Durante nueve años, la fotógrafa Cristina García Rodero (Puertollano, Ciudad Real) se dedico a plasmar con su cámara diferentes ciudades de Etiopía. En su camino quedó prendada de la ciudad sitiada en el corazón de las montañas etíopes, a más de 2.600 metros de altitud, llamada Lalibela. Un terreno considerado sagrado por los etíopes, convertido en la segunda ciudad santa del país y considerado Patrimonio de la Humanidad.
Su obra, llevada a cabo desde el año 2000 hasta 2009, la publica ahora La Fábrica. Bajo el título Labilela, el volumen recoge una serie de imágenes de la fotógrafa en Etiopía y que se exhiben ahora en el Centro Cultura de la Villa. Fernán Gómez, dentro de PHotoEspaña 2017.
Lalibela cerca del cielo. / Cristina García Rodero.
García Rodero recoge en Lalibela más de 100 fotografías en blanco y negro sobre la belleza y peculiaridad de las iglesias talladas en la roca (declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1978), el paisaje, las ceremonias y los ritos que se celebran en esta ciudad etíope.
Costumbres y rituales de la zona
El ser humano, sus cuerpos y rituales son protagonistas de estas fotografías, en las que se representa una intensa espiritualidad y se invita al espectador a introducirse en un viaje simbólico por tierra santa. “Hace años que intento completar dos facetas de mi trabajo en las que siempre pienso conjuntamente: cuerpo y espíritu”, afirma García Rodero. La fotógrafa consigue en este trabajo representar tanto la esencia de una ciudad africana como la intimidad en medio de la multitud.
Lalibela cerca del cielo. / Cristina García Rodero
Según explica Gustavo Martín Garzo en el texto que acompaña a este libro, “Lalibela, la ciudad que Cristina García Rodero ha visitado con su cámara, pertenece al mundo de la noche, del silencio, de la soledad y el dolor, al mundo tembloroso de lo sublime”. Una ciudad alejada de lo que conocemos, con la que García Rodero “nos obliga a un doble esfuerzo: el esfuerzo de ver, pero también el de adivinar. Mirar para ella no es limitarse a percibir pasivamente las cosas, sino adentrarse en ellas, percibir su vida escondida”.
“Las imágenes de Cristina García Rodero nos transportan a esa ciudad, Lalibela, en la que el tiempo parece haberse detenido para sumergirnos con sus ritos y ceremonias en un tiempo bíblico, que creíamos perdido” en palabras de Oliva María Rubio, comisaria de la exposición y autora del prólogo del libro.