poemas están llenos de vida y por ello llegan al corazón al margen de las cualidades formales de su técnica.