Jeff Koons llevó el éxito al Centro Pompidou y viceversa. La retrospectiva dedicada a Koons en 2015 fue la más visitada de un artista vivo de la historia del museo, con más de 650.000 visitas. También es cierto que esta exposición supuso un aumento del valor artístico del artista estadounidense.
Todo parece bonito hasta la fecha, cuando se ha comprobado que la retrospectiva no aportó apenas beneficios al centro parisino. “La exposición no generó ganancia al museo”, según señala un veredicto emitido por el Tribunal Superior de París el pasado 9 de marzo, tras el pleito de plagio presentado por los herederos del fotógrafo Jean-François Bauret. Según los documentos judiciales, el Pompidou solo hizo de caja 60.059 euros por la venta de tres publicaciones relacionadas con la exposición.
Escultura de Michael Jackson. / Jeff Koons.
Así, el Tribunal Superior señala que la retrospectiva de Jeff Koons generó 2,6 millones de euros en ingresos de entradas y 320.000 por la venta de publicaciones. Sin embargo, el Pompidou tuvo que pagar 1,25 millones de euros al Museo Whitney de Arte Americano de Nueva York, que fue quien organizó la muestra. Se desconoce en la actualidad cómo se gastó la otra parte de los ingresos, que según señala el museo fue en una serie de costes asociados, como el transporte o el seguro.
La polémica que ha llegado hasta la justicia francesa vino por la semejanza entre Naked, nombre de una escultura de Koons expuesta en el catálogo, y una fotografía de dos niños desnudos hecha por el fotógrafo Bauret. El Pompidou se defendió señalando que “actuó en el marco de obligaciones contractuales particularmente estrictas con Jeff Koons”. Señala que si hubiera tenido constancia de este posible plagio, habría actuado de manera diferente.
La justicia parisina defiende la actuación del museo, puesto que “no negoció las condiciones sobre la exposición itinerante” y que fue el artista el que insistió en que la obra Naked “estuviera entre las seleccionadas en la reproducción del catálogo, sin advertir el Pompidou de la posibilidad de una demanda legal”.
El centro cultural francés afirmó en su defensa que fue informado de la existencia de una posible demanda de derechos de autor en la víspera de la apertura de la exposición. Esto provocó que rápidamente retiraran los catálogos de la venta para volver a diseñarlos. Sin embargo, algunas copias ya habían sido vendidas.
Los catálogos publicados por cada museo son casi idénticos, excepto que en la versión del Pompidou hay un prólogo de Alain Sebain –presidente del museo en aquel momento- y un ensayo de Bernard Blistène, conservador del programa.